jueves, 31 de octubre de 2013

Halloween

Hace ya unos cuantos años que esta fiesta de origen celta se está acomodando en nuestro país. La vemos constantemente en el telediario donde se nos muestran imágenes de Estados Unidos donde es muy famosa por los disfraces y las decoraciones en los jardines. El denominado "Trick or Treat" o "Truco o Trato", que consiste en vestir a los mas pequeños de la casa con disfraces de vampiros, brujas o todo tipo de seres tenebrosos y pasear por las calles para ir llamando a las puertas de los vecinos y exigir caramelos, está tomando forma y en este día podemos ver por las calles a niños que vuelven del colegio con sus mochilas y las capas de vampiros o a niñas con sus sombreros de brujas. La idea consiste en que una vez ataviados con el disfraz, los niños recorran el vecindario para obtener los dulces diciendo aquello de truco o trato. En caso de que se les entreguen los dulces se habrá logrado el objetivo pero si estos no son dados, los niños pueden vengarse con cualquier truco, por ejemplo llenando de papel higiénico el jardín, echando espuma sobre la puerta o alguna otra travesura siempre que no sea vandalismo.
Hoy a pesar de que vi numerosos niños por las calles con sus vestimentas terroríficas estoy casi segura que lo que no se hace es ir llamando a las puertas de las casas, y es que aunque cada vez mas vamos adoptando costumbres de otros países, es cierto que no estamos acostumbrados a que a la hora de cenar se nos llame a la puerta para pedir caramelos. De hecho si lo hubiesen hecho esta noche se hubieran llevado una grata sorpresa, puesto que en mi casa lo único que les podría haber dado es brócoli que era lo que tenía para cenar. Sin embargo si que nos gusta sentir el ambiente y para ello decoramos nuestras casas, vaciamos calabazas y pintamos fantasmas en las ventanas. En mi casa lo único que hago es dejar de limpiar durante un mes el polvo y así para estas fechas las telarañas se hacen visibles.
Mi amiga Sonia decora calabazas y las pone a la entrada de su casa. Hoy le he pedido una foto de sus obras de arte y he elegido esta porque me ha parecido muy buena.


Cuando llegan estos días ves en los supermercados un montón de calabazas a las cuales se les pegan ojos y bocas y cuyo precio es mayor que el habitual. Esto me ha dado que pensar sobre cuál sería el origen del uso de las calabazas en esta fiesta e investigando un poco por la red me ha llevado a una leyenda, la de "Jack el Tacaño".
Una de las versiones de esta leyenda dice que Jack era un granjero que se dedicaba a robar en aldeas. Un día Jack estaba siendo perseguido por varias personas a quienes había robado cuando al subir al monte se encontró con el diablo. Éste le dijo que había llegado el momento de su muerte pero Jack le tentó diciéndole que todas las personas que le perseguían eran fieles a Dios y que los castigase por ello. Le dijo que puesto que podía convertirse en cualquier objeto, podría hacerse pasar por una moneda y así cuando los aldeanos vinieran a cobrarse lo que les había robado él les pagaría con la moneda y cuando ésta desapareciese se culparían entre ellos pensando que se estaban robando entre sí. El diablo accedió y se convirtió en una moneda de plata, la cual fue guardada en el saco de Jack junto al resto de bienes robados, entre ellos una cruz, que privó al diablo de sus poderes. Entonces Jack sabiendo que había logrado su objetivo, propuso al diablo soltarlo siempre que accediera a no llevarse su alma jamás. Cuando pasado un tiempo Jack muere, su alma no podía entrar en el cielo debido a los pecados cometidos a lo largo de su vida y tampoco en el infierno puesto que tenía un trato con el diablo, por tanto Jack que no tenía donde ir se preguntaba qué hacer con su alma errante. El diablo a modo de burla le arrojó una brasa para que pudiera caminar con algo de luz. Entonces Jack cogió un nabo, que era su comida favorita, lo vació por dentro y puso la brasa llevándolo consigo a modo de farol hasta poder encontrar un lugar donde descansar eternamente.
En Irlanda y Gran Bretaña existía la tradición de tallar faroles sobre vegetales, especialmente nabos y remolachas que posteriormente se colocaban a la entrada de las casas para evitar los malos espíritus. Sin embargo en EEUU y Canadá donde se arraigó esta tradición, no existían plantaciones de estos vegetales pero si había un exceso de calabazas, por lo que fueron los americanos los que decidieron cambiar esta hortaliza en la cual se dibujaban caras monstruosas que se asemejaban a las de Jack.

En cada localidad siempre hay alguna leyenda de miedo que nos pone los pelos de punta, donde yo vivo también hay una que me llamó la atención y es que además está situada en mi calle. Esta noche para contaros dicha leyenda he decidido salir cámara en mano a hacer unas fotos al lugar para ambientar estas letras, y lo mas curioso que me ha pasado, a parte de toparme nada mas salir por la puerta a un heavy disfrazado, es encontrarme a un esqueleto dentro de un coche. Y nadie ha reparado en él ya que no es fácilmente visible, pero no se por qué he mirado y pensando que era una persona me he asomado dentro del coche y era un esqueleto el cual estaba con su cinturón de seguridad puesto. Si, la gente es muy graciosa.


La leyenda dice que en los años 80 había una discoteca llamada Androides, situada en un cruce de calles denominado popularmente cuatro caminos. Sobre ese local se contaban sucesos extraños, vasos que se estallaban sin nadie tocarlos, baldosines de las paredes del cuarto de baño de los cuales brotaban chorros de sangre, incluso hubo alguien que contó que durante una nochevieja hubo un apagón al cual sucedió un frío intenso en todo el local que hizo que las copas se congelaran en las manos de la gente en cuestión de segundos. Pero la historia mas terrorífica que se conoce y que según muchos fue la causa del cierre de la discoteca, es la que se cuenta sucedió una noche de sábado bien entrado el invierno. Esa noche el protagonista de la historia se dirigía en su moto hacia la discoteca para tomar algo cuando de pronto un fuerte aguacero comenzó a caer. Puesto que estaba cerca aparcó su moto y bajo una cornisa ató con su cadena la moto al poste de una señal de tráfico. De repente un escalofrío recorrió su cuerpo y al mirar atrás la sombra de una joven, vestida con una blusa de seda blanca le observaba. La chica estaba totalmente calada, el agua le caía sobre su pelo rubio hacia sus hombros y el rimel de sus ojos sobre su cara. Pablo, que así se llamaba el chico, se puso de pie y viendo que la chica estaba temblando le puso su chaqueta de cuero sobre los hombros. Le sugirió llevarla a casa pero ella se negó y decidió invitarla a entrar en la discoteca a lo que ella aceptó con una leve sonrisa. Una vez dentro conversaron durante horas y ya bien entrada la madrugada Pablo cogió su moto y la llevó a su domicilio. En la puerta ella le dio un beso en la mejilla y quiso entregarle su chaqueta, a lo que él dijo que no se preocupase y que al día siguiente regresaría a por ella con la excusa de volver a verla.
Dicho y hecho, al día siguiente Pablo muy ilusionado por verla de nuevo se acercó con su moto a casa de la muchacha. Tras llamar varias veces, una mujer de unos 50 años abrió la puerta y preguntó por la chica. La mujer atónita le contestó que no debería hacer bromas sobre la muerte de un ser querido y cerró la puerta. Él sin saber cómo reaccionar volvió a llamar y cuando la mujer abrió de nuevo le dijo que no sabía a qué se refería, entonces al ver la cara del chico y que parecía decir la verdad, la mujer le comentó que esa chica a la que él hacía referencia era su hija, la cual había muerto hacía tres años en un accidente de moto. El chico no creía nada de lo que esa mujer contaba y pensaba que era una broma macabra, entonces la mujer para que cesara en su insistencia decidió acompañar al chico al cementerio para que viera que era cierto. Una vez allí, al aproximarse a la tumba de su hija, la madre descubrió que sobre la misma se encontraba una chaqueta de cuero, la misma que el chico le había prestado la noche anterior.

La leyenda dice que el chico tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico y que esta historia salió publicada en la prensa local.
Se dice que en las noches de lluvia intensa algunos motoristas al parar en el semáforo de cuatro caminos creen ver a una joven vestida de seda que calada hasta los huesos se esconde entre los bancos de una plaza situada cerca de esa misma calle y que precisamente queda a escasos metros de donde yo vivo.


¿Realidad o ficción? Las leyendas como todos sabemos leyendas son, pero si que es cierto que mientras caminaba esta noche por la calle para ir a hacer la foto y recordaba la leyenda, un ligero escalofrío me ha recorrido el cuerpo y no he podido evitar mirar hacia la plaza. No he visto nada, pero he tenido la impresión de que no iba caminando sola de vuelta hacia mi casa...

domingo, 27 de octubre de 2013

Speed Dating

Este fin de semana me propuse hacer algo diferente. Llevo mucho tiempo viendo numerosas películas en las que aparecen una serie de eventos para conocer gente de una forma muy curiosa, el denominado Speed Dating. Consiste en unas citas rápidas de 7 minutos en las cuales vas conociendo personas que se sientan en una pequeña mesa y tras un brevísimo diálogo entre ambos debes decidir si te gusta o no.
Llevaba mirándolo un tiempo para encontrar una web fiable para ir acompañada de una amiga. Lo primero que encontré por internet era un detalle que me llamó la atención y es un poco la "discriminación" con la que se trata a hombres y mujeres en este tema. Los precios de estos eventos oscilan entre los 20 y los 25€ para ellos y en el caso de mujeres te dan la opción del 2 x 1 para ir acompañada de alguna amiga. Obviamente lo haces, puesto que te sale a mitad de precio y encima te pasas unas risas comentando lo sucedido.
Coincidió que este fin de semana mi amiga y yo no teníamos planes y había un evento en el que podíamos encajar. Suelen dividirse por edades. Al que nos apuntamos iba de 30 a 40 años. Yo hubiera preferido algo menos ya que lo primero que piensas es que se te van a presentar un montón de casi cuarentones divorciados y tú con 30 añitos como que no encajas mucho, pero lo cierto es que para reír siempre es buen momento. Y eso hice. Cogí un pequeño bolso de viaje y el viernes por la mañana me dirigí a Madrid a pasar el día. El speed dating era a las 9 de la noche. Nos mandaron un email el día anterior para confirmarnos la velada y que fuésemos puntuales.
Lo cierto es que mi viernes fue un día muy movido, quedar con una amiga nada mas llegar a la capital, luego ir a casa de unos amigos a comer un arrós amb costra delicioso, tomar café en una cita a ciegas y por la tarde una hora para arreglarme e ir corriendo al sitio de las citas con mi amiga.
No me dio tiempo a pensar en nada, a crearme una estrategia sobre qué debía preguntar o cómo debía mostrarme, pensé que lo mejor sería hacerlo sobre la marcha y según le viese la cara a los participantes del evento pues actuar. El local está bastante bien situado, en una de las plazas mas famosas de la capital y cerca de zonas de marcha.


Me quedé con mi amiga durante un rato en la puerta viendo pasar a los supuestos "pretendientes" para hacernos una idea del percal que tendríamos una vez dentro. También vimos chicas que iban solas y estaban esperando a que llegase la hora para entrar. Nos habían indicado en el mail que los chicos debían quedarse en la barra del bar y las chicas teníamos que entrar hasta el fondo de la sala. Y así hicimos. Eran las nueve de la noche y mi amiga y yo éramos las únicas chicas que estábamos allí. Mas tarde empezaron a llegar poco a poco. Me llamó la atención que no nos pidieran el DNI ni nada, quizás eso fue algo que eché de menos porque debido a esa falta de control cualquiera podría mentir y atribuirse una edad que no era la del evento.
Al entrar me fijé en la decoración, varias fotografías simulando cuadros todos ellos de Da Vinci, destacando el de la Gioconda que hace referencia al nombre del lugar. Una sala tenue con pequeñas mesas, en todas ellas una vela y un número. El organizador nos informó que las chicas podíamos elegir el sitio y eran ellos los que iban rotando. Nos dio una carpetilla con nuestro pseudónimo, en ella había una pegatina que debíamos colocarnos en la ropa y una tarjeta donde podíamos anotar las características, el nombre y sobre todo si nos gustaba o no.


No se por qué elegí el 8, mi número favorito siempre ha sido el 5 pero quizás por la posición de la mesa o por lo que fuese, escogí ese número, justo delante de mi amiga que tenía el 7. Los primeros instantes estás nerviosa, no sabes qué vas a decir o preguntar, incluso a quién vas a encontrar, pero estaba claro que había ido a pasarme un rato agradable y el resto ya se iría viendo.
Entonces fueron pasando los chicos, sin un orden establecido, cada cual escogía a su "víctima" y empezaba el juego. Yo creo que tuve suerte. El primer chico que se sentó conmigo parecía muy agradable, mi primera impresión fue bastante grata, de hecho yo le preguntaba y él hablaba por los codos. La diferencia de edad también era importante, algo mas de 7 años, historias pasadas muy diferentes, demasiado serio o formal quizás, pero varios puntos a su favor, inteligente y con un gusto por la lectura y la cultura en general que para mi es difícil de encontrar. Aficiones tales como ir al teatro un fin de semana, visitar un museo, leer... esas que hoy en día tanto escasean entre los jóvenes. Tomé nota de muchas cosas en mi mente, también me llamó la atención que me hablase de una relación pasada. De hecho me impactó tanto que tuve que preguntarle cuánto tiempo hacía que lo habían dejado y para mi sorpresa esos escasos tres meses me inquietaron. Me da miedo que algo no esté lo suficientemente curado la verdad, mas que nada porque yo he tardado mucho tiempo y aun así hay cosas que aun se me resisten. Pero él parecía tenerlo muy claro. Hablamos de forma tranquila, estábamos a gusto y relajados, fue curioso. También me llamó la atención el que llevase una coca cola como bebida y no una cerveza como la mayoría de los participantes. Y de repente vi acercarse al organizador para hacer el "Gong" que nos obligaba a cambiar de pareja.


Y así le vi alejarse hacia otra mesa, anoté rápidamente en la cartulina lo que me había parecido y recibí al siguiente participante, un chico altísimo y muy simpático. Tenía algo interesante, quizás coincidíamos en los deportes, él era catalán y yo al ser culé pues me llamó la atención. Su 1,93 de estatura me decían que tendría que ver algo con el baloncesto, como así era.
Uno tras otro fueron pasando hasta un total de 11 chicos para 9 chicas. La verdad es que de todos se saca algo, quizás yo fui demasiado radical a la hora de seleccionar, había un chico con un brazo tatuado, no pude evitar fijarme y preguntarle. Me parecieron letras extrañas y le dije ¿eso es árabe? y su respuesta me conmocionó: es élfico. Claro, al oír eso me quedé pensando... ¿me estás diciendo que te has tatuado los nombres de toda tu familia en el idioma del señor de los anillos o qué? Lo cierto es que no me gustan los tatuajes en una persona, ni los pendientes, ni la barba, no soy de "malotes", nunca lo he sido y eso no creo que cambie mucho. Tampoco me gustó el que yo preguntase algo y el chico me diera mil vueltas sin contarme la verdad, si empiezas mintiendo a la simple pregunta de cuántos años tienes mal vamos. Hubo otro que nada mas sentarse no supe ni qué decirle, su forma de situarse y una mirada altiva desafiante me dejó impactada, la chulería tampoco va conmigo. Con ese estuve a punto de levantarme a dar yo misma al Gong porque los 7 minutos se me hicieron eternos. También me tocó otro que parecía el Justin Bieber versión gallega. Reconozco que hubo determinadas situaciones que sonreí muchísimo. También hubo otro que cuando se sentó a mi mesa lo primero que me dijo fue: "no te pienses que por llevar una cerveza en la mano me gusta beber..." Yo no pienso nada, le dije, cada cual ha elegido la bebida que quiere o mas le gusta. El último fue el más gracioso, nada mas sentarse me pareció como si pudiera ser mi padre, bajito, calvo, con gafitas y según él era funcionario. Tenía 41 y había ido de relleno, porque el organizador le avisó y no tenía ningún plan para ese viernes. De hecho me contó que ya había ido tres veces y que en ninguna había logrado encontrar ninguna chica, lo tenía demasiado asumido.
Tras casi dos horas de estar allí, terminé de anotar todo en la tarjeta y no me di cuenta que el organizador las estaba pidiendo para saber lo que habíamos elegido. Entonces me percaté del fallo que había cometido. No había puesto si o no, sino una serie de anotaciones rápidas para acordarme de los chicos y se me había olvidado lo importante. Esto implicaba que en medio minuto tenía que recordar todo e ir poniendo si o no en función de mis sensaciones y anotaciones. Me excedí en los si, pero supongo que daría igual, no creía que ninguno de ellos me diera su voto positivo osea que las coincidencias serían pocas.


Cuando estábamos recogiendo se me acercó el primer chico y estuvimos comentando un poco cómo había ido. Entonces sonreí y le pregunté ¿Te gusta el brócoli? no se muy bien la cara que puso pero me respondió que no era de sus favoritos pero que lo comía a veces. Me gustó su sonrisa y le dije: seguro que esta pregunta  no te la ha hecho nadie.
Finalmente el organizador nos comentó que ya tenía todas las tarjetas, al día siguiente cada uno tendríamos un email con las coincidencias y en tal caso nos pasarían a ambos la dirección de correo electrónico de cada uno y nos podríamos poner en contacto.
Sin embargo rompimos las normas. Cuando terminó el evento teníamos hambre, la idea de mi amiga y mia era quedar con otra amiga para ir a cenar y tomar algo, sin embargo un grupo de chicos nos dijo que si nos apetecía ir a cenar y decidimos que quizás no fuese mala idea. Yo no lo vi muy bien, me gusta respetar las normas y mantener esa tensión o espera, pero tampoco podría suceder nada malo. Asi que un grupo de los que allí estábamos nos separamos y fuimos a cenar a una terraza. No se muy bien cómo yo acabé lejos de mi amiga y cerca del primer chico con el que tuve la cita. Casualidades. También mi otra amiga que llegó mas tarde se sentó a mi lado. La cena transcurrió bien, hablamos de todo un poco y como me dijo el chico, en estos casos se podía conocer mas a las personas que no en las citas de 7 minutos. Tocamos diversos temas, mas serios o mas graciosos. Yo no quise darme mucho a conocer puesto que yo miraba al chico y le veía serio, súper educado cogiendo el tenedor y cuchillo para comerse la tosta de carne que pidió y yo ahí dando bocados y cogiéndola con la mano. La noche y el día vamos. En un par de comentarios se lo dije, que parecíamos muy diferentes. Sin embargo hubo algo que me gustó, me comentó que iba un poco nervioso y que cuando se sentó conmigo se sintió relajado y cómodo, como si me conociera o me pudiera contar cualquier cosa, que le inspiraba confianza. Eso para mi significó mucho la verdad.
A lo largo de la cena surgieron bromas, comentarios, amistades y enemistades, todo sea dicho. Porque el que no había soportado en las citas lo tenía justo enfrente y entre nosotros no es que hubiera cariño precisamente. El de baloncesto propuso la opción de crear un grupo de whatsapp para ponernos en contacto y hacernos amigos. Él había llegado hacía poco a la capital y quería conocer gente para salir a tomar algo, yo no quería dar mi teléfono. Todos los que allí había no tenían por qué saber mi teléfono si yo no los había elegido y además se estaba rompiendo lo bonito de toda esta historia, darnos los teléfonos antes de saber cuáles habían sido los resultados finales. Terminé accediendo y dándole mi teléfono para que me metiese en el grupo. Al finalizar la cena algunos decidieron marcharse a casa y otros quisimos continuar con la fiesta saliendo a bailar y tomar una copa.
Recuerdo que cuando nos despedimos me dio pena que algunos no se viniesen con nosotros pero tampoco quería convencer a nadie a quien apenas conocía. Nos dimos dos besos y cuando nos disponíamos a marchar hacia la discoteca recuerdo que miré al chico que tuve a mi lado durante la cena y él me devolvió la mirada, eso me gustó. No lo notó nadie, de hecho no se si él mismo lo hizo adrede o simplemente coincidió que estaba mirando hacia donde yo lo hacía, pero mi sonrisa tímida decía algo así como "me ha encantado conocerte". Y esa última mirada era de las que se te quedan grabadas en los finales de las películas, algo parecido. Quizás solo por mi parte dada mi imaginación constante, pero fue algo que me gustó mucho.
El resto de la noche transcurrió de forma muy divertida. Estuve bailando bastante, de hecho el chico venezolano del evento me agarró por banda y nos marcamos unos buenos meneos en cuanto a salsa se refiere. Si, me gusta bailar y hacía mucho que no iba a una discoteca a mover el cuerpecito.
Durante el tiempo en que mi amiga y yo bailábamos y el resto de chicos nos acompañaban, hubo una chica que se separó del grupo junto con otro chico algo mas joven. Ellos se habían sentado cerca durante la cena y supongo que habrían coincidido, tanto que en escasas 4 canciones ya se estaban comiendo con los ojos y posteriormente con la boca. Nos quedamos un poco sorprendidos, yo no mucho pero si que es cierto que yo no creo que hubiera hecho nada parecido. Esa fue la sorpresa de la noche y la que nos dejó flipando colorines. Casi de madrugada decidimos marcharnos para casa, cogimos un taxi y tras una despedida rápida con los chicos que quedaban nos fuimos. Esa noche me costó bastante dormir, había muchas cosas en las que debía pensar y tomar nota.
A la mañana siguiente recogimos todo y regresamos para Talavera, durante todo el camino estuve durmiendo puesto que no había pegado ojo y apenas comenté nada con mi amiga sobre lo sucedido. Cuando recibiésemos los emails confirmándonos con quién habíamos coincidido nos pondríamos en contacto. Y así fue. Apenas unas horas mas tarde ya teníamos en nuestro correo un email diciendo quién era la persona que había coincidido con nosotros y nos daba su dirección de correo electrónico.
Para mi sorpresa sólo había tenido una coincidencia, y era con el primer chico de la velada, el último con el que hablé y el que estuvo a mi lado en la cena. La verdad es que no me lo esperaba, yo creo que no soy una persona que llame la atención y mucha gente me dice que mi personalidad asusta un poco, mas que nada por tener las cosas claras y parecer muy fuerte. Incluso hasta mis propios amigos me lo han dicho, pero a mi no me importa demasiado.
Sinceramente y tras haberlos conocido un poco mas durante la cena, no les diría que si a todos. De hecho los que acabaron juntos esa noche no se habían votado y sin embargo ahí estaban.
A veces las primeras impresiones fallan pero en otras no tanto y yo estoy ahí, que ni una cosa ni otra, me muestro tal cual soy desde el inicio pero que según me vas descubriendo puedes encontrar mucho mas.
Ahora quedaba lo complicado, ¿qué hacer? Anoche tras pensar un rato decidí escribir a mi única coincidencia. Tenía su teléfono pero prefería seguir las normas del evento y escribirle un email. En él le contaba un poco lo que me había parecido, también algo mas de mi y pequeñas impresiones. Le decía que suponía que tras la cena quizás no quisiera saber mas de mi puesto que éramos muy diferentes pero que me había atrevido a escribirle porque me apetecía y rara vez no me atrevo a hacer algo que no tenga ganas de hacer. Y entonces esta mañana estábamos comentando en el grupo de whatsapp un poco todo cuando de repente he recibido su llamada. Y me he puesto tan sumamente nerviosa que no sabía a veces ni qué decir, pero con él es fácil, habla mucho y te cuenta su vida en un momento, aunque creo que hemos hablado cerca de hora y media. Ahora es cuando os digo que este evento ha sido algo especial, lo que pretendía ser algo que contar por aquí y pasar unas risas con una amiga, ha tomado otro cariz y hasta os puedo decir que me ha ilusionado un poco. He conocido a chicos muy simpáticos y majetes y me ha gustado. Creo que es una forma muy buena de hacer amistades, tanto entre ellos como entre las chicas y bien es cierto que nunca esperas encontrar a nadie, pero quién te dice que quizás no puedas encontrarlo.
Lo cierto es que tras la llamada de esta mañana cuando he colgado aún seguía sonriendo y al sentarme a la mesa mi madre muy intrigada por esa sonrisa mía me ha preguntado con quién había hablado que tenía cara de tonta... ¡No te metas mamá! y acto seguido me he puesto a comer.

Si, hay que atreverse a hacer cosas diferentes en la vida, a mostrarse tal cual eres sin miedo a nada, pero sobre todo a gustarse a uno mismo pese a las circunstancias que te envuelven. Y quién sabe lo que puede ir surgiendo ¿no?

jueves, 17 de octubre de 2013

Castigo, Olvido y Consuelo

¿No os sucede que hay determinados momentos en que una película, una canción o un libro os marcan parte de vuestra vida? 
Soy de las que piensa que nuestro presente tiene que ver con todo lo que ha tenido lugar en nuestro pasado, con esos hechos que nos han ido convirtiendo en lo que hoy somos. 
Con el tiempo y las experiencias te das cuenta que cada minuto que inviertes en hacer algo es tremendamente valioso, y por ello escoges tus actividades con sumo cuidado, eliges las personas de las que quieres rodearte y disfrutas de aquello que te hace sonreír al máximo. 
Por eso ya apenas escucho las canciones que antes tanto me gustaban y me hacían pensar, he dejado de ver películas románticas que elevan mi imaginación al cubo y acaban fastidiando mi día a la séptima potencia y entre mi biblioteca son sólo unos cuantos los elegidos que permito alojarse para acumular polvo y vivencias con el paso de los días. 
Sin embargo y pese a alejar de mi determinadas cosas, en ocasiones el destino se hace imprevisible y te aborda con sucesos que no te esperas. Uno de ellos fue "conocer" al escritor de un libro que ha marcado un antes y un después en mi inestabilidad sentimental. 

Supe de la existencia de su libro hace unos cuantos meses, sin embargo me resistí a leerlo por miedo, miedo a que esas palabras o esa historia pudiera hacerme sensible y reencontrarme con sentimientos que poco a poco he ido aplacando.
Y de repente un día me topé con su autor. Yo lo llevo siguiendo durante mucho tiempo en las redes sociales, me gustan sus palabras, sus artículos de prensa y quizás por saber cómo es su forma de escribir me resistía a leer su novela. Pero un comentario encendió esa pequeña chispa que provoca que te atrevas a hablar y a compartir palabras. Son muchos sus seguidores y no se muy bien el por qué él decidió seguirme a mi, pero quizás esas pequeñas frases de apenas 140 caracteres me dieron el empuje que necesitaba para comprar el libro. Y así lo hice. Lo pedí a una librería por internet y al día siguiente lo tenía en casa.
Aparentemente sus tapas no dicen nada, recuerdo que comentándolo con una amiga me dijo que parecía un manual universitario y que de estar entre un montón de libros quizás no llamase la atención, pero así es él, un autor que dice no vender por la portada. 
Y poco a poco me fui adentrando en sus letras, en lo que para mi era un conjunto de sentimientos enfrentados. Comencé llorando, sus primeras páginas me trajeron recuerdos que se acercaban tanto a mi propia historia que no pude evitarlo. Aun así no cerré el libro y decidí seguir leyendo, porque a veces uno se hace fuerte enfrentándose a sus propios miedos y recuerdos pasados. 
Son tantas las palabras que encierran esas escasas 73 páginas, tantos los sentimientos allí expuestos que en ocasiones has de leer hasta dos o tres veces el mismo párrafo para encontrarle un sentido, porque así es él, el que todo lo lía para dar un significado opuesto a lo que parece claro. Porque cuando te sientes triste leyendo alguna de sus frases, él le da un giro de 180 grados para hacerte sonreír o al menos quedarte pensando en lo que ha dicho, haciéndote olvidar ese motivo que te provoca hacer "pucheritos". 
  
Hay personas que te regalan su alma en lo que escriben, creo que él es una de ellas. Una historia que te conmueve desde el inicio hasta el final. Quizás yo estoy muy acostumbrada a sus frases, a sus letras pero en cada página notas como esos sentimientos tan bien descritos se hacen tuyos.
¿Quién no ha pasado por una ruptura sentimental? Él la aborda con una historia mágica en la que poco a poco te vas adentrando y conociendo los personajes. Pero de fondo queda la parte en la que toda historia se divide cuando acaba y que él rompe en tres, castigo, olvido y consuelo.
A todos nos es fácil identificarnos con cada una de estas etapas, alguna vez he hablado de ello, sobre la rabia que se siente al inicio, cuando te repites una y otra vez esos momentos vividos que dieron origen a lo que mas tarde sucedió, y no puedes otra cosa que castigarte por haber cometido tantos errores. 
Pero como él bien dice... "cada cosa que se hace le roba el protagonismo a otra que fue posible". Quizás no sabemos cuáles serían las mejores de todas esas posibles que tenemos, pero bien el destino o el empeño hacen que tan sólo una se lleve a cabo. El resultado final solo se ve cuando pasa el tiempo. 

Hay una frase de este libro que se me quedó grabada a fuego, y decía algo así como que una relación acaba en el momento de empezar a conocernos, y ahora lo veo muy cierto. 
Piensas cómo al principio todo son coincidencias, los me gusta hacer esto o aquello siempre aparecen de forma espontánea, porque claro... ¿cómo vas a hablar de lo eterno? Eso se hace con el tiempo, el mismo que ha de pasar cuando a una relación no le encuentras ya el sentido de su existencia, de su seguir siendo. 

Durante el olvido y consuelo muchas son las frases pensadas, muchas de ellas en mitad de la noche cuando sobresaltada despiertas y te das cuenta que ya no hay nadie. Noches de insomnio que nos provocan cansancio a la mañana siguiente y sin embargo nunca acabas de rematar. Son muchos los sinsabores que tratas de ocultar tras el primer café de la mañana y los chocolates a lo largo del día. 
Vas dejando pasar ese tiempo poco a poco, engañándolo con tardes ocupadas y quehaceres eternos. Y así, un día piensas que quizás hay algo que nunca se olvide, que siempre permanece, pero ya no importa, al menos no tanto. 

Y hoy precisamente mientras he salido a hacer unas fotos al caer la tarde, un recuerdo me ha llamado, literalmente hablando, porque lo que he recibido ha sido una llamada de alguien que ha formado parte de mi pasado. Y entonces tu continuidad se ve alterada por unas palabras, por el simple hecho de oír un nombre, pero ahora es diferente. Ya no hay lágrimas por medio, solo un triste recuerdo que es difícil de borrar pero que te ha hecho ser la persona que eres. 


Y por todo ello, quiero dedicar estas humildes palabras al escritor de esta novela que me ha dado mucho y que recomiendo fervientemente. No puedo decir nada más ni nada menos sobre esta historia, simplemente que todo aquel que la lea disfrute y tenga en cuenta esas frases que luego sirven para dar grandes consejos. 

                                                                     Gracias L.K.

jueves, 3 de octubre de 2013

Desde mi ventana

Esta mañana cuando estaba esperando en el banco que me tocase mi turno, me ha pasado algo curioso. De repente un chico ha entrado con la camiseta del Real Madrid y el 7 de Ronaldo a la espalda. Todo era mas o menos normal hasta que se ha saltado la cola y en mitad de la sucursal ha soltado un "Hala Madrid", le ha dicho algo al cajero y se ha ido. Yo le conozco porque le veo pasar muchas veces por mi calle, pero nunca me hubiera imaginado tal cosa.
Cuando he terminado las gestiones he ido a comprar el pan al supermercado. Todo normal, algún cotilleo que otro aparte, me he dirigido a pagar a la caja y entonces me ha sucedido algo muy gracioso. Delante de mi había un hombre de unos 70 años que llevaba una cesta llena de cosas, luego iba yo y detrás de mi una mujer con un buen escote. Entonces el señor se ha dirigido a la mujer situada a mi espalda y le ha dicho, si quiere puede pasar, que lleva poco... yo inmediatamente he pensado "si, sólo lleva un par de melones". Obviamente ambos deberían haberme pedido permiso puesto que yo iba delante, pero no, ha pasado sin mas. Y en lugar de enervarme como perfectamente podría haber hecho, me he reído y he pensado en aquello de "dos tetas tiran mas que dos carretas" y me he mirado mi triste escote pensando en que quizás el próximo día debería meterme un par de melocotones a ver si así...

Esta tarde ha comenzado a llover, no me apetecía nada salir y lo cierto es que tampoco tenía ningún plan. Me he dedicado durante un buen rato a mirar por la ventana mi calle. Y mientras miraba he descubierto pequeños detalles.
A las 20:08 se encienden las farolas, cada una de ellas tiene dos bombillas grandotas pero sólo se enciende una. Para ahorrar supongo, aunque si esto lo hacen así, no se por qué las diseñaron dobles y no simples.
Cuando llueve se forma un alboroto generalizado, sean cuatro gotas o el diluvio universal.
Por las aceras están los que sacan los paraguas y forman un atasco por el cual es difícil de penetrar. Luego los que no llevan paraguas y caminan pegados a la parte de la acera protegida por los salientes de las casas para evitar mojarse demasiado. Aquellos que tratan de refugiarse en los comercios mas cercanos hasta que escampe un poco y no paran de mirar su reloj pensando cuánto tiempo tardará.
Mientras miraba por la ventana me he reído al ver al mismo chico que esta mañana ha entrado en el banco con la camiseta del Madrid, entrar en la droguería que hay frente a mi casa. Vestía un pantalón vaquero y una camisa blanca con una corbata negra. Me ha sorprendido verle tan elegante y no con su camiseta del Madrid habitual. Me he quedado mirando fijamente, pero mis ojos no llegaban a vislumbrar lo que dentro del comercio estaba pasando. Sin embargo dos minutos escasos después, el mismo chico ha salido del lugar sin ninguna compra en la mano y con la camisa desabrochada y la corbata a un lado. Debajo llevaba su camiseta de Ronaldo. Me ha hecho tanta gracia que me he imaginado la historia de lo que había sucedido ahí dentro. Me he imaginado al chico pasar a la droguería tan formal y una vez allí, abrirse la camisa en plan Clark Kent, sacar al Ronaldo que lleva dentro y decir la misma frase que esta mañana, pero en lugar de salir volando como Superman, ha salido tan normal, con sus andares extraños.
Desde mi ventana he visto como un abuelo que paseaba a su nieto le daba su paraguas al niño puesto que el carricoche no llevaba cubierta, y el pequeño con su manita lo agarraba fuerte evitando así mojarse mientras que el abuelo sufría las inclemencias del tiempo.
Parejas que compartían el mismo paraguas abrazadas fuertemente. Un chico que iba acompañado por dos chicas y les ha cedido su paraguas a ellas mientras él salía corriendo a refugiarse bajo un saliente.
Un grupo de niñas pijas cuyos paraguas iban a juego con sus botas de agua y las carcasas de sus móviles última generación.

Y entonces un trueno lo calla todo. El ruido de los coches, el jaleo de la gente que corre presurosa para llegar a casa... pero a ellos no los calla. Una pareja se está despidiendo frente al portal. Ella mira hacia todas partes temiendo que alguien los vea, él la mira a ella.
Sigue lloviendo y llevan un solo paraguas. Es tarde y han de despedirse. Un beso. Ella se marcha corriendo y él se queda mirándola hasta verla subir las escaleras.
Me recuerda a la escena de Gene Kelly solo que el chico no lleva ni sombrero ni cuando se ha ido ha cantado, pero algo tiene esta lluvia que me ha hecho sonreír. Quizás el verla en casa calentita y tras los cristales, quizás.


Disfrutad de estos días de lluvia intensa y de cuando en cuando cerrad el paraguas sintiendo como la lluvia cae mientras en vuestro interior os sale el cantante que todos llevamos dentro.