viernes, 25 de enero de 2013

Caridad Selectiva

¿No os pasa que vais a un supermercado a comprar y os encontráis unos carros llenos de alimentos y unas personas que van saludando a todo el mundo que entra pidiendo colaboración y os sentís presionados?
Pues a mi si. Hoy he ido al supermercado, y justo en la entrada he visto que había jaleo, no he reparado mucho en ello pues tenía prisa pero cuando llevaba ya unos cuantos pasos una de las mujeres que allí estaban me ha parado en seco saludándome, como si me conociera de toda la vida. Entonces es cuando en ese preciso instante me sale mi vena irónica-satírica y tengo que preguntar aquello de "¿por qué el otro día por la calle no me saludaste cuando nos cruzamos?"
Me parece muy bien que se ayude, que se recojan alimentos para los más desfavorecidos, pero lo que no me gusta en ocasiones es la falsedad que en ese círculo se crea. Y por favor, no penséis mal, sabemos que no todas las personas lo hacen, pero me sigue extrañando el por qué hay gente que en esos casos desprenden un cariño que en cualquier otro momento es inexistente. 
Y luego está el preguntarte: "¿y qué les echo al carro?" Además que cuando conoces a las personas en cuestión parece como que te da mas vergüenza por el qué dirán. 
Así pues he decidido relajar mi ritmo de compra e investigar entre la gente. Según iban pasando al supermercado la mayoría se hacía esa misma pregunta, y al mismo tiempo decían lo que habían visto que contenía el carro. Galletas, leche y aceite era lo que predominaba; en su totalidad o casi en el 95% de los casos de la propia marca del supermercado. 
Entonces he ido a coger el pan, y he escuchado una conversación en la sección de las galletas. Una niña le decía a su madre que por qué no compraba galletas rellenas de chocolate para echar al carro. Su idea era que si había familias pobres, los niños también querrían comer galletas ricas, a lo que la madre le respondía que eran muy caras y que con unas simple "maría" les era suficiente para calmar el hambre. La niña se ha quedado pensativa, le ha dado la mano a la madre y las he visto alejarse. Al ir a coger harina para mis recetas, he visto a una señora bastante mayor y muy bajita que miraba hacia uno de los estantes situados en la parte más alta. Me ha llamado y me ha pedido si le podía hacer el favor de cogerle un paquete de fideos. Yo he sonreído y cuando he ido a dárselos la mujercilla me decía que no entendía por qué los supermercados ponen su marca blanca a mano pero el resto las suben tan alto que no podía alcanzarlas. Antes de comentarle la estrategia de marketing de los supermercados la señora ha seguido diciéndome que los quería de buena marca porque a la entrada había visto un carro lleno de productos que a ella no le gustaban, y que si algún día tenía que ir a pedir comida prefería al menos llevarse unos fideos de mayor calidad que le dieran consistencia al caldo. Me ha dado las gracias muy amablemente y se ha marchado a pequeños pasos. 
Entonces me he dado cuenta de las situaciones que se daban. A mi alrededor las personas iban buscando algún alimento barato y que pudiera servir, sin tener en cuenta detalles importantes como podría ser que algún día alguno de nosotros pudiésemos encontrarnos en esa situación. Y se me ha encendido una bombilla y me he dicho a mi misma: ¿Y los que tengan alguna enfermedad y no puedan comer esos productos? ¿Acaso no habrá diabéticos o celíacos pobres? Así pues he cogido unos paquetes de zumo sin azúcar y unas galletas sin gluten. Satisfecha con mi compra me he dirigido a la caja y al sacar los paquetes de la bolsa me he dado cuenta que en el fondo había un pequeño papel, una lista escrita a mano con los alimentos que alguien debía de comprar. Me ha llamado la atención la letra y me la he metido en el bolso, estoy pensando en hacer una colección de listas de compra que la gente deja olvidadas en sus cestas. 
Ya en casa he recibido una noticia no demasiado agradable, una persona cercana a mi, perdía su trabajo y pasaba a engrosar las listas del paro. 
Y en estos casos es cuando te paras a pensar en la niña, la mujer mayor, las personas del carro de alimentos y tu propio entorno familiar... 

Mi consejo de hoy: Ayudad con vuestra sonrisa cuando no podáis ofrecer mucho más, pues un estómago no se alimenta de sonrisas pero el alma lo agradece.

2 comentarios:

  1. Jope en esos carros esta mi madre muchas veces y habla pestes de Mercadona, se portan fatal con los de Caritas.

    Que no nos veamos nunca en una de esas...

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  2. Sinceramente siempre me he preguntado esto mismo que dices, cómo reaccionan los supermercados ante estos acontecimientos, cómo se comportan con las personas. Supongo que hay que estar en los dos bandos para saber lo que se mueve ahí dentro.
    Como bien dices... que no nos veamos en esas. Un beso.

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