¡FELIZ AÑO 2015!
Las aventuras de Pratelly
¿Quién dijo que la rutina era aburrida?
miércoles, 31 de diciembre de 2014
¿Resumimos 2014?
¡FELIZ AÑO 2015!
viernes, 21 de noviembre de 2014
Daños Colaterales
Tengo la mala costumbre de no tener término medio, de enfadarme y no decir nada o por el contrario de soltarlo todo sin pensar en las consecuencias.
Llevo varios días que no me encuentro y el espejo apenas me reconoce.
El querer usar la empatía con todos es agotador, pero es más, tampoco sirve para nada porque al fin y al cabo la otra persona por mucho que trates de ponerte en su lugar, siempre sentirá de forma diferente a ti.
Siento que no sé lo que pretendo cuando actúo de tal forma que no va conmigo. Y no significa que no sea yo, sino que esa parte de mi tan escondida y que apenas saco, queda un tanto extraña ante los ojos de quien no me conoce desde hace años.
Estas semanas reconozco que me siento falta de cariño, y no de ese cariño familiar que se recibe a diario en algunas casas, sino del que te hace sentirte necesaria para determinadas personas.
¿Y quién no lo ha necesitado alguna vez en su vida?
Porque a diario yo me visto como si de Don Quijote se tratase, armadura y Rocinante por delante. Pero llega la noche y te pones el pijama, y es ahí cuando te haces débil.
Reconozco que quizás tomé la mano de alguien demasiado pronto sin medir las consecuencias, que me dejé llevar por la alegría e ilusión que el sentirle conmigo me proporcionaba.
Esperaba que pasara la tarde para que ya con el pijama puesto y bajo las sábanas de franela, nos contásemos nuestras aventuras matutinas. Y guardaba en mi mente alguna anécdota que no contaba en la mañana para hacerle partícipe de algo especial sólo por mí conocido.
Pero estos días de atrás en los que te preocupas demasiado por una salud que ni tan siquiera es la tuya, te das cuenta que algo pasa. Y ya no es porque puedas confundirte tú sino porque es lo que el resto de personas crean. Porque no sirve de mucho dar una opinión si no hay una mirada que la respalde. Y lo que me duele es no poder hacer bromas como antaño porque ahora todo es diferente. Porque ya nadie me cree cuando digo que no siento nada ni que nadie me altera. Y mis bromas no están bien vistas y cualquier comentario mío parece lo que nunca quise que fuera.
¿Cómo debería explicarme para que me crean si cada noche es la misma cantinela?
Ya no hablamos de pelis, de comida o de anécdotas, ahora son sentimientos que no queremos que se confundan para no dañar a nadie. Me hace gracia esa expresión, debería meter un euro en una hucha cada vez que me la dijeran.
“No quiero hacerte daño, eres muy importante para mi". Pues no me lo dirías si así fuera.
Qué bonita es la sinceridad cuando ésta no tiene réplica.
Y entonces ya todo empieza a ir mal y ya nada es lo que era. Temes hablar y que tus palabras creen un campo de minas, contar lo que sientes ya no resulta adecuado y soñar con abrazos es la última de las ideas.
¿Por qué no puedo reírme de todo y decirte que no me quieras?
Me tienes como un ser especial, yo no soy cualquiera. Por lo visto se ha de tener cuidado conmigo como si una muñeca de porcelana fuera.
Y todos insisten en lo mismo, no querer hacerme daño y sentirlo incluso sin saber si me lo han hecho.
Reconozco que a veces lloro, normalmente bajo la ducha. Pero no lloro porque me hagan sentir mal o no me quieran, hace tiempo que me convencí de que eso sería así, lloro porque no tengo oportunidad de expresarme y no se me cree cuando hablo. Lloro porque se me acostumbra a tener algo bonito y que me hace feliz y me lo quitan.
No lloro porque nadie me quiera. Las lágrimas por ese motivo cesaron hace mucho, quizás hubo meses que volvieron pero no podría asegurar que no fueran de cocodrilo. Y es que la amistad es lo que tiene, nunca puede darse nada por sentado si yo estoy en ella.
Que nadie dijo que fuera fácil, pero todos sabemos que si nos lo proponemos no tiene porqué ser tan difícil.
No sé si esto tendrá cura, se podrá hablar y mis noches volverán a contar con su presencia, lo que sí sé es que si alguien piensa que dejar de hablarme de una determinada forma puede ser la solución, es que quizás yo no sea la mejor de las compañeras.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Elecciones
De que es difícil aprender de los errores uno se da cuenta con el tiempo, cuando pasado éste y tras caer varias veces en lo mismo, observas como todo lo que un día dijiste no volver a repetir nunca más lo vuelves a hacer, pero disfrazado con otra situación.
En estas semanas he tenido oportunidad de vivir situaciones muy distintas, a cada cual más singular. He quedado con un par de chicos que conocí de formas muy diferentes, uno de ellos incluso se me puso a llorar sin yo saber muy bien lo que ocurría.
Fui a una despedida de soltera en la que llevaba más expectativas de las que me traje.
Disfruté mucho celebrando las segundas jornadas de la tapa y bebiendo cerveza para olvidar las penas.
Comencé un curso que llevaba persiguiendo varios años y al que le puse muchas ganas para entrar, pero que a día de hoy no sé si no me equivoqué en mi elección.
Al cabo de un día tenemos que elegir tantas cosas que es inevitable irse a la cama pensando que si hubiésemos cambiado algunas, una parte de nosotros mismos hubiera sido diferente.
Llevo días anhelando un cariño que no me pertenece y tengo miedo a pedirlo y que se lo pueda estar robando a alguien.
A veces existe tal necesidad de decir te quiero con el corazón en las manos que no queda otra que escupirlo por la boca, pese a aparentar todo lo contrario.
Y es que hay personas que quizás parezcamos difíciles de acceder o incluso demos miedo con una mirada o unas palabras y sin embargo llega la noche y necesitas un cobijo bajo el que resguardarte, un te eché de menos durante el día, un veamos juntos esta película mientras sonreímos y tantas cosas más que cuando te miras al espejo no eres la misma persona que salió esa mañana por la puerta con el escudo bien puesto para evitar el frío.
Nadie nace sabiendo, al igual que nadie nace queriendo. Durante la vida todo se adquiere y poco a poco eliges a quién quieres tener a tu lado, salvo los que se marchan sin previo aviso. A esos, un saludo y buen viaje. Al resto, gracias por quedarse.
Esta semana saqué dos sonrisas, una de ellas inesperada y la más difícil todavía, la que surgió a raíz de un llanto.
Porque a veces soy así, imprevisible. Y me gusta observar a las personas y devolver el cariño que cada día me demuestran, pese a no poder abrazarnos asiduamente. Y llorar está bien, limpia los pulmones y te deja como nueva, pero está mejor reír. Si para ello tengo que cantar la canción de la abeja maya la canto.
No hay cosa que más me alegre que provocar felicidad en alguien, por muy efímera que ésta sea.
Hoy desperté asustada, anoche tuve una pesadilla terrible. Cuando llorando y sin apenas respirar fui corriendo al baño a echarme agua fría en la cara, justo a la misma hora mi madre hizo lo mismo. Nos encontramos en el pasillo, yo con los ojos rojos y ella aterrada como si viera un fantasma. No quiero saber el significado pero he tenido miedo durante toda la mañana. Yo que no me asusto fácilmente hoy temblaba por lo que mi mente había imaginado.
Y es que es difícil vivir a veces, se nos presentan circunstancias que no controlamos y nos vuelven asustadizos, temerosos e incomprendidos. Pero hay que seguir, sea cual sea nuestro destino.
viernes, 10 de octubre de 2014
Llorar mientras llueve
Y es que no hay término medio en la vida, las cosas no pueden ir "normales" con lo que conlleva esa palabra, sino que o todo va bien o va mal, pero ahí va.
Al final me reiré, posiblemente, pero a día de hoy la salida la veo complicada y las risas se quedan ahogadas en la garganta entre un nudo de lágrimas del cual es complicado deshacerse.
En realidad no sé ni qué decir, ni de lo que hablar, no me apetece reír y apenas me quedan lágrimas que llorar. A cada paso que doy siempre voy por detrás, algo me adelanta y no lo veo venir, a veces creo que llevo los ojos tapados y por eso no lo veo, como en tantas ocasiones me sucede.
Y a esta situación el tiempo no acompaña, llueve y llueve y no para de llover creando enormes charcos en el camino que cuando no te das cuenta ya te han ensuciado los zapatos.
¿Qué queréis de mi? Preguntaba hoy. He dado todo cuanto tengo, sólo falta mi corazón hecho pedazos, mi hígado más o menos bien conservado y mis pulmones sanos. El resto no sirve para nada. Mi páncreas no funciona, mis ojos apenas ven, y los intestinos contienen mierda y brócoli por partes iguales.
Sí, ya no me hago gracia ni a mi misma, todo me resulta cuesta arriba y en ocasiones hasta me miro al espejo y me veo guapa cuando mis ojos no paran de llorar.
No consigo animar a nadie porque no tengo cuerpo para animarme a mi misma, intento distraerme y por el contrario lo que hago es complicarme la vida.
En ocasiones me ilusiono con algo pero tal y como indica la palabra se trata de una mera ilusión que se desvanece en cuanto intentas atraparla.
Hace años me hubiese reído de todo, hoy apenas me quedan fuerzas para soportar las injusticias que me va deparando la vida.
¿Qué te ocurre? me preguntan, y apenas sé cual es la respuesta correcta. ¿Qué no me ocurre? Eso sería lo más acertado.
Y por muy mal que lo veas sigues ahí, como un jabato, luchando y sacando fuerzas, aunque por dentro se te rompa el alma. Saldremos de ésta, me digo a mi misma. Hablo con mis amigos y cuando les escucho decirme lo mucho que me quieren se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas, como ahora, mientras escribo.
Hacía tiempo que no lloraba tanto, y sin embargo creo que todavía me quedan lágrimas que sacar.
Anoche tuve un sueño extraño. Me encontraba en una oficina junto a alguien que un día tuvo a bien pasar por mi vida. Él trabajaba en su ordenador y yo estaba sentada a su lado mirándole embobada, como si todo fuera bien. En un momento dado le pregunté si había mirado dónde nos íbamos a ir de vacaciones y muy seco me respondió que tenía trabajo que hacer. Entonces llegó su jefe y yo me alejé.
En la mano traía un par de calcetines, cada uno diferente, ambos blancos y calados como los típicos que se les compran a los niños de comunión. Le pude ver la cara al jefe, al cual no conocía de nada, entonces él me habló. Me dijo que debía encontrar las parejas de tales calcetines e incluso que debía ir a la comisaría de policía más cercana a poner un anuncio de "se busca".
Pese a lo ridículo de la situación yo estaba totalmente seria, al igual que el chico que estaba a mi lado. Él siguió a sus cosas y su trabajo y entonces, cuando fui a coger los calcetines, el despertador sonó.
No tengo ni idea de lo que significa y creo que tampoco quiero saberlo. Lo que quiero es que determinadas personas desaparezcan de mis sueños al igual que lo hicieron en mi vida.
Porque es muy duro saber que conocen tu estado de ánimo y ni siquiera te pregunten cómo estás. Personas que se consideran tus amigas o que dijeron un día que eras importante en sus vidas.
Y yo me pregunto: ¿A quién confiamos nuestros secretos? ¿A quién nuestras vidas? Entonces sigo llorando, me echo agua en la cara, me miro al espejo, sonrío y vuelvo a salir a las calles inundadas por la lluvia.
No me importa que no te importe mi vida, cada cual es dueño de actuar según su conciencia le dicte. Pero cuando estuviste ahí para alguien y esa persona no te da ni un minuto de su vida, para mi la relación contractual acaba en ese mismo instante.
Gracias amor, gracias por ayudarme estos días. Porque pese a la distancia has sabido estar, has sabido sacarme sonrisas, has sabido entenderme y sobre todo porque me has aconsejado en cada aspecto de mi vida.
lunes, 6 de octubre de 2014
¡Mierda!
Y es que no puedo con todo, por más que lo intento a veces la vida me supera y esto es así porque la mierda que se esconde en los rincones más ocultos siempre acaba saliendo y entonces la pelusa se vuelve cada vez más y más gorda hasta que te topas de bruces con ella y o la desintegras con un lanzallamas o convives con ella.
Vale, no sé muy bien que tiene esto de símil con la vida y con lo que hoy ha acontecido en la mía pero lo que venía a decir es que la mierda ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Llevo varios días intentando creer en la justicia y cuanto más lo intento más me doy cuenta que ésta sólo está hecha para los ricos, el resto de ciudadanos de a pie raramente tenemos ocasión de olerla.
Y lo veo casi a diario cuando en las noticias veo tantos fraudes y tantas personas que con sus tarjetas opacas o translúcidas nos quitan lo que es nuestro, de todos y mientras tanto los que tratamos de hacer todo legalmente, te encuentras con que no sólo tienes que hacerlo bien sino incluso mejor, y no sabes de dónde viene tanta ley y normativa y te encuentras desprotegido porque nadie se encarga de informarte y tienes que aprender por ciencia infusa.
A mi me viene grande, como me viene grande la vida en general, porque yo no puedo ir luciendo mi sonrisa tanto como quisiera o hacer posible cada uno de mis sueños, porque no me dejan. Y hay mil frases posibles para decirme en estos casos desde el tú puedes, inténtalo y vales mucho hasta cuenta conmigo para lo que sea. Pero no puedes contar con nadie, te encuentras sola en un mundo desconocido y tiras de amigos y preguntas cuál es la salida, pero pocas veces se ve el hueco por el que asomar el hocico. Mientras ves que todo tu mundo se desmorona, que todo aquello que se construyó con mucho esfuerzo corre peligro, te fijas en que son precisamente las personas a las que un día tendiste la mano las que ahora te ponen la soga al cuello y encima apretando.
Desconfiar de la raza humana es algo que últimamente vengo haciendo, porque no me sirve de nada dar mi brazo cuando quieres arrancarme la mano y dejarme inutilizada para toda la vida. ¿Para qué? me pregunto a diario.
Muy sencillo, porque las circunstancias mandan y porque en una época en la que la mierda se convierte en caviar, el destrozar la vida de quien te dio de comer se convierte en un gesto heroico para quien lo logra y a nadie le importa girar la cara en una calle para hacerse el desconocido.
Sí, la vida es injusta y una mierda. Tiene muchas cosas bonitas, pero cada día me cuesta más verlas.
Al acabar el día y salir de la reunión que puso un poco de luz a mis horas, me tropecé con una bonita mierda. En la misma acera camino de mi casa una mierda ya un tanto seca se interpuso a mi paso y lejos de quejarme al dueño invisible del animal, decidí observarla durante un rato.
A mi me parece una bonita mierda, he pensado, ya no sólo por la forma un tanto extraña de L complicada, sino por la pluma que lleva incorporada.
Quizás cuando el dueño del animal, que tuvo a bien descargar sus necesidades ahí mismo, se olvidó de recoger tan preciado elemento, un ave sobrevolaba la zona y dejando caer una de sus plumas quiso ponerle alas para que saliera volando. Pero todos sabemos que las mierdas no vuelan y que si nadie las recoge siguen ahí para siempre.
De hecho posiblemente esa mierda siga estando mañana, al igual que nosotros y lo mismo que el resto de mierdas que nos rodean en nuestra humilde y preciada vida.
No se trata de darles patadas sino de apartarlas con cuidado y esperar que lo que tú haces por un bien común, algún día se vea recompensado. El karma lo llaman, yo lo llamaría justicia si siguiera creyendo en ella.