Irme un fin de semana entero a Extremadura para acudir a una boda parecía no estar en mis mejores planes, sin embargo todo aquello que crees que no será de tu agrado, por unas u otras circunstancias, al final es lo que mejor sale y te diviertes un montón.
Ocurrió que el viernes cuando hice las maletas iba temerosa de lo que me encontraría. Tanto tiempo sin ir al pueblo, sin ver a la gente y sin saber dónde meterme, igual me pasarían factura.
Al llegar todo cambió, mi estado de ánimo enseguida se vino arriba, por allí las personas te paran y te preguntan... ¿tú eres la hija de...? y te asombras de que te reconozcan y te muestren los amables que son contigo. De cuando en cuando no faltan los comentarios de: ¿dónde está el novio? que tan impertinentes son a veces, pero con la mejor de mis sonrisas ya he aprendido a decir: yo de eso no gasto y una moza como soy yo... menudo desperdicio ya veis, pero la cosa está así.
Claro, ante la estupefacción de las vecinas que lo escuchan y apenas me conocen, se ríen y dicen: ¡qué graciosa es la muchacha! Y así me quedo, no paso del qué graciosa soy, pero con eso me sirve.
Al llegar resultó que el pueblo estaba en fiestas, las de San Lorenzo, que se celebraban ese fin de semana. El viernes y el sábado un par de orquestas montaban su escenario en la plaza del pueblo y allí es donde se reúnen los jóvenes y mayores, unos arremolinados junto a botellas y carros de la compra llenos de bebidas, los otros sentados en las terrazas de los bares junto al Ayuntamiento.
Para ser un pueblo tan pequeño me extrañó la movida de esa noche. Yo no conocía apenas a nadie, solo a mi familia que había venido conmigo a la boda, pero ellos no son de irse a bailar, asi pues y tras no querer pasar la noche del viernes encerrada en casa decidí salir a ver qué encontraba por allí, y al poco de visualizar el ambiente, momento gacela oculta tras los arbustos esperando a su presa, vi a alguien que conocía y me acerqué a saludar. Una vez ya situada y comenzada una ligera conversación situé a la orquesta, en especial al cantante que estaba bastante bien, y al poco de estar allí vi que una mujer de unos 40 años me llamaba con efusividad para que bailase junto a ella. Por lo visto era la hermana de un chaval del pueblo que conocía desde hacía años, ella me había reconocido pero yo a ella no, y sin importarme mucho me puse a bailar con ella y su grupo de amigas al son de las canciones orquestiles.
Confieso que me lo pasé realmente bien, aparqué miedos y disfruté de lo lindo bailando y riendo. Me hubiese quedado hasta tarde pero al día siguiente tenía que madrugar y arreglarme para ir a la boda.
El sábado por la mañana me levanté muy temprano. La casa donde nos quedamos queda a escasos 50 metros de la Iglesia y en fiestas tienen la buena costumbre de dar campanazos a eso de las 7 de la mañana, asi pues me desperté y fui a recorrer las gargantas y toda la naturaleza que envuelve a este bonito pueblo del Valle del Jerte.
Disfruté haciendo fotos y tropezando entre las piedras. Por una vez no me resbalé y caí dentro, mas de una vez me ha pasado ya, y metí la manita para probar la temperatura del agua, respiré profundamente y cuando el sol me indicaba que empezaba a hacer calor decidí que era hora de regresar.
A escasas 3 horas del comienzo del enlace mi familia me comunica que no me voy a sentar en su mesa, sino que me han puesto con la "gente joven". Muy bien, dame una petaca para echar un poquito de vozka en mi agua sin que se note demasiado.
Si es complicado estar con gente de tu propia familia que apenas conoces, mas aun es estar en una mesa rodeada de gente que no conoces en absoluto, a lo sumo de un hola qué tal.
En esta boda cosas curiosas haberlas las hubo, el cura era un tío muy especial, dijo lo que le vino en gana durante la celebración. Lo que más me llamó la atención fue cuando muy serio se dirigió a cada uno de los novios y les dijo: Hernando, tú sabes que no te casas para ser feliz verdad? y a su vez: Rosaura, tú te casas no para ser feliz...
Ellos con cara de "que me está contando" se miraron y no sabían ni qué contestar, porque encima el cura era de los que pedía respuestas en cada pregunta que hacía. Todo se calmó cuando fue el propio sacerdote el que se autorespondió diciendo: verás, os casáis no para ser felices, sino para hacer feliz al otro. Y entonces se oyó un suspiro generalizado en la Iglesia y todos sonreímos.
También me extrañó el hecho de que para ponerse los anillos y pasarse las arras, los novios tuvieran que subirse al altar. La verdad es que llegó un momento en que todo me parecía una obra de teatro, entre la música de fondo que no podía distinguir bien y los aplausos que el cura pedía... si, algo extraño.
En esta boda no encontré ningún bolso con forma de payaso como en la anterior, pero si vi un tocado que me llamó la atención y me gustó bastante, mas que nada porque me encantan los colorines. Asi que cámara en mano le pedí a la buena mujer (que rondaba los 60 años) que me dejara hacerle una foto a esa cosa que llevaba en la cabeza, y aquí la tenéis:
Al llegar al pueblo donde se celebró la cena, el lugar parecía maravilloso, era una casa rural muy bien decorada. Tenían hasta una piscina rodeada de velas por si alguien quería darse un baño nocturno, idea que muchos de nosotros sopesamos al final de la noche.
Había detalles muy bonitos, por ejemplo la decoración de las mesas, en cuyas copas había mariposas de colores, el detalle de los novios de poner una mesa llena de golosinas con sus nombres, el poner un libro de firmas con dos bolis de unos pollos extraños vestidos de novios... pero el detalle mas especial y llamativo, fue que habían contratado a un artista para hacernos caricaturas a todos los que habíamos ido a la boda. Era el regalo que nos dieron a cada uno.
La mayoría de caricaturas eran de parejas, o de familias que habían ido con los niños y las hacían todas juntas. Yo no quise hacérmela con mis padres puesto que siempre he querido tener una de mi sola, asi que me planté allí y le dije al chaval: como yo vengo sola esmérate en hacerme fea, va. Dicho y hecho, así me dejó:
La verdad es que fue muy gracioso, como en apenas 3 minutos te observa y plasma tus rasgos. Recuerdo como mi madre que estaba detrás del chaval mientras me pintaba, le decía "pero si mi hija es mas guapa, no la pintes asi" y yo diciendo: a ver mami, déjale tranquilo que me va a pintar con cara de mala leche y la vamos a liar... efectivamente me sacó con mis mofletes, mi pelo rizado, mi sonrisa de "mamá cállate y déjame tranquila" y mi naricilla graciosa. Le faltó sacarme los pechotes pero era mi cara o ellos...
Durante la cena la verdad es que pese a mi estado inicial de cohibimiento y no saber qué decir, rápidamente me asocié con la chica que tenía al lado y hablando de las caricaturas que nos habían hecho empezamos a indagar en temas varios. Luego la conversación de la mesa se centró en temas de trabajo y política, el chico que estaba a mi izquierda trabajaba en varios países fuera de España y me pareció muy interesante todo lo que se habló, claro que al no dejarte meter baza es complicado, porque muchas veces parece que al sacar ciertos temas solo los hombres tienen derecho a opinar y parece que las mujeres no sabemos, de hecho cuando hice un comentario refiriéndome al comercio exterior y las exportaciones me miraron extrañados como pensando: y tú qué sabes de todo esto? Pues si, no soy ingeniera o esas cosas, pero mis mínimos conocimientos de temas generalizados si que los tengo, vamos, que se me puede sacar de casa.
Tras la cena venía el baile, y estábamos en las mismas, las personas con las que había cogido confianza se marchaban y de nuevo me quedaba sola. Entonces fui a pedir una copa y mientras observaba con envidia el grupo de chicos que bailaban en la pista el ingeniero situado a mi izquierda de la boda se acercó a mi y me dijo que fuese a bailar con ellos. No necesité que me lo dijeran dos veces, allá que me fui a bailotear durante tres horas, yo y mis tacones. Sin parar. Y si, me lo pasé muy bien.
En uno de los bailes, el pincha que estaba poniendo la música propuso hacer cambios de pareja, y en ese momento me di cuenta de varias cosas:
1. Que cuando bailo agarrada no soy la mejor de las bailarinas.
2. Que mi mirada inquietante atraviesa a las personas.
Y digo esto porque en una canción que duraba escasos 5 minutos, y durante los cuales tuve al menos 8 parejas de baile, 6 de ellos me bajaban la mirada y me decían: lo siento pero es que soy muy torpe bailando. Pero... ¿te he dicho yo algo? La verdad es que llegué a la conclusión de que haga lo que haga parece que siempre hay alguien que al verme siente que soy demasiado... y vale, los que eran mas bajitos que yo pues entiendo que no me miren a los ojos fijamente jejeje pero me llama mucho la atención la poca personalidad que demuestran algunas personas a veces. Vale, yo he de confesar que tengo un carácter muy muy muy marcado, pero eso no implica ni que haya que temerme ni que sea alguien difícil con quien mantener una conversación, de hecho quien se acerca y lo ve siempre suele decirme que soy simpática. Vale, no ligo, ni me piden mi teléfono ni esas cosas, pero eso me importa mas bien poco.
Al final de la boda, cuando estaba bailando y uno de los chicos del grupo se había atrevido a acercarse a mi y compartir conmigo un par de bailes agarraditos, estaba preguntándome de dónde era y si me quedaba hasta el final de la noche, cuando de repente aparece mi madre por detrás, me da un golpecito en el hombro y me dice: Gema, el autobús se marcha, asi que venga que estamos tardando.
Lógicamente me tuve que ir, me despedí del chico y poco mas pudimos hablar porque él se quedó bailando y yo me dirigí al bus para regresar al pueblo.
Esa noche apenas pude dormir, de hecho tan solo lo hice durante una hora y ya en la madrugada. Tenía que levantarme pronto para regresar el domingo a casa...
Pero antes, nos dimos una vuelta por los árboles frutales a ver cómo estaban, recogimos nectarinas, melocotones e hice fotos a mis preciados kiwis que estaban fenomenales.
En definitiva un fin de semana estupendo, respirando aire puro y pasándolo en grande. Ya solo me queda una boda este año... así pues, seguiremos bailando.
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