jueves, 31 de enero de 2013

Papeles Cambiados

La semana pasada un antiguo profesor de la universidad me llamó para pedirme un favor. Hacía un tiempo que no sabía nada de él y su oferta me resultó atractiva. Me pidió que le ayudase a vigilar un examen hoy. Me llamaba mucho la atención estar al otro lado, ver las caras de los pobres alumnos temerosos ante un mi presencia. Así pues acepté la propuesta y esta mañana muy temprano me levanté para dirigirme a la universidad. Mi primer pensamiento al despertarme fue: "¿qué carajos me pongo?" Mis dudas se hicieron de tal calibre que se lo pregunté a una amiga y su respuesta me hizo sonreír a las 8 de la mañana, "ve desnuda, verás que sensación causas". Si no fuera porque tengo que caminar durante media hora y a esas horas hace fresquete igual hasta me lo pensaba...
Decidí pasar desapercibida, tacones fuera, vaqueros y ropa de abrigo. Muy "casual" versión examen. Por el camino iba pensando qué caras debía poner. No sabía si debía ponerme muy seria, pasear por los pasillos con los brazos cruzados, sonreír a los alumnos, regañarles si veía algún movimiento extraño... todo era un mar de dudas.
Cuando yo era alumna mi mayor preocupación cuando no me sabía un examen era situarme estratégicamente en la parte interior de la fila para en caso de tener que sacar alguna "chuleta" que no me vieran y/o poder reaccionar rápidamente.
Al llegar, lo primero que he visto ha sido que todo estaba igual como la última vez que la dejé. Un chaval con chaqueta azul se me ha quedado mirando cuando me ha visto hablar con mi profesor. He reparado en él, en su curiosidad, y me ha gustado. He acompañado al profesor al despacho para imprimir el examen, luego hemos hecho las copias pertinentes y hemos recogido las hojas de examen para los alumnos. Por los pasillos ya empezaban a hacerse corrillos de gente nerviosa, unos riendo, otros repasando con ansiedad y un grupo de chinos que hablaban entre ellos. Por primera vez me he dado cuenta de que la universidad desde que yo la había dejado se estaba globalizando. Entonces he afinado el oído y he sonreído al escuchar los primeros comentarios sobre quién sería yo.
Nadie se esperaba que el profesor llegase acompañado, quizás he destruido las ilusiones de algunos por querer copiar, o quizás ha sido simplemente mera sorpresa pero los cuchicheos no paraban. Dentro de mi me imaginaba a mi misma en ese lado del barco, cuando yo estaba con mis compañeros y el profesor venía acompañado por alguien que desconocíamos siempre decíamos "mira, el profe se ha traído al ligue de turno para luego llevársela al despacho". Y cuando escuchaba los murmullos, por dentro de mi no podía nada mas que sonreír de pensar que alguno de ellos estuviera comentando algo así.
Los alumnos han ido pasando y los hemos ido situando, a los más "conflictivos" los hemos separado y a los alumnos chinos los hemos colocado separados por si acaso se mandaban simbolitos extraños, ¡a ver cómo demuestras que eso es una chuleta! Aunque ellos traían unos aparatitos que he supuesto serían traductores y a saber qué escriben ahí claro.
La primera hora la he pasado muy tranquila, mirándoles atentamente pero sin llegar a fijar la mirada en ninguno, salvo en los que veía que hacían gestos extraños. Recordaba como cuando paseaban cerca de mi los profesores y se paraban a fijarse en mi examen me atacaba de los nervios y dejaba de escribir, por eso no lo he hecho hoy. Entonces he podido observar muchos gestos, gestos que antes me pasaban desapercibidos. Ves exactamente cuáles son las personas que realmente se lo saben, cuáles son los que dudan, cuáles los que no tienen ni idea y cuáles los que vienen a pasar el rato.
Yo antes me preguntaba cómo era posible que un profesor supiera con sólo mirarnos quiénes nos sabíamos el temario y quiénes pasábamos del tema completamente. Hoy me he dado cuenta.
Al final del examen he ido recogiendo y preguntando a algunos qué tal, sonreían tímidamente diciendo: "buenoooo espero que bien".

Ha sido una sensación increíble, la verdad. Y cuando hemos recogido todo hemos ido a la cafetería a tomar algo, y entonces he vuelto a ver al chico de chaqueta azul. Hablaba con dos chicas. De nuevo he reparado en su mirada. Al salir, una de las chicas ha parado a mi profesor preguntando por un tema de las clases. Cuando hemos salido de la universidad le he preguntado a mi profesor quién era ese chico tan guapo que estaba con esa chica que le había hablado. ¿Son alumnos tuyos? Pues resulta que no, que eran profesores de otra carrera... y entonces por un momento me he visto envuelta por ese halo de curiosidad por conocer quién sería ese profesor de ojos azules y mirada penetrante. De momento sólo he podido descubrir su nombre y la asignatura en la que imparte clase.
Quien sabe si el día de mañana me da por hacer otra carrera...

Mi consejo de hoy: Cuando necesitéis saber cómo se siente una persona, no dudéis en poneros en su lugar. El tener una visión amplia de las situaciones, el estar a ambos lados, puede hacer que os deis cuenta de detalles que quizás pasarían desapercibidos.




miércoles, 30 de enero de 2013

Enormes Sonrisas

Hay algunas personas que cuando se enfadan vuelcan su mal genio sobre el resto del mundo. No se dan cuenta que quizás los que le rodean no tienen la culpa de su estado de ánimo, es más, no tienen por qué saberlo. ¿No os pasa que vais a trabajar y os encontráis un montón de caras largas?
Sinceramente, no puedo con ello. En ocasiones me supera, pero luego pienso en las cosas bonitas que me han pasado a lo largo del día y prefiero sacar la parte positiva.
Puedo entender que si en el trabajo alguien no te cae especialmente bien te enojes, que si un cliente no te paga, te enfades, o hasta entiendo que si te levantas con el pie izquierdo (recordarme que otro día os hable de mis manías y supersticiones) no decidas sonreír a los que te rodean, pero de ahí a enfadarte con el resto de personas cuando lo único que quieren es sacarte una sonrisa va un trecho.
Hoy he tenido una mañana tranquila, he ido a por el pan y a comprar las cositas que me hacían falta para comer y después he estado buscando unos materiales que me habían pedido. En una de mis salidas me he topado con mi cartero. Aun no os he hablado de él. Mi cartero es el funcionario más simpático que he visto en mi vida. Es alto, amable, sonrisa enorme y modales correctísimos, incluso hasta le veo guapete. Cada vez que llama al portero para que le abra, una sonrisa de oreja a oreja me inunda. Cuando voy por la calle y él va con su carrillo repartiendo cartas y me ve, me saluda a cualquier distancia. Haga frío o haga calor su sonrisa siempre va con él. Pocas veces le he visto enfadado. Pues hoy bajaba las escaleras hacia la calle cuando le he visto en la puerta esperando que le abrieran, tal ha sido la emoción que me embargaba que he pegado un salto en el último escalón para ir a abrirle más rápido y me he tropezado de tal forma que mi cara se ha quedado prácticamente pegada al cristal de la puerta. Cuando he oído su risa he alzado la vista y me he puesto roja. Luego he abierto la puerta y le he dicho que me había tropezado y me ha sonreído de nuevo diciéndome que tuviera cuidado. Llevo meses queriendo saber al menos cual es su nombre porque él sabe mis datos, donde vivo y todo, vamos, que hasta me llama por mi nombre cuando me ve. Pero yo no se nada y eso me pone en desventaja. Pero tengo un plan. ¿Cuál? Eso lo escribiré otro día... os dejo con la intriga.
Ya por la tarde otra oleada de sonrisas me ha inundado. He conocido a una persona con la que llevo hablando muy poco via twitter. Es ese medio en el cual comienzas hablando de recetas de cocina, y te acabas haciendo un blog sobre locuras diarias.
Cuando conoces a alguien con la fuerza, el entusiasmo, la alegría y el positivismo muy altos, te contagia un buen rollo increíble. Y cuando ese alguien vive cerca de ti pero lo has conocido a través de un medio tecnológico, todavía te parece mucho más interesante el mundo de las redes sociales.
Lo del twitter es curioso. Casi todos entramos siendo anónimos, sin foto, sin nada que nos identifique para poder decir las barbaridades que se nos pasen por la cabeza, y tras varios meses de hablar entre 140 caracteres vas descubriendo que hay personas cuya locura es equiparable a la tuya y cuyo entusiasmo te hace ser más feliz, con lo cual pasas de querer tener un anonimato a querer conocer a esas personas que se han convertido en nuevos amigos. Quizás me habré topado con ella por las calles, en el banco, en las fiestas... y sin embargo hoy nos hemos tomado un café y un té compartiendo risas. Me parece algo fascinante la verdad.
Por eso mismo y aunque mi clase de alemán no ha terminado demasiado bien hoy porque el profesor me ha regañado varias veces, el recuerdo de esas enormes sonrisas que han llenado mi día de hoy es lo que me hace irme a la cama más feliz y seguir soñando con que los locos estamos mas cuerdos cuando nos rodeamos de gente igual que nosotros. Y aunque tengamos nuestras diferencias, ocurren ocasiones tan propicias como la de hoy que hasta el clásico derbi Madrid-Barça, han decidido empatar para que ninguna de las dos nos enfademos por ello.


Mi consejo de hoy: Sonreid siempre, y cuando veáis que alguien tiene un día malo probad a comeros un limón delante de esa persona. Cuando pongas cuatro caras raras todo volverá a la normalidad.

martes, 29 de enero de 2013

A Bailar

Los martes son esos días de transición entre lunes y miércoles. En ocasiones pasan sin pena ni gloria pero toda rutina tiene su aquel.
Esta mañana unos comentarios me han despertado con malas pulgas, y es que yo soy la primera en quejarme sobre las injusticias sociales, es cierto que no salgo a manifestarme porque tengo el convencimiento de que todo cambio empieza en uno mismo, pero cada persona ayuda de una manera.
Cuando me comentan que ir a un banco a hacer un ingreso es un trámite que tiene un horario y unas fechas determinadas, entiendo que las personas se quejen porque me parece una medida demasiado estúpida, ya que se tarda menos en hacer el ingreso a la persona en cuestión que en explicarle el por qué no se debe hacer. He intentado dar mi punto de vista sobre este tema, mas que nada porque lo he sufrido en mis carnes y mas de uno, dos y tres se me han quejado por el mismo motivo. La historia es que lo que no podemos hacer es quejarnos de forma desproporcionada, no hay que menospreciar el trabajo que esas personas hacen ni llegar a desearles nada malo porque sinceramente, muy mal lo tienen ya.
Ayer comentaba con una amiga el tema de las quejas de los funcionarios, que como os digo también puedo llegar a entender, pero cuando a mi en mi negocio como autónomo o como PYME me va mal ¿quién sale a manifestarse para decirle al Gobierno que deje de ahogarme con sus impuestos?
El hecho es que este tema es muy peliagudo y te sitúes donde te sitúes encontrarás detractores que intenten llevarte a su terreno y convencerte de que sus ideas son las mejores. Las mías son las que son, sin más.
Si los lunes son días de compras de subsistencias, los martes son los días de pescadería y de frutería. Cerca de donde vivo hay una pescadería muy famosa donde traen el pescado muy fresco y donde me gusta ir porque además son muy simpáticos. Al llegar esta mañana he cogido número y estaba esperando mi turno cuando de repente ha sonado en la radio que tienen puesta la canción de "Boys will be boys" de Paulina Rubio, y qué queréis que os diga, a mi se me van los pies. Y a las 12 de la mañana ahí me tenéis bailando al más puro estilo Paulina Rubio pero sin ventilador. En ocasiones pienso que la locura se me va de las manos, debe ser que la medicación no me surte efecto... Pero otras creo que si consiguiéramos ser más felices y actuar conscientemente y de forma correcta en nuestros trabajos, se evitaría mucho absentismo, malas caras y otras cosas peores.
Una vez se me ocurrió ir a un mercadillo medieval situado en el bonito pueblo toledano de Consuegra, mientras veía los puestecillos, unos personajes ataviados de forma peculiar iban recorriendo las calles con sus instrumentos; cuando se acercaron hasta donde estaba, tanto me gustó su música que ni corta ni perezosa salí a la mitad de la plaza y me puse a dar saltos sin ton ni son y a bailotear al ritmo de la dulzaina y el timbal. Los músicos me rodearon y al final de la canción pidieron un aplauso para mi y un poco sonrojada vi como la gente se había arremolinado a mi alrededor. Lo más gracioso de esto es que incluso se grabó algún video de mi y estaré en la cámara de algún espectador.
Mis martes también son días de idiomas, esta vez de inglés. Hoy mi profesor faltó a la cita y decidí sustituir esas horas de estudio por irme a las rebajas.
Es curioso ir a un gran almacén y ponerte a buscar unas sábanas en rebajas entre montones de ellas y encontrar unas que te gusten, abrirlas para ver mejor el dibujo ver cómo una pequeña hormiga había quedado fosilizada en su interior. Era pequeña, pero claramente he podido verla incrustada justo al lado del dibujo. Y enseguida he pensado eso de "creo que hoy sería capaz de encontrar una aguja en un pajar".

Mi consejo de hoy: Si te apetece bailar, baila. No te importe el lugar donde estés, tu cuerpo te lo agradecerá y a la gente que te rodea les harás pasar un buen rato seguro. La vida se ve de otra forma.
O sino que se lo digan a estos señores de los bancos...

Recuerdo que cuando vi este video le dije a mi jefe en el banco "dire, si a mi me pasa esto estando en la oficina te aseguro que me pongo a bailar con ellos". ¡Sonreid y a bailar!

lunes, 28 de enero de 2013

Lunes de pan pan y vino vino

¿No os pasa que los lunes se os juntan un montón de cosas y todo sale mal?
Pues a mi si, y a quien no le pase que me lo diga. De hecho ya la madrugada del domingo al lunes empieza casi siempre torcida. Terminas de revisar las cosas pendientes para la mañana siguiente y de repente te das cuenta que no encuentras papeles, que el ordenador no te funciona, o cualquier cosa que haga que la ley de Murphy se cumpla a raja tabla.
Y entonces llega la mañana, lo primero es ir a comprar subsistencias, pan, leche y agua mínimo. Y después comienzan los quehaceres: llamadas administrativas, gestiones bancarias, asuntos que no pueden esperar...
Como casi siempre ninguna de las tareas que se empieza un lunes acaba terminándose ese mismo día, ya que la burocracia española tarda lo suyo.
Por si no lo habéis notado aún, hoy estoy un pelín cabreada, pero solo un poquito. Montar tu propia empresa o lo que es lo mismo, ser autónomo hoy en día deberían premiarlo, y sin embargo a diario veo facturas que se me acumulan encima del escritorio, impuestos que hay que pagar y trámites que no se ni por donde cogerlos, además de inspecciones y rutinas que solo sirven para sacarte el dinero.
A todo ello se une que como prácticamente no tienes vida social, haya personas que intenten quedar contigo solo por cotillear y saber qué es de tu vida.
A todas ellas quiero decirles que hay tiempo para todo, pero que no estáis en mis prioridades. Es curioso que cuando las personas están aburridas o no tienen nada que hacer se dediquen a meterse en la vida de los demás, incluso a inventarse esa vida de la que no saben nada porque tú no se lo has contado. Deberían inventar un lugar donde las personas "tóxicas" pudieran quedar a tomar café y contarse sus propios chismes.
En realidad me gusta que se inventen mi vida, yo también lo hago. ¿Recordáis cuando de jóvenes salíamos de fiesta y te preguntaban: estudias o trabajas? Yo solía decir que era árbitro de fútbol regional. Hoy en día eso ya no pasa, básicamente porque lo más probable es que te digan que están en el paro o simplemente te pidan tu whatsapp. Cosas de la era moderna.
A los lunes también se les unen las llamadas de teléfono intempestivas. Si, esas que paras una hora para comer y te llaman preguntándote por tu ADSL, o te dicen que te quieren presentar un banco nuevo. Pues hoy he tenido una de esas llamadas, además son de las que ya les has dicho que no cuatro veces en tres días. Como me han pillado un poco calentita he decidido tomármelo a broma y les he cantado la canción del pollito Pío. Me han aguantado sólo dos animales, al gallo me han colgado. Estoy deseando que en su libro de anotaciones, al lado de mi teléfono pongan algo así como: "No llamar, están locos en esta casa."


Para rematar mis lunes tengo clase de alemán, con profesor nativo y cuyos lunes son semejantes a los míos porque siempre viene a dar la clase de malas pulgas o como diría él "Nicht gut gelaunt sein", pero siempre y no se muy bien cómo, algo sucede que te devuelve la sonrisa. Como estar en clase y que tu compañera diga pues yo quiero traducir la canción del pollito Pío al alemán, o preguntas tales como: ¿cómo se traduciría el supercalifragilisticoespialidoso en la versión alemana? A eso unirle que acabamos las clases tomando unas cervezas, para profundizar a tope en la cultura alemana, y que termines enterándote que el camarero tiene una prima en Alemania que vive en la misma ciudad donde nació mi profesor. Le de su móvil y acaben mandándose whatsapp´s y ligando... subrealista pero real. Aunque esto da seguro para otro post.

Mi consejo de lunes: Cuando no queráis hacer algo no lo hagáis, y siempre decir al pan pan y al vino vino, porque ya sabéis eso de las cosas claras y el chocolate espeso.

sábado, 26 de enero de 2013

Sábados Domingueros

Hay días de la semana que se espera mucho de ellos sólo por tener un nombre determinado, es el ejemplo de los sábados. Es oír ese nombre y ya nos estamos poniendo el vestido, los tacones y pintándonos los labios.
¿Qué sucede cuando los planes se vienen abajo? ¿Y si resulta que te levantas con ganas de quedarte en el sofá y ver películas moñas hasta la hora de cenar?
En ocasiones parece que el mundo nos llama a seguirle, hoy es sábado, tienes que ponerte tus mejores galas y recorrerte todos los bares de la ciudad para luego salir a bailar hasta bien entrada la madrugada.
Sin embargo esos días que no te apetece nada salir, que la mejor opción es quedarte en pijama durante toda la mañana mientras haces el vago, te inunda un tremendo sentimiento de soledad absoluta.
Piensas si el no estar a altas horas de la noche de fiesta te hace ser una persona antisocial o solitaria. Pero esa sensación de tranquilidad te llena más que la diversión.
Todos pasamos por estos momentos, cuando rondamos más los veinte que los treinta nuestro objetivo máximo es sacarle partido a todos y cada uno de los días que comprende el fin de semana, empezando por el jueves y acabando por el domingo de madrugada. Pero con el paso de los años te das cuenta que el sentarte a ver la televisión, leer un buen libro, irte al cine o salir a cenar con amigos, es más divertido que cualquier otro plan alternativo.
Anoche disfruté de una cena estupenda, me reí y estuve escuchando un monólogo muy gracioso de Xavier Deltell. Esos ratos de ocio compartidos con amigos te hacen darte cuenta que tu vida va cambiando, y a pesar de que en ocasiones quieras seguir siendo joven y salir de fiesta o incluso ver películas de dibujos animados y sentirte un niño, es cierto que los años no perdonan. Pero no me entendáis mal, no es la edad la que nos impide hacer las cosas sino el paso del tiempo. Cómo se ha desarrollado tu vida o las situaciones que has vivido, te hacen comportarte de una u otra forma.
Hoy quiero dejaros con una de mis canciones favoritas, de esas que te relajan cuando todo parece ir mal y que te ayudan a dormir y a sentirte fuerte. Y os la quiero dedicar a todos aquellos que como yo permanecéis un sábado por la noche trabajando o simplemente disfrutando de una tranquilidad merecida.



Mi consejo de hoy: Disfrutad de cada día como si fuera el último pero siempre haciendo aquello que mas os apetezca sin necesidad de que vuestro entorno os influya.


viernes, 25 de enero de 2013

Caridad Selectiva

¿No os pasa que vais a un supermercado a comprar y os encontráis unos carros llenos de alimentos y unas personas que van saludando a todo el mundo que entra pidiendo colaboración y os sentís presionados?
Pues a mi si. Hoy he ido al supermercado, y justo en la entrada he visto que había jaleo, no he reparado mucho en ello pues tenía prisa pero cuando llevaba ya unos cuantos pasos una de las mujeres que allí estaban me ha parado en seco saludándome, como si me conociera de toda la vida. Entonces es cuando en ese preciso instante me sale mi vena irónica-satírica y tengo que preguntar aquello de "¿por qué el otro día por la calle no me saludaste cuando nos cruzamos?"
Me parece muy bien que se ayude, que se recojan alimentos para los más desfavorecidos, pero lo que no me gusta en ocasiones es la falsedad que en ese círculo se crea. Y por favor, no penséis mal, sabemos que no todas las personas lo hacen, pero me sigue extrañando el por qué hay gente que en esos casos desprenden un cariño que en cualquier otro momento es inexistente. 
Y luego está el preguntarte: "¿y qué les echo al carro?" Además que cuando conoces a las personas en cuestión parece como que te da mas vergüenza por el qué dirán. 
Así pues he decidido relajar mi ritmo de compra e investigar entre la gente. Según iban pasando al supermercado la mayoría se hacía esa misma pregunta, y al mismo tiempo decían lo que habían visto que contenía el carro. Galletas, leche y aceite era lo que predominaba; en su totalidad o casi en el 95% de los casos de la propia marca del supermercado. 
Entonces he ido a coger el pan, y he escuchado una conversación en la sección de las galletas. Una niña le decía a su madre que por qué no compraba galletas rellenas de chocolate para echar al carro. Su idea era que si había familias pobres, los niños también querrían comer galletas ricas, a lo que la madre le respondía que eran muy caras y que con unas simple "maría" les era suficiente para calmar el hambre. La niña se ha quedado pensativa, le ha dado la mano a la madre y las he visto alejarse. Al ir a coger harina para mis recetas, he visto a una señora bastante mayor y muy bajita que miraba hacia uno de los estantes situados en la parte más alta. Me ha llamado y me ha pedido si le podía hacer el favor de cogerle un paquete de fideos. Yo he sonreído y cuando he ido a dárselos la mujercilla me decía que no entendía por qué los supermercados ponen su marca blanca a mano pero el resto las suben tan alto que no podía alcanzarlas. Antes de comentarle la estrategia de marketing de los supermercados la señora ha seguido diciéndome que los quería de buena marca porque a la entrada había visto un carro lleno de productos que a ella no le gustaban, y que si algún día tenía que ir a pedir comida prefería al menos llevarse unos fideos de mayor calidad que le dieran consistencia al caldo. Me ha dado las gracias muy amablemente y se ha marchado a pequeños pasos. 
Entonces me he dado cuenta de las situaciones que se daban. A mi alrededor las personas iban buscando algún alimento barato y que pudiera servir, sin tener en cuenta detalles importantes como podría ser que algún día alguno de nosotros pudiésemos encontrarnos en esa situación. Y se me ha encendido una bombilla y me he dicho a mi misma: ¿Y los que tengan alguna enfermedad y no puedan comer esos productos? ¿Acaso no habrá diabéticos o celíacos pobres? Así pues he cogido unos paquetes de zumo sin azúcar y unas galletas sin gluten. Satisfecha con mi compra me he dirigido a la caja y al sacar los paquetes de la bolsa me he dado cuenta que en el fondo había un pequeño papel, una lista escrita a mano con los alimentos que alguien debía de comprar. Me ha llamado la atención la letra y me la he metido en el bolso, estoy pensando en hacer una colección de listas de compra que la gente deja olvidadas en sus cestas. 
Ya en casa he recibido una noticia no demasiado agradable, una persona cercana a mi, perdía su trabajo y pasaba a engrosar las listas del paro. 
Y en estos casos es cuando te paras a pensar en la niña, la mujer mayor, las personas del carro de alimentos y tu propio entorno familiar... 

Mi consejo de hoy: Ayudad con vuestra sonrisa cuando no podáis ofrecer mucho más, pues un estómago no se alimenta de sonrisas pero el alma lo agradece.

Principios y Finales

Dicen por ahí que todo tiene un principio y un final.
Yo hoy no debería estar aquí. Hace un año me marqué un propósito, pasar este día en el mismo lugar que había sido el comienzo de una etapa en la que fui inmensamente feliz. Sin embargo con el paso de las semanas, meses y del tiempo al fin y al cabo, me di cuenta que el destino es sabio y hay que dejar que obre por su cuenta y riesgo sin meternos por medio.
Hoy debería estar acicalándome como el primer día que me conoció, debería estar nerviosa porque no encuentro nada que ponerme y debería llamar a todas mis amigas dando saltitos de forma histérica mientras les digo que no me he vuelto loca, que simplemente es algo que ha sucedido de repente.
Pero... hoy día 25 de enero de 2013 se que hay una historia que tiene un principio y otra que tiene un final. La que termina es justo ésta que os acabo de contar, algo que fue bonito mientras duró, y duró bastante la verdad.
Al mismo tiempo doy comienzo con otra diferente, en la que espero me acompañéis poco a poco.
El inicio de este blog me hace sentirme feliz porque quiero compartir con todos vosotros mis proyectos, ilusiones, miedos, derrotas y alegrías.
Deciros que cada acontecimiento que te sucede en la vida es algo que está escrito, que tiene que pasar, y que por esa misma razón hemos de aprender de aquello que nos acaece.
Sacar una moraleja de cada anécdota y sonreír ante la cotidianidad de los hechos es lo que finalmente nos reportará el permanecer en paz con nosotros mismos y nuestros sentimientos.
He dedicado todo un año a conocerme a mi misma y a los demás. He escuchado más consejos de los que debería y al mismo tiempo he hecho todo lo que he pensado era correcto. Me he equivocado, he caído, he llorado y finalmente he vuelto a sonreír.
Es difícil hacerlo cuando las circunstancias no son muy boyantes, pero el aprendizaje está ahí, y nuestra sonrisa siempre nos acompaña. Rodearnos de personas que nos hagan sentir bien es el primer paso para superar una etapa complicada, pero también el encontrarnos con nosotros mismos y saber qué cosas queremos, o para los más dubitativos, qué cosas no queremos en nuestra vida.

Poco a poco iremos descubriendo que la rutina no es un muermo, sino que es un aprendizaje continuo y que si prestas atención a los detalles, cada día es diferente.

Este es mi primer consejo: Cuando algo acaba déjalo ir, una historia nueva está por venir.

Os dejo un vídeo que me encanta y en el cual podéis pensar cada vez que sintáis que vuestra luz se ha apagado.