miércoles, 27 de agosto de 2014

Las Aventuras de Brocolín

Hace tan solo unos días que llegué a mi hogar. No me trajo una cigüeña ni vine de París, un repartidor de mrw con cara de pocos amigos y olor raruno me llevaba en un paquete. Pasé un día entero en la oficina porque mamá no estaba en casa cuando yo llegué, y el segundo día a última hora de la tarde me llevaron a mi hogar.
Sé que mi mami estuvo muy pendiente de mi en todo momento, llamó varias veces a la oficina preguntando cuándo llegaría, pero me tenían en un rincón de la furgoneta y fui el último en llegar a mi destino.

Cuando al fin llegué a casa tanto mi madre como los abuelitos me dieron la bienvenida.


Todo era nuevo para mi, la casa, cómo me miraban y el no saber dónde ir o qué hacer. La primera noche llegué muy cansadito de mi viaje y mi mami me sentó a la mesa con toda la familia y me puso un vasito de leche con galletas para cenar.


El abuelito me miraba raro, pero luego se ha ido acostumbrando a verme por la casa. Yo le sonrío siempre, quiero caerle bien. La abuelita es maja, se ríe cada vez que me mira y me cuida cuando mami no puede llevarme con ella.

Por las noches mami siempre me cuenta un cuento antes de dormir, yo le traje uno muy divertido y antes de cerrar los ojitos me lo lee y se inventa juegos.
Me encanta que me arrope con la sábana y me de un besito antes de apagar la luz.


Por la mañana me despierta pronto, mami tiene que trabajar y yo tengo mucho sueño. Algunas veces me deja dormido y me quedo con la abuela y otras me lleva con ella.
A mi me encanta pasear con mami, se ha comprado un bolso especial para llevarme por la calle y que pueda respirar bien. Además ahora en verano hace mucho calor.

El sábado pasado me enseñó la ciudad donde vivimos ahora y me llevó a jugar al parque con los columpios. Me lo pasé pipa. Los niños que allí estaban querían cogerme pero mami me salvó. Gritan mucho y no me gusta. Los mayores miran a mi mami como si estuviera haciendo algo raro pero a ella le da igual, le encanta jugar conmigo.






Después del parque fuimos a dar un paseo, me enseñó el Tajo, es muy bonito. Yo no habia visto un río y un puente tan grande.


Y como premio por todo lo que anduvimos nos sentamos en una plaza muy bonita y estuvimos comiendo chuches, pero sin azúcar, que mami dice que se me pican los dientes si las como. Y yo le hago caso.


Me gusta pasear con mami porque me cuenta muchas anécdotas e historias de su vida. Cuando nos sentamos en el banco me contó que no hacía mucho conoció a un chico y estuvieron allí sentados. Se le pone una sonrisilla muy bonita cuando me dice esas cosas, pero me da penita cuando la noto triste, creo que echa de menos personas pero no me lo quiere contar porque dice que soy pequeñito para algunos temas y no los entendería.

El domingo nos levantamos tarde y ayudé con las tareas. Mami me hizo un chisme para limpiar el polvo y me pasé toda la mañana estornudando.


Lo que más me gustó fue cuando me llevó a la bañera con ella. Me puso un gorrito de ducha y yo la miraba mientras se frotaba con la esponja, olía a miel y era muy bonito verla con su piel mojada. Cuando salimos del agua ella se puso su albornoz y a mi me envolvió con una toalla de mi tamaño. Es muy dulce conmigo.


Por la tarde vi una película en el sofá con ella, le gustan las pelis románticas y las de miedo. Yo me río mucho cuando veo la expresión de su cara.
A última hora me dijo que iba a ir a misa a acompañar a la abuelita y me llevó con ella. Yo no entendí mucho de lo que allí se habló. Mami me sacó del bolso para que escuchara lo que un señor decía mientras todos estaban en silencio, pero una monja nos miró y mami tuvo que guardarme en el bolso de nuevo.


No creo que me vuelva a llevar a la Iglesia, pero bueno, yo sólo quería ir a tomar helado que me lo prometió, y cuando salimos fuimos a la mejor heladería y me compró un cucurucho enorme de helado de melón. Estaba muy rico.


Estuvimos dando una vuelta por el parque y me hizo muchas fotos para tenerlas de recuerdo. Había muchas personas por allí que nos miraban pero a ella le daba igual, incluso un amigo suyo estaba con su novia sentado mirando la casita de los patos mientras me hacía las fotos y no le importó que la llamasen loca.
Mucha gente se lo dice y yo no entiendo porqué. Pero como veo que es feliz pues yo también lo soy.
Me enseñó a beber agua de la fuente, se me vertía por todos lados pero me refresqué y me gustó aprender.


Llegué a casa sin ganas de cenar, asi que me puse a ver Cuarto Milenio con mami. Apagó las luces y me asusté un poquito con lo que cuentan en ese programa pero ella se reía mucho y aunque me daba un poco de miedo el señor de la tele, al final me gustó.


Los lunes no son el día favorito de mami, siempre le pasa algo que hace que se enfade o se sienta triste. Yo trato de hacer que sonría pero es complicado. Sin embargo y aunque le pasen muchas cosas malas, siempre acaba sonriendo.
Por lo visto el lunes es el día del espectador en el cine, yo nunca había ido y como quería saber lo que era ver una película en grande pues mami me llevó con ella. Nos invitó un amiguito suyo muy majo. La llamó loca cuando me vio pero ella se rió tanto que el chavalito acabó sucumbiendo a su risa. La verdad es que a mi también me enamora cuando se ríe con ganas.
Me compraron un cubo de palomitas para mi solo y me senté en medio de mi mami y su amigo para ver bien la película. Así cada vez que él quería decirle algo a ella yo me enteraba de todo. Soy un poco cotilla.


Fuimos a ver una película muy divertida, Los guardianes de la galaxia. Fue genial, por primera vez me enamoré de una chica, se llamaba Gamora y era verde como yo, tenía un culito impresionante y unos labios muy bonitos. A mi mami le gustó el mapache, que era muy gracioso también.

Cuando salimos del cine el amigo de mami quiso invitarla a tomar una copa y nos fuimos a un sitio muy chulo. Yo no bebí nada pero sólo con el olor casi me caigo de espaldas.


No estuvimos mucho tiempo porque había que madrugar así que mami y yo nos fuimos para casa. No quiso que su amigo la acompañara así que yo fui hablando por el camino con ella sobre la peli.
Hubo un momento en que se quedó parada delante de un restaurante que estaba cerrado. Yo no entendí nada pero sus ojos estaban muy tristes y no quise preguntar. Supongo que allí había vivido algo y al verlo cerrado se entristeció, no lo sé.

Al día siguiente fui de compras con mami al supermercado. Me subió en un carro y me enseñó a comprar cosas sanas. Compramos pescado, carne, frutas y verduras. Le gusta cuidarse mucho y a los suyos también.


Por la tarde me trajo una amiguita para que jugara con ella. Se llamaba Coliflorcilla, era un poco repipi con su lacito verde en la cabeza y olía un poco raro, pero no le dije nada. Me lo pasé muy bien jugando con ella a lanzarnos la pelota.


Por la tarde me fui con mami de nuevo. Su amigo del cine la llamó para tomar unas cervezas y decidió llevarme con ella, estuvo haciendo la cena para que la abuela no tuviese que preocuparse por cocinar y luego marchamos.
Nada más llegar el camarero nos miró mal y vio extraño que pidiera tres bebidas y tres pinchos. El amigo de mami se reía, hasta que se encontró con unos amigos suyos y trató de ocultarme tras la carta del bar. Eso no me gustó nada.


Me tomé unas cervezas con mami, me dijo que yo era muy pequeño para tomármelas enteras y es cierto, porque bebí muy poco y acabé bastante mareado. Menos mal que nos llevaron en coche a casa porque tenía la tripita regular.
La verdad es que no recuerdo muy bien lo que hice, estaba un poco perjudicado pero bueno...


Al día siguiente me desperté con dolor de cabeza y no me encontraba muy bien. Tuve que quedarme en cama toda la mañana. No vuelvo a tomar cerveza.
A la hora de comer me llevé un disgusto enorme, la abuelita había cocinado a Coliflorcilla y había hecho una tortilla con ella. Lloré un poco y me puse triste. Mami me dio tinto de verano y se me pasó un poco la congoja.


Ya por la tarde me puse las gafas de sol y cogí un bolsito con piruletas y me fui con mami a ver la zona antigua que me gustó mucho.


Me gusta ir con mami de la mano. Nos pasó algo gracioso y es que cuando estaba conmigo se encontró con un ex novio que estaba con su mujer y su niño. Se quedó parada un momento y no supo qué hacer, luego alzó la cabeza y siguió caminando como si nada. Mi mami es lo más.

Cuando llegué a la cama estaba reventado y sólo quería dormir. No hizo falta ni que me contase un cuento, me quedé dormidito antes de contar hasta tres.


Hoy ha sido un día muy importante para mi. Esta mañana he acompañado a mami a Hacienda. Ha sido divertido porque me han pasado por un escáner, ha sido como mi primer rayos X y cuando veía a mami reírse por la cara del segurata pues yo también me he reído.
Luego me ha puesto encima de la mesa de un funcionario mientras esperábamos que éste llegase, y al venir nos ha mirado sin saber qué decir. Mami con mucha paciencia le ha explicado al señor el problema que tenía, éste a su vez no se lo ha resuelto y nos ha enviado a otra administración, entonces ella me ha cogido, nos hemos mirado, hemos mirado al funcionario a la vez y nos hemos despedido.
Me he reído mucho la verdad.
Por el camino hemos pasado por varios colegios y mami ha aprovechado para preguntarme cuál me gustaba. Por lo visto tengo que matricularme para empezar a estudiar el mes que viene.

Yo he elegido uno con un patio muy grande, había muchos niños que estaban jugando sin camisetas, pero a mami no le ha convencido y me ha llevado a otro.


Era un colegio bilingüe, y según ella era el mejor para mi educación. Yo prefiero que sea ella la que me enseñe pero es verdad que me gustaría ir a un cole y estar con más niños.
Sé que soy diferente pero no por eso dejo de tener sentimientos y querer aprender más cosas. No me gusta ver que unos niños se meten con otros por ser de otro color y por eso sé que será complicado que me acepten pero soy fuerte y lo lograré.

Esta tarde mami tenía mucho trabajo y me ha llevado un amiguito a casa. Se llama Repollito. Es majo, pero ha estado toda la tarde atusándose el pelo y hablando con el móvil.
Apenas hemos jugado así que me he dedicado a mirarle y pensar en lo mucho que se parece a Justin Bieber.


Hemos cenado todos juntos, mami ha hecho brocoburguers y me han gustado mucho. Me encanta ver a toda la familia reunida mientras cenamos.


Los abuelos ya se ríen cuando me ven en la mesa e incluso el abuelito me sirve agua en un vasito de mi tamaño que han comprado para mi.

Han sido días de muchas aventuras desde que llegué, y sé que viviré muchas más porque me siento muy feliz en mi nuevo hogar.

Por eso ahora voy a dormir y a soñar ... ¡sonreíd siempre!



Besitos, Brocolín.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Cuenta Atrás

Por lo visto tengo que coorganizar una despedida de soltera para una amiga que se casa dentro de unos meses.
Ayer vinieron sus amigas e intentamos poner en orden ideas básicas sobre gustos y lugares. Algunas de ellas no me conocían y no sé si les causé un gran impacto o es que tienen la costumbre de mirar a la gente como si fueran Özil, pero cuando saqué el tema de los putos y acabó derivando en otros palabros un tanto sexuales, lo mínimo que hicieron fue taparse la boca y cambiar el tema de conversación. 
Pero en serio, ¿quién no conoce la expresión "bajarse al pilón? Deberíais ver la cara que pusieron las muchachas cuando abiertamente les expliqué lo que significaba. 
Y yo que me he vuelto muy deslenguada y de decir lo que me viene en gana pues iba a lo mío. 
¡Hay que seguir las tradiciones, se le pone un pene en la cabeza y nos vamos de putos!

Obviamente no soy tan radical y sinceramente a mi no me gustaría que me hicieran eso, bueno lo de los putos me da igual, pero lo del disfraz y el pene en la cabeza no. 
Por tanto, tratamos de llegar a un consenso y nos acordamos de la película 8 apellidos vascos y la idea nos gustó, irnos a alguna ciudad española vestidas de flamencas y darlo todo. Yo pensaba en la película y me hacía gracia la idea de hacerlo al contrario, en lugar de llevar una vasca a Sevilla vestida de sevillana, llevar a la sevillana a Bilbao en plenas fiestas. Eso debe ser un puntazo. Y ya si pillamos un puto que venga vestido de ertzaina pues ¡ aiba la ostia patxi ! 

Mi amiga no está muy por la labor de que yo tenga mucho que ver en la organización ya que sabe que de mi puede salir cualquier idea loca, pero si no disfrutas las despedidas ¿qué otra cosa te queda? Porque si alguien me dice el día de la boda, me río en su cara y hago doble salto mortal con tirabuzón. 

Y mientras preparo todo esto en mis días de vacaciones he pensado en una idea que me gusta. El año pasado tuve que asistir a una boda en la que no estuve nada cómoda, bien por las circunstancias o porque no se me trató como esperaba, el caso es que acabé la noche metida en una bañera de hidromasaje llorando hasta que entró la madrugada. En esa boda la persona que más me ayudó fue precisamente la que se casa este año y claro, he llegado a la conclusión de que igual me pasa lo mismo o algo peor y para evitarlo estoy pensando en llevar un acompañante a la boda. 
Como no tengo novio la idea es encontrar a un chico en tres meses que pueda servirme de compañía y con el cual me ría y me lo pase bien. Que igual si nos vamos a Bilbao le pongo al puto burundanga en una copa y me lo traigo secuestrado, no descarto ideas. 
Pero mi cabecita loca ha estado pensando... con lo maja que soy, comida gratis, barra libre y estancia de fin de semana en un lugar idílico de la Mancha... ¿quién no va a querer? 
Así que estos meses pienso ir escogiendo a mis citas. Dado que las últimas han pasado sin pena ni gloria por mi vida, cambiaré de tercio y trataré de dejar el corazón a un lado para pasar a divertirme. 
Hace poco hablaba de que me daba pena que no se mirase por el futuro y que hay que tratar de conseguir imposibles pero es cierto que también hay que aprender a divertirse porque igual mañana nunca llega. 

¿Lo conseguiré? No lo sé, pero lo que está claro es que me lo voy a pasar pipa intentándolo. 

domingo, 17 de agosto de 2014

Imposibles

Dicen que la vida está llena de imposibles que se pueden conseguir, lo que viene siendo improbables vaya, pero que nos gusta denominarlos así porque si algo que no tenemos al alcance de nuestra mano lo lográsemos de manera automática no habría ni lucha ni esfuerzo, y eso es algo muy importante para seguir viviendo, o al menos sentirse vivo.

Esto es como lo del vaso, hay quien lo ve medio lleno y hay quien lo ve medio vacío. A mi entender depende del número de gotas que formen esa mitad, porque seguro que hay una que hace que esté por encima o por debajo de la media, solo que es prácticamente imposible contarlas.

Hace poco me paré a pensar en los imposibles de mi vida. Tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol.
Me encanta cuando lo leo y pienso si de verdad estas tres cosas son imposibles. De momento yo cumplí una, aunque no lo hice sola. De pequeña planté un árbol junto a varios compañeros del colegio y aún hoy resiste y permanece en el patio donde siempre salía a jugar.


Recuerdo que los primeros días todos estábamos emocionados por ver cómo crecía. A lo largo de los meses el resto de los niños se fueron olvidando de él y yo cuando todos se alejaban porque sonaba la campana que indicaba que había que ir a clase, me quedaba cerca del árbol, le tocaba la corteza y le susurraba que estaba allí. Entonces sonreía y marchaba corriendo para no llegar la última.

Con el paso del tiempo me di cuenta que escribir un libro es cuestión de ponerse, al igual que lo de tener un hijo, sin embargo ese momento nunca acaba de llegar y es más, tampoco me importa demasiado.

Sin embargo creo que hay tantos imposibles como miedos. Y es que el miedo es la base principal de todos nuestros imposibles.
Hoy alguien me dijo que un imposible es aquello que sabes que nunca te hará feliz.
Me he quedado pensando mucho sobre esta frase. Si partimos del hecho de que un imposible es una especie de sueño que anhelamos, el que nunca te haga feliz viene de pensar que no lo vas a conseguir y de ahí que surja la tristeza.

Pero... ¿y si luchamos por esa felicidad? Posiblemente será complicado pero ¿quién aparte de ti mismo te lo va a impedir?
Me he parado a pensar en que ahora miramos mucho por el día a día, por ser felices en un determinado momento sin pensar a largo plazo y eso me pone un poquito triste. Bien es cierto que no podemos controlar lo que nos sucederá mañana, pero quizás si que podemos poner de nuestra parte para ir creando algo dentro de nosotros que haga que esa felicidad vaya repercutiendo en nuestro futuro pese a los problemas que nos puedan venir.

Y de tanto pensar y pensar me aflijo a veces, porque con el paso del tiempo me voy dando cuenta de que ya peleo muy poco por esas cosas que quiero, que cuando llega un punto en que parece que se queda estancado lo dejo e intento olvidarlo, pese a que me cuesta mucho. Y ahí es cuando nos equivocamos, intentamos suplir miradas, gestos y palabras con otros que provocaron que nuestra piel se erizara y acabamos dándonos cuenta que no, que es imposible.

Imposible.

No me gusta esa palabra, pero sé que existe y la uso más de lo que debería.

Igual los imposibles sólo duran un tiempo determinado, luego se consiguen y se vuelven imposibles de nuevo. Puede ser.

Yo prefiero pensar que hay muy pocas cosas imposibles y por ello esta misma tarde me he ido a la huerta a plantar semillas de brócoli. Lo más probable es que no lo haya hecho bien, o no crezcan, o vete a saber, pero la ilusión que me ha hecho ese momento de estar escarbando la tierra y metiendo las semillas mientras me imaginaba unos brócolis frondosos al lado de las calabazas no está pagado.


Pero os contaré un secreto, no he plantado todas las semillas que tenía, he dejado unas pocas para ponerlas en pequeñas macetas y tenerlas en casa por si acaso las de la tierra no terminan de germinar. ¡Siempre hay que tener un plan B!

Tratemos de usar lo menos posible esta palabra y disfrutar un poco más intentando lograr todo aquello que nos proponemos, ¿es un riesgo? puede ser, pero os imagináis a Bécquer recitando aquello de...

¿Qué es imposible? Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
¿Y tú me lo preguntas? Imposible... eres tú.

Pues yo tampoco.

martes, 12 de agosto de 2014

Superluna

Estas noches de agosto tenemos varios fenómenos en el cielo que quieren captar nuestra atención, la superluna y las perseidas nos intentan atrapar para que no paremos de mirar hacia arriba y soñemos mientras pedimos deseos sin saber dónde irán.
No voy a explicar el origen de estos acontecimientos astronómicos que para eso está Don Google que lo sabe mejor que yo, pero sí quiero contar lo que a mi me produce ver una luna tan grande o pedir un deseo a una estrella.
Llevo un par de noches saliendo al patio de mi casa, que es particular cuando llueve y se moja como los demás, para intentar ver algo que alimente mis esperanzas.
Lo cierto es que cuando tú eres la única que deseas verlo, la ilusión va muriendo poco a poco cuando no llega aquello que esperas. Y entonces te decides a ir a la montaña e intentar bajar la luna o alcanzar esa estrella que no llega, pero acabas visualizando un mar creado por tus propias lágrimas.
Sigues pensando en cómo ha sucedido, en el porqué de los cambios y entonces te sale la bruja que llevas dentro e investigas en el poder de atracción de la luna.

Cuando nos conocimos, el día despuntó a las 6:50 y se puso a las 21:48. No vimos amanecer ni anochecer porque todo nos pilló desprevenidos, sin embargo ese día hubo luna creciente, una luna que vio como me agarrabas de la mano o me dabas pequeños besos a hurtadillas. Según se cuenta, esta fase lunar es perfecta para avivar recuerdos, reiterar lo que se quiere y avanzar con determinación. También se dice que lo que se piense que será un hecho se materializará, solo que puede ser de corta duración.

La siguiente vez que nos vimos había luna llena, y lo curioso es que no me he dado cuenta hasta ahora. Se dice que cuando la luna está llena todo lo que se planeó en tiempos pasados llega a su tope máximo y aquello de lo que no se saque resultados no dará frutos con el paso del tiempo. ¿Inquietante verdad?

El día que nos despedimos había luna nueva, y según mis investigaciones es en esta etapa cuando renacen sentimientos y se toman decisiones. Por lo visto hay una fuerza renovadora que brinda la oportunidad de romper aquello que proviene del pasado o dar un nuevo giro al presente. Sin embargo las decisiones que en esta luna se tomen serán efímeras y pueden carecer de suficiente solidez.

Y tras leer toda esta absurda y verdadera gilipollez y quedarme más ancha que larga, he llegado a la conclusión de que yo ya estaba advertida pero no te hice caso, y si no te lo hice a ti como para hacérselo a la luna. Porque a veces te obcecas en algo y no ves más allá, pero cuando miras hacia arriba y de repente ves una perseida y corres a pedir un deseo te das cuenta que quizás alguien pueda estar pidiendo ese mismo deseo e incluso pueda estar viendo esa misma estrella a 613 km de distancia de donde tú estás.
Entonces abres los ojos y lo que creías era una estrella fugaz resulta ser un avión con destino desconocido que se lleva tu deseo, vuelves a cerrar los ojos y cuando los abres de nuevo la luna ahora es diferente, ha cambiado de color y tiene un cierto aspecto rojizo.


Y entonces sonríes, ya no estás sola. Tu vecino acaba de dar las luces de la piscina y ha puesto el disco de Mónica Naranjo a todo trapo mientras prepara la barbacoa nocturna. Tu tía aparece en la escena con sus cinco perros a cada cual más escandaloso y te empieza a contar que hace tanto calor que hoy lleva todo el día sin ponerse el sujetador. A esa historia continúa otra diciendo que ella siempre mira al cielo cuando va a sacar a los perros por si ve algún satélite o algo extraño y que una vez creyó ver un ovni pero que no sabía si era eso o un avión.
Cuando consigo quedarme a solas, pero con la música de Mónica de fondo, e intento seguir escribiendo oigo a mi madre gritar que ya está la cena. En ese espacio de tiempo mi tía vuelve para comunicarme que hoy dormirá sola porque su marido tiene que arreglar algo en la huerta y que esta madrugada se quedará conmigo viendo las perseidas, a ver si con suerte ve una y pide un marido nuevo joven y rico (palabras textuales).

Y yo pues aqui sigo, echándome unas risas y pensando en que quizás hoy podría estar en otro sitio pero que sin embargo estoy aquí, escuchando historias locas, amando la vida y tratando de entender el amor como bien diría Mónica en su canción.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Pasar Página

Si es que yo no puedo estar más de dos días seguidos sin sonreír, y aunque cuando cae la noche llegan ciertos pensamientos de esos que te nublan todo, pasa el día y tienes que volver a la carga.

Ayer por la tarde me pasó algo muy gracioso, tenía que ir a la misa de un funeral. Últimamente voy a demasiados entierros lo sé. El caso es que me situé en un banco y justo delante de mi había una pareja con dos niños pequeños, la niña que era un par de años mayor, estaba de pie al lado de la madre y el niño estaba en los brazos del padre mirándome atentamente. Ahí es cuando pensé que mi público objetivo está entre los 2 y los 5 años y a partir de los 60. 
Hacía demasiado calor en la Iglesia y el ventilador no me daba aire suficiente, estaba atenta al comentario del cura sobre la lectura ya que hablaba del amor que se tenían la pareja que ahora se había separado por la muerte del marido. 57 años de matrimonio, con sus idas y venidas... yo lo pienso y me da vértigo, aunque a mi edad ya es imposible tal hecho. El caso es que el cura empezó a hablar y dijo unas frases muy cuquis que quise apuntar, miré mi bolso y no tenía bolígrafo ni papel, el móvil lo tenía apagado y no era plan de encenderlo. Así pues me tiré toda la misa diciendo las frases para que no se me olvidaran. 
Saqué el abanico puesto que hacía demasiado calor, yo seguía repitiendo las frases en mi cabeza cuando de repente el niño me miró y me lanzó el chupete a la cara, con tan buena suerte (para mi, claro) que rebotó en mi abanico, que en ese momento estaba en pleno movimiento y cual bate de béisbol lancé el chupete a una señora que estaba al otro lado. Yo y mi puntería. La señora me miró, el niño empezó a llorar porque quería su chupete, yo empecé a reír y lo siguiente que recuerdo es la mirada odiosa de mi padre y a mi madre cogiéndome del brazo y sacándome a la calle. 
Ya no volvimos a entrar ninguna de las dos, nos entró tal ataque de risa que cada vez que recordábamos el lanzamiento de chupete con abanico nos imaginábamos en las olimpiadas y vuelta a reír, así que nos terminamos yendo a casa para evitar que la gente nos mirase mal. 
Finalmente cuando llegué a casa no recordaba ninguna de las frases que había estado repitiendo durante toda la homilía por culpa de las risas. 

Por la noche cuando lo recordaba, no podía evitar reírme un poco y si que es cierto que echas de menos esas llamadas de teléfono nocturnas mientras contabas estas anécdotas graciosas pero al final sigues sonriendo y hoy me desperté bastante bien. Me di cuenta que las personas no se "enamoran" de las tristezas sino que las conquistas con tus tontunas y gracietas mientras sonríes y eso es lo que me hace falta ahora, reírme mucho, hasta de mi sombra si hace falta. 

Pero luego está mi madre, esa que cuando estoy medio dormida viene a decirme que son las 11 y que ya es hora de desayunar pese a estar de vacaciones. 
Me levanto medio atontilada, me siento en el sofá y la cabeza se me cae hacia los lados como cuando eres un bebé. Me tomo un café cargado y galletas. Sigo dormida. Me muevo lentamente, voy a hacer la cama pero acabo tumbada sobre ella haciendo la croqueta semi desnuda. 
Vuelve mi madre, esta vez sólo le falta la alpargata y amenazarme con que me la lanzará si no me levanto. Entonces mientras me visto se queda parada mirándome fijamente y contándome todo lo que han dicho los médicos en Saber Vivir. Hago como que me importa lo que me dice y me voy poniendo la ropa. Y ahí es cuando lanza sus dardos envenenados, "si tienes un cuerpo bien, pero si hicieras más bicicleta seguro que estaría mejor." Y lo remata con "es una pena que no tengas tetas, yo a tu edad rellenaba más los sujetadores, pero bueno, para eso está el wonderbrá". Gracias mamá, te quiero taaaaaaaaaaaantooooooo. 

Y así es como he empezado mi día. Y me río con todo porque para qué voy a llorar. Y paso página porque no hay otra cosa que se pueda hacer, o sí, pero quizás no lo sé. 


lunes, 4 de agosto de 2014

Hablemos de Amor

Hoy me pasó un amigo el guión de una boda civil, que tiene que oficiar en unos días, para que le echara un vistazo y le corrigiese lo que viera mal y elaborar una especie de discurso sobre el amor dirigido a unos amigos suyos. Normalmente y en un día cualquiera podría decir muchas cosas bonitas, expresar muchos sentimientos que reflejados en el papel traspasaran la piel de las personas cuando fuesen leídos, pero lo cierto es que hoy no puedo sentir nada, sólo vacío.

Es muy difícil, o al menos a mi me lo parece, hablar de amor cuando no sabes si realmente lo has conocido. Siempre pensé que sí, pero últimamente mis ideas no dicen lo mismo.

Anoche tuve una conversación que pese a terminar bien me dejó muy pensativa, tanto que esta madrugada me he despertado a las cinco pensando en lo que este lunes iba a depararme. Por mis pensamientos auguraba que nada bueno. Lo he querido comenzar bien, esperando que todo sucediera como siempre, pero llega un punto que crees que no puedes, que te apetece avanzar sobre algo pero no te sientes correspondida. Y ya no es que sientas tristeza sino que te preguntas hacia dónde debes o quieres ir llegado a ese punto, quizás de no retorno. Pones las cartas sobre la mesa y te das cuenta que en la baraja sólo hay bastos y espadas, las copas se quedaron atrás y los oros no sabes si los viste alguna vez. Intentas visualizar y comparar con lo que hace tan sólo un par de semanas te llenaba de felicidad y en estos instantes no sabes dónde encontrarlo.
Yo me equivoco mucho, pero pese a mis impulsos, suelo seguir una línea constante. Me gusta conocer a alguien y si veo que todo funciona seguir conociendo hasta ver que posiblemente no haya salida, pero nunca huyo cuando creo que podría ir bien. Nunca espero nada más allá que lo que esa persona pueda ofrecerme, o quizás sí lo espero y por eso me ilusiono. Me ilusiono con palabras tontas, con abrazos que te estrechan y te hacen temblar, con risas cómplices, con besos que parece que nunca acaban y con caricias que parecían no tener final.

Esta tarde quedé para tomar café con mi primo y sus ilusiones. En realidad no era mi mejor momento pero puse una medio sonrisa mientras removía la sacarina.
"He pensado que esta noche voy a darle una sorpresa a Elena, voy a prepararle una cena con velas en la terraza y con suerte veremos las perseidas" me decía. Y mientras me hablaba y me pedía consejo sobre el menú, yo pensaba en que la noche anterior había hablado sobre ese tema, me había ilusionado pensando que este año me acompañarían a pedir deseos y así lo dije, pero no obtuve respuesta. Hace días que no tengo respuestas pero tampoco sé muy bien si hago preguntas.
Mientras acompañaba a mi primo al supermercado y compraba el helado de chocolate, las fresas y demás comestibles yo seguía pensando en lo que hoy había sucedido.

Pocas veces en mi vida he sido valiente respecto a los sentimientos, siempre he arriesgado y he sido de las de tratar de arreglarlo aun a sabiendas de que no podía funcionar. Esta vez no me he visto capaz de hacerlo y he sido yo la que he lanzado el dardo envenenado que sabía que a la única que iba a lastimar era a mi.

"Somos tan iguales y a la vez tan distintos que me da miedo".

Hoy pensé que no debía tener miedo, enfrentarme a lo que sucediera y decir lo que pensaba, sin embargo cuando el giro de los acontecimientos ha sido el evitar luchar, me he dado cuenta que yo no podía dar más de mi. Puede que dudes sobre tus sentimientos, sobre todo al inicio de algo que no se sabe dónde acabará, pero cuando hay dudas lo que haces, o al menos en mi caso hago, es intentar mantener a esa persona junto a ti, tratar de encontraros para seguir conociendo si esas partes que tanto os gustaron el uno del otro son reales, pero nunca apartando a la otra persona dejando de luchar.

Y de repente me ahogaba, eran las cinco de la tarde y apenas podía respirar.

He caminado a solas, no había nadie en la calle y me he sentado en un banco de hierro mirando hacia las palmeras y no he pensado en nada.


Durante un buen rato mis ojos permanecían fijos e impasibles. Ha pasado una pareja de la mano y yo seguía mirando al infinito. Poco después una señora con un carro de la compra y pinta de loca se ha sentado en un banco al lado del mío. Se ha quedado quieta y al levantarse me ha dicho algo que no he logrado entender y se ha ido. He sonreído pensando en que podría haberme echado una maldición y mi vida seguiría siendo igual.
Cuando ha empezado a correr el aire me he levantado, he sacado mis dotes de exploradora, me he chupado el dedo índice y me he encaminado hacia donde el viento me llevara.
He acabado en una plaza con columpios. Estaba vacía y mientras me dirigía al banco de madera el aire me ha susurrado algo, he prestado toda mi atención y he escuchado. "Gema, para".
Me he quedado quieta y he mirado como los columpios se movían lentamente. Me he girado y a la derecha había una pintada en la pared.


¿Acaso fue eso lo que hicimos? ¿Saltamos sin pensar? Posiblemente. Yo que me caracterizo por pensar tanto, no me doy cuenta que es precisamente lo que no hice. Y es que a veces todo encaja tan bien que no ves posibles fisuras y te arriesgas sin conocer que hay corazones que no pueden abrirse al mundo y entonces una lágrima recorre tu mejilla y antes de que te des cuenta el viento la borra, te levantas y sigues caminando. Ahora con un rumbo fijo y una idea más clara.

Yo siempre supe lo que quise nada más verte ahí sentado en el banco, cuando aún no sabía que eras tú.