martes, 25 de marzo de 2014

En Venta

He pensado que hoy, un martes cualquiera del mes de marzo, podría ser un buen día para venderme. Hace tiempo que la gente me lo dice, aquello de quiérete más, di cosas más bonitas sobre ti, eres una chica estupenda... 
Hoy voy a hacer acopio de todas esas cosas que de forma poco habitual se me dicen y las voy a exponer por aquí. 

Ha llegado la primavera, dato útil donde los haya lo sé, y tengo ganas de sonreír un poco. A ver, que yo sonrío siempre pero me refiero a sonreirle a alguien de forma especial. Sí, esto de quedarse embobada mirando a una persona a los ojos y que se te olvide todo. 
No voy a ser tan cursi de decir lo de que quiero que el estómago se me llene de mariposas porque tampoco es cierto. El estómago me gusta rellenarlo, pero de comida. 

Pues bien, allá voy. 

Para los que no me conozcan todavía he de decir que soy una chica encantadora, no tengo abuela ni por parte de padre ni por parte de madre así que puedo decirlo. El término encantadora puede englobar mogollón de cosas y en mi caso van desde ser divertida, atrevida, alocada, cariñosa, simpática, amiga de mis amigos y de los amigos de mis amigos, detallista, incluso hasta con bastante cultura general (muy a grosso modo vale), futbolera (que no deportista), cocinera, imaginativa y cuenta cuentos. Seguro que me dejo mil cosas más pero bueno, siempre está bien sorprender. 
De mi mis amigas dicen bastantes cosas, la mayoría malas, pero seguro que es por envidia. Si oís algo malo de mi es porque yo lo hice mejor que ese alguien, bueno.... depende de lo que se esté hablando. 
Si hay algo que mis amigas destacan siempre de mi es que bailo muy bien, sinceramente a mi no me consta porque yo no me veo. Empecé desde pequeña a hacer aerobic y era un poco patosa hasta que cogí el ritmo, luego me dediqué a coger un cepillo de pelo, meterme la camiseta debajo del top (por aquel entonces no usaba ni sujetador) y a poner a Britney Spears en la tele mientras yo la imitaba mirándome al espejo. Y así es como yo aprendí a bailar. Con el paso del tiempo he ido adoptando pasos de Beyoncé o de Shakira, pero siempre a mi estilo. 
Lo cierto es que cuando oigo música que me gusta no puedo evitar moverme. Hace un par de días estaba cruzando el paso de peatones y un chico con un coche con la ventanilla bajada llevaba una música molona, pues yo soy de las que según cruzan por las rayas blancas va moviendo los pies incluso dando vueltas o saltos, según surja. 
Entiendo que a veces sea un poco ridículo ir conmigo por la calle y que haya personas que se desentiendan de mi, pero es que si no le pones un poco de chispa a la vida... ¿Como que todo es muy soso no? 

Recuerdo cuando el primer día de universidad entré a clase y había un chico que me sonaba de algo su cara. Me acerqué a hablar con él y le dije que creía conocerle de algo mientras le sonreía (he de decir que el chico ni era un Adonis ni nada parecido). Él me miró como si estuviera loca y muy serio me respondió: "no te conozco de nada". 
Con el tiempo al chico pasaron a denominarle "el sin sal" y yo pues me gané el afecto de casi todos los de mi clase, vuelvo a repetir que los que me odiaban era por envidia seguro. 

Siempre he sido muy descarada, no me he cortado en decir o hacer algo, lo que me ha traído consecuencias y no muy buenas, pero hoy estoy para contar lo mejor de mi... porque fallos tenemos todos. 

No me voy a poner ningún pero porque como os he dicho soy maravillosa. Los hay que continuamente me están pidiendo que les mande una foto de mis tetas o cosas similares. No os voy a engañar, no tengo tetas. Bueno, tengo dos pero ni mucho menos del tamaño de las de Pamela Anderson, pero como yo digo se pueden agarrar y te caben en la mano (una en cada mano, no las dos en una se entiende) ¿Para qué más? 

Hablo mucho, eso también es verdad. Pero oye, así no te puedes aburrir conmigo, además 4 de cada 3 cosas que digo suelen ser chorradas, con lo que es muy fácil reírse conmigo. También incluso te puedes reír de mi porque como he dicho suelo ser patosa y se me queda el tacón metido en cualquier agujero o si me das un par de cervezas más de la cuenta te canto una jota. 
Bueno lo de cantar no es uno de mis mejores dones. Mi madre dice que en la voz me parezco a Amaia Montero, a veces también me dice que parezco un gato al que han pillado el rabo con la puerta, pero bueno, mi madre no es que me dedique grandes piropos porque me tiene muy vista y ya sólo ve los fallos. 

Creo que a grandes rasgos puedo decir que esta soy yo, lo que me rodea es ajeno a mi pero a veces también me afecta. Así pues futuro comprador, seas quien seas, recuerda que tras el producto que vas a adquirir siempre hay unos sentimientos y que la garantía expira en el momento en que ese producto no sea cuidado como se merece. 

Nota: Guardar en lugar fresco y seco. Sí, ahí mismo, al lado del brócoli. 


miércoles, 19 de marzo de 2014

Érase una vez una pequeña aceituna...

Ayer estaba dando un paseo al atardecer cuando recibí una extraña llamada de teléfono. Debido al ruido de los coches y que la zona por donde iba no tenía muy buena cobertura no me enteré muy bien de lo que el interlocutor me decía, simplemente me citaba a una hora en un sitio extraño al día siguiente por la tarde.

Un tanto extrañada y por lo que podía intuir de esa cita me quedé pensativa toda la noche y caí en la cuenta de que podía ser de una oferta de trabajo que eché hace bastante tiempo y de la cual ya me había dado por descartada. 

Esta tarde tras comer rápidamente me puse el wonderbrá, un pantalón pitillo negro y un jersecito amarillo. Me gusta mucho ese color, y así, desafiando a la mala suerte he cogido el coche y me he dirigido hacia la dirección que creí entender. Pero más que dirigirme a un sitio concreto he salido a la aventura, porque entre que no escuché bien y que no tenía papel para apuntar nada, he decidido probar suerte. He acabado en un camino de cabras por donde no había ni un solo coche, claro que a las 4 de la tarde como mucho podría pasar por allí un rebaño de ovejas, pero si me perdía no tendría nadie ni nada donde preguntar. 

Por suerte me he encontrado con la señal que me indicaba el camino a la finca. Se trataba de un paisaje bastante rural, todo estaba lleno de olivos y en pleno monte, muy bíblico todo. 


Me ha recibido el hombre de la voz sexy preguntándome si era Gema, he asentido y me ha pasado a una sala donde me he sentado y ha empezado a hacerme preguntas sobre mi vida laboral y el porqué me interesaba el puesto de trabajo. Yo como siempre, voy a las entrevistas sin prepararme nada y luego salen los churros que salen claro. Pero a cada cosa que él decía yo le respondía de forma simpática y dicharachera. Me ha preguntado sobre mi nivel de inglés y me he empezado a reír porque no sabía si me preguntaría algo o tenía que ser yo misma la que me pusiera a hablar en inglés. Entonces él mismo me ha comentado que era el que más inglés sabía de la empresa y que no lo pronunciaba bien, ahí me he relajado bastante. 
Lo más curioso ha sido cuando al final de la entrevista me ha dado un folio en blanco y me ha dicho que escribiera en él lo que quisiera y lo firmara. Mientras tanto él estaba delante de mi haciendo unas llamadas de teléfono. 
Y bueno, yo no sabía muy bien qué poner exactamente así que me he inventado un cuento en unas pocas líneas. Puesto que la empresa es de aceites he escrito una breve historia sobre una aceituna que se sentía triste por no poder vivir en un parque de atracciones. Si, muy normal en mi. 
El final de la historia solo se sabría si yo era contratada para el puesto. He puesto mi nombre y he firmado poniendo una carita sonriente. 

Se lo he entregado y el hombre lo ha adjuntado a mi CV y nos hemos despedido. Me he querido imaginar su cara leyendo el cuento pero es que no puedo parar de reírme. 

Al llegar a casa una sorpresa. Un mensajero de MRW ha llamado a la puerta, venía cargado con una televisión que había encargado para el día del padre. El chaval más salao que un bacalao, subía las escaleras con la tele en lugar de subir por el ascensor y le he comentado lo fuerte que estaba, a lo que me ha respondido que más fuerte que un toro, pero de cintura para abajo sobre todo. Nos hemos echado a reír, hemos dicho cuatro tonterías más y me ha dejado el paquete. 
Cuando he ido a conectarlo me ha pasado poco mas o menos que cuando conecté la impresora. Ya que la televisión lleva conexión wifi para poder tener internet. Pero por mucho que lo he intentado, sólo he logrado poner los canales de televisión, lo cual es todo un logro en este tipo de cacharros. 

Al final del día hemos cenado todos juntos, celebrando el día del padre con nuestra televisión nueva y comentado las anécdotas surgidas durante el día. 
Quién sabe si dentro de unas semanas empezaré a contar anécdotas desde otro lugar... 

lunes, 17 de marzo de 2014

Quijotadas

Hay días que suceden cosas inesperadas y que te hacen sentirte tremendamente feliz. Y hoy a pesar de ser un lunes cualquiera ha sido uno de esos días.

Este fin de semana me vine al pueblo a ver los carnavales y pasar unos días con la familia, que desde Navidad no había venido por aquí, y siempre pasa lo mismo, que llegas y todo el mundo te saluda como si hiciera años que no te ve, y las vecinas te ponen al día de las bodas que se van a celebrar y de las separaciones que ha habido mientras te preguntan que tú para cuando te casas y ensalzan tu cuerpo serrano. De hecho el domingo una hasta incluso me toqueteó el culo varias veces, que tuve que decir: si, mi culo sigue igual de redondo que siempre.

Esta mañana y aprovechando que estoy por aquí, todas mis tías se han reunido para darme las libretas de los bancos y que vaya a reclamar comisiones, hacer la PAC, poner al día las libretas, contratar nuevos productos... vamos, que como soy ex banquera pues yo tengo que solucionar todo de cuando en cuando. Así pues, con unas 5 libretas en el bolso he salido a la calle a recorrerme las oficinas. He hecho la PAC a mi madre, he conseguido quitar un par de comisiones, he puesto al día libretas que estaban desde el año pasado sin actualizar, he hecho un par de ingresos y cuando a eso de las 12 de la mañana ya regresaba a mi casa me he encontrado con un chico de mi edad por la calle. Me ha parado y me ha preguntado si sabía dónde había una tienda de informática. Yo como vengo poco por el pueblo no he sabido decirle ninguna, de hecho dudaba que hubiera alguna, pero como era tan guapo me he implicado un poco más y le he preguntado qué buscaba ya que le veía un poco inquieto.
Me ha comentado que buscaba un cargador de coche para el móvil, se le estaba quedando sin batería y estaba de paso por el pueblo y lo necesitaba de forma urgente.
Yo me he ofrecido a acompañarle a un par de tiendas de electrodomésticos que conocía y estaban cerca. Él me ha dado las gracias  y por el camino hemos ido charlando.
Por lo visto era representante de una marca de medicamentos y estaba por la zona visitando las farmacias. Solía llevar dos baterías de móvil pero precisamente hoy se le había olvidado y entre que tenía que consultar varias cosas por internet y las llamadas tenía el móvil al 5% de batería.
Al llegar a los sitios que yo le había indicado la respuesta ha sido negativa, no vendían cargadores de móviles, sí móviles pero no cargadores sueltos. Y puesto que aquí no hay ninguna tienda de ninguna compañía telefónica pues la cosa estaba chunga. Me ha dicho que tendría que irse al pueblo de al lado a probar suerte y entonces se me ha ocurrido una genial idea.
Como los cargadores de los smartphones son universales le he ofrecido ir a tomar un café y yo le prestaba el mío. He supuesto que sería mucho más fácil encontrar un enchufe en una cafetería que un cargador de coche en una tienda.
Me ha mirado un tanto extrañado y entonces me ha pedido mi móvil para hacer una llamada. Se lo he dejado y ha llamado a su jefe diciendo que había tenido unos retrasos y tenía que quedarse hasta la hora de comer por aquí. Yo he sonreído y mientras hablaba me he puesto a pensar muy rápido qué iba a decir en mi casa.
Acto seguido le he dicho que me esperase en la cafetería que iba a por el cargador y volvía. He ido corriendo a mi casa, he dicho a mi madre que una amiga que se casa este año me había invitado a comer para contarme los detalles de los preparativos de la boda, he cogido el cargador y me he largado. Al llegar a la cafetería me lo he encontrado sentado en una mesa hojeando unos papeles. Me he sentado y he pedido un café con leche. Me ha preguntado si quería tomar algo, unas magdalenas o cualquier otra cosa, he dicho que no pero he aceptado la invitación del café. Hemos puesto su móvil a cargar en un rinconcito del local y hemos estado hablando un buen rato. Yo pensaba que se iba a ir pero me ha dicho que puesto que ya casi era la hora de comer y tenía que parar en algún pueblo ya le daba lo mismo quedarse aquí y puesto que yo conocía el pueblo seguro le sabría indicar dónde se comía bien. He estado a punto de decirle que en mi casa, pero obviamente con toda mi familia pululando no era muy lógico. Entonces me ha propuesto que me fuera a comer con él, como había sido tan generosa con el tema del cargador, con lo que se ahorraba en comprarse uno me invitaba a comer. Yo como ya lo había previsto he dicho que si y hemos ido a un sitio que me gusta mucho.
Al llegar nos hemos sentado en una mesa y hemos conectado de nuevo su móvil a la luz para que se terminase de cargar. Ha cogido la carta y mi sorpresa ha sido cuando ha pedido un revuelto de brócoli con setas y bacon. He estado a punto de hacerle la ola y ponerme a reír como una loca pero me he comportado y he pedido unas migas, si yo, la loca del brócoli ha pedido migas en lugar de brócoli. Durante la comida hemos hablado de todo un poco, él me ha contado más cosas suyas que yo de mi misma y me ha gustado pese a que la mayoría de la conversación giraba en torno al trabajo.
Cuando ha pedido el postre, tarta de chocolate, me ha dicho que la compartiera con él y yo casi me caigo de espaldas.
Todo era demasiado perfecto... hasta que su móvil ya cargado ha empezado a sonar.
Un "hola cariño" me ha hecho despertar de mi sueño, no era lógico llamar cariño a tu jefe, ni tan siquiera a tu madre o algún familiar, o no al menos en el tono en el que él lo hacía. Debía ser su pareja. Le preguntaba sobre qué hora iba a volver y qué tal llevaba el día.
En ese momento me he reído. A ver Gem, eres tú, no tienes suerte ni en el juego ni en el amor y eso es así. Esta vez no iba a ser diferente. Has pasado un rato agradable, te han invitado a comer y has ayudado a alguien. No hay más.
Entonces ha colgado el teléfono, me ha mirado y me ha dicho que era su mujer, acostumbraba a llamarle a la hora de la comida para preguntarle qué tal. Yo instintivamente he mirado su mano, no había alianza. Pero claro, eso hoy en día no significa nada. Él lo ha notado, y me ha visto como mi sonrisa se había apagado. Entonces me ha agradecido mucho lo que había hecho por él, me ha dado su tarjeta y me ha dicho que me acercaba hasta mi casa con el coche.
Nos hemos despedido y he dicho que prefería ir andando para bajar la comida. Y eso he hecho. He desconectado el móvil durante una hora y me he ido al parque. Mientras veía caer el sol una pequeña lágrima se me escurría por la mejilla, acto seguido una ráfaga de aire ha hecho que se me muevan los rizos y he mirado al frente. La figura del Hidalgo se erigía ante mi y secándome las lágrimas he sonreído.


He mirado a Don Quijote y he recordado sus locuras y como se empecinaba en luchar contra los molinos sin que nada le parase. Siempre he sido una Quijota y esto sólo había sido una aventura más. Me quedo con una de las frases que dijo Cervantes:
"Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades."

miércoles, 12 de marzo de 2014

Antes todo esto...

Últimamente tengo la sensación de que nada es 100% real, es como si viviera en un mundo en el que todos nos moviéramos por razones que escapan de una lógica comprensible.

Esta mañana cuando volvía para casa vi la nueva tienda que han abierto, una pastelería y panadería donde se supone venden productos de aquí, de siempre, y su escaparate estaba lleno de "cupcacas", galletas con caras de Barrio Sésamo y otros engendros. 
He visto un pequeño apartado donde ponía "integral sin azúcar". Me hace gracia el término y que ambas cosas deban ir de la mano cuando eso no es que deba ser así, sino que lo hacen así por costumbre. 
Tras examinarlo todo con rigor y ver que de artesanal tenía lo que yo de rubia, he decidido salir sin comprar nada e ir a donde voy siempre a comprar el pan y donde el que me atiende lo hace siempre con una sonrisa maravillosa nada más verme. 
Hoy además me he encontrado a uno de los personajes más ilustres de nuestras calles, el pelocho heavy. Es un hombre que se dedica a ir por la calle con el pelo cardado a lo Jackson Five, una chupa de cuero negra y unas mallas cortas que dejan visible su pantorrilla y que suelen variar entre el estampado de leopardo, la bandera de EEUU o el rojo pasión. Todo ello combinado con unas zapatillas de colores fosforitos y un bolso. Al ir a pedir el pan él estaba ahí, apoyado en una mesa tomándose un café y leyendo un libro, o haciendo que leía porque estaba mirando a todas partes y hablando por el móvil. He podido escuchar una parte de la conversación y le decía al sujeto que estaba al otro lado que estaba tomándose un café y leyendo un libro mientras veía la gente pasar y que le parecía estar en la Gran Vía madrileña. No he podido evitar reírme de la situación tan grotesca que se estaba dando. 

Lógicamente ahí no se quedaría todo porque cuando me he pasado por el Mercadona a comprar unas verduras para la comida me ha sucedido algo tan sumamente tonto que no sabía si reírme o llorar a partes iguales. 
Estaba yo cogiendo unos calabacines cuando he visto un cartel que indicaba una oferta en el precio de los champiñones. Yo no soy una fan de este alimento, de hecho soy más de las setas, pero como en casa si que gustan pues he pensado comprar unos pocos. Hasta ahí todo correcto. 
El problema ha surgido cuando he ido a pesar lo que había comprado y los precios no me cuadraban. 
Imaginad la situación: Dos cajas de champiñones a granel, uno grande y otro pequeño. Debajo del grande un cartel que pone "Champión gr. 0,85€ el cuarto" y debajo del pequeño "Champiñón peq. 0,95€ el cuarto". Yo he cogido el más grande puesto que era más barato y tenía muy buena pinta. 
He mirado la etiqueta de lo que me ha pesado y me salían los 280 gramos por 1,23€. Y yo no es que sea un lince en matemáticas pero a simple vista si ponía que un cuarto, osease 250 gr costaba 0,85€ ahí algo no cuadraba. 
Se lo he dicho a la chica, y me dice es que llevas 280 gramos, claro que te va a costar más de 0,85. Entonces hemos entrado en un bucle. Primeramente le he preguntado cuál era el precio del kilo. Y levanta el cartel y me lo enseña, a 4,40€ me dice. Bien, ¿y el del pequeño? Pues a 3,80 responde. 
De acuerdo, entonces ¿cómo es posible que si el kg del grande es más caro que el kg del pequeño, el cuarto del grande sea más barato que un cuarto del pequeño? 
En ese momento de mi lógica freudiana aplastante la veo que empieza a dudar, se rasca el moño rubio y me contesta: es que en el kg de champiñón pequeño entran más. 
Creía que me iba a dar un perreque en ese momento. No sabía si tirarme al suelo, lanzarla un mango a la cabeza o bailar el aserejé. 
Como veía que no iba a entender nada he cogido un boli y encima de una etiqueta le he hecho una simple regla de tres. Tal que: 


Tras estos cálculos se ha empezado a sentir agobiada y me ha dicho que me apartara, ha cogido dos bolsas y ha empezado a meter un cuarto de champiñón pequeño en una y otro cuarto del grande en otra. Como no salían los 250 gr exactos cada vez se ponía más y más nerviosa. Yo no sabía si darla mi número de teléfono para unas clases particulares o volver a explicar de nuevo qué era una regla de tres. 
Finalmente ha ido a hablar con el encargado y yo he decidido seguir comprando. Cuando ha regresado ha quitado el cartel y me ha dicho: vale, tenías razón. Lo siento. 
¡Pues claro que tenía razón! O acaso me voy a tirar media hora explicándote unas matemáticas de primaria para no tener razón... 
Me he ido sin los champiñones y con la sensación de haber perdido un tiempo precioso en el que ya podría haberme hecho la comida, pero si he logrado que entienda algo de matemáticas pues algo es algo. 

Pero ahí no ha quedado la cosa, porque esta tarde que había quedado después de comer con un cliente para pasarle unas tarifas, íbamos por la calle cuando de pronto en la acera de enfrente una amiga mía empieza a gritar: ¡Hola chocho! 
Quería esconderme pero no hay arenas movedizas cuando las necesitas, así pues he saludado con la mano a mi amiga mientras explicaba la de gente curiosa que te puedes encontrar por la calle. 

Yo que siempre he sido del género "pasar desapercibida" si es que existe tal cosa, miro a mi alrededor y veo que nadie lo es, que todos podemos ser juzgados y objetos de críticas y que en lugar de mezclarnos con la sociedad nos meten en un triste hueco clasificándonos como los "integrales sin azúcar". 

Me pongo a pensar y me lleno de recuerdos, de historias lejanas, de tiempos pasados donde apenas existían problemas. Oigo las risas de fondo y las mezclo con las quejas presentes sin saber muy bien cuál será el sonido futuro que surja de esa fusión. 

Y tras tomar un café con leche con dos sobrecitos de sacarina mientras hablamos de la crisis y de cómo solucionar la economía, he salido a pasear por tratar de escuchar algo, o de escucharme a mi misma y lo único que hallo es un silencio contaminado, por los coches, por los recuerdos... y pocas veces se puede oír el sonido del viento entre los árboles o los pájaros... 


Y entonces sonrío y pienso... Antes todo esto era campo. 

miércoles, 5 de marzo de 2014

Cenizas

Hoy miércoles de ceniza en mi familia hay costumbres arraigadas que yo vengo haciendo desde que tengo uso de razón. Una es el ayuno que este día siempre hace mi padre, ni yo ni mi madre lo secundamos porque no vemos muy claro eso de estar sin comer hasta mediodía.
La segunda es comer pescado, hoy nada de carne. Que a veces está muy bien pero que basta que te prohíban algo para abrir la puerta del frigorífico y ver sólo carnaza. Y la tercera es ir a que nos pongan la ceniza en la cabeza, para lo cual yo llevo ya el pelo medio sucio de por si para ir preparada.

Pues hoy empezó bien el día, una mañana tranquila en la que te da tiempo a hacer todo. Llegan las dos y marchas a comer a casa, previamente pasas a comprar el pan por la cafetería porque has descubierto que vale igual que en el supermercado y al menos aquí el que atiende es simpático.
Me pinto los labios de rojo, me atuso los rizos, me subo los pechotes y salgo a la calle. El chico me saluda llamándome guapa, me pone la mejor de sus sonrisas y me pregunta si quiero lo de siempre. Asiento y me da una barra de leña acabada en pico fino y tostadita.
Le doy las gracias, me las devuelve y me marcho.
Llego a casa y tengo merluza con almejas, me gusta.
Hoy como pronto porque quiero echarme un rato la siesta. Cuando estoy cogiendo el sueño llaman al fijo.
- Hola señora, está el titular de la línea?
- Soy yo.
- Tiene internet, móvil, bla bla bla bla... Cuánto paga por ello?
- Me parece muy bien el rollo que me ha soltado señorita, pero lo primero que debería hacer es decir de qué compañía llama.
- Uy si, perdón. Soy Geraldine y llamo de Jazztel. Su nombre cual es?
- Me llamo Maria, de la empresa tocameroque.
- ....  (Desconcierto)
- Digame Geraldine, su oferta es...
- Si, le decía que bla bla bla...
- Digame el precio, el resto me lo sé.
- De acuerdo señora Maria, son 19'95€ mas IVA.
- Mas caro que lo que tengo, no me interesa.
- Pero bla bla bla....
- He dicho que no.
- Pero...

Harta de la conversación he colgado e inmediatamente he escrito un tuit a Jazztel que me han solicitado mi número por privado y me han dicho que no volverían a llamarme. A ver si es verdad.

Por la tarde he quedado para tomar café y dar un paseo con unas amigas. Hacia tiempo que no nos veíamos y nos hemos puesto al día entre batidos y gominolas.
Entre risas, comentarios y arrumacos a la hija de una de ellas se nos ha pasado el tiempo y cuando me he dado cuenta era la hora de irme.
Mi madre me esperaba. La Iglesia estaba llena y nos hemos sentado al fondo. Cuando el cura ha empezado a echar la ceniza me he quedado escuchando lo que decía: conviértete y cree en el evangelio. Obviamente me he asombrado. Si se supone que vas a que te echen un pegote de ceniza en el pelo como es posible que no creas? En qué debo convertirme?
Total, que he salido con dudas y con un pegote blanco en la cabeza.

Y entonces me he quedado pensativa al llegar a casa. Cuánta ceniza dejamos que se nos acumule en nuestros pensamientos cada día sin darnos cuenta? Demasiada.

Para evitar pensamientos oscuros he puesto el fútbol, me he sentado al sofá con mi padre y hemos comentado el partido. Se ha ido a dormir en el descanso y yo me he quedado sola. He celebrado el gol y más tarde me he emocionado con el documental de Luis Aragonés.
Me quedo con su filosofía de ganar, ganar y ganar y volver a ganar y ganar....

Hay frases que te motivan y sacan lo mejor de ti hasta en los días de más ceniza.