jueves, 20 de junio de 2013

Últimos exámenes

Llevo unos días un tanto molesta por determinados asuntos. Me agobia el tener que hacer planes deprisa y corriendo cuando se tiene tiempo suficiente para ir haciéndolos poco a poco. Sin embargo eso ha sido una constante en mi vida, el dejarlo todo para última hora.

Desde bien pequeña mi madre me lo decía: "hija, no se qué haces que siempre sales la última de la escuela".
Pues si eso lo hacía ya con 5 añitos, he seguido por el mismo camino.
En ocasiones me siento demasiado controladora, como si lo quisiera tener todo calculado al milímetro y tener planes de reserva por si acaso algo falla. Pero la sociedad actual quizás no lo permite, el hecho de que todo suceda tan rápido, hace que nuestro entorno sea demasiado convulso como para ajustar todo a las conveniencias de cada uno, algo prácticamente imposible.

Cuando me sucede eso suelo sentirme mal, me da pena que de cara al exterior pueda aparentar algo que no es que no lo sea, pero algo que en definitiva no es mi verdadero yo.
Y me estoy refiriendo a preparativos para fiestas, cumpleaños, bodas y todo lo que les rodea.
Reunir a un grupo de amigos ya es difícil, imaginad poner en común los gustos de todos y cada uno...

Nunca he sido demasiado ordenada en mi vida por lo general, pero hay determinados eventos en los que se hace necesario casi preveerlo todo.
Imaginaos una boda en la que falten las alianzas porque quien debió recogerlas no lo hizo, por ejemplo.

Al final todo suele salir bien, de hecho hace poco en una despedida de soltera que tuve, a pesar de que no llevábamos nada preparado y todo se iba haciendo sobre la marcha, terminamos disfrutando, pero es cierto que los días de antes unas y otras nos tirábamos de los pelos pensando en la chapuza que sería todo.

Y en toda esta vorágine de acontecimientos, ayer recibí la llamada de un profesor-amigo de la universidad. Me preguntaba si podía ayudarle a vigilar un examen y yo no me lo pensé dos veces y le dije que si.

Es curioso entrar a ese aula donde tantas veces me examiné y que tantos acontecimientos ha albergado, la de vidas que por ella han pasado y siguen pasando, nervios acumulados, risas y hasta amoríos allí gestados.


Ver a los alumnos sentarse, ponerse nerviosos preguntándome cómo es el examen, las primeras dudas que surgen al pasar por alto palabras o equivocarte al leer, cuando metes algún dato mal en la calculadora y el resultado final no te encaja por ningún lado...
He sufrido con ellos el examen, ese último examen que de suspenderlo tendrían que volver a matricularse el próximo año. He intentado ayudarles, pero hay veces que te miran como el enemigo y no puedes ni sonreír porque ellos piensan que tu cara implica malicia y quizás en algunos casos puede que sea así, pero hay ciertos profesores que intentan hacerlo lo mejor posible y ser buenos.
Hoy me he llevado una grata sorpresa en el examen, un chavalito muy guapete que trabaja como camarero los fines de semana en el bar donde yo voy estaba allí.
Lo mejor de este chico es que físicamente te llama la atención, pero cuando hablas con él es mucho mejor.
Al salir del examen ha venido al despacho del profesor, y no penséis mal... ha venido a ver su examen anterior. Después hemos ido a tomar un café y hemos estado hablando. Me gusta mucho la gente emprendedora, activa y con ganas de hacer muchas cosas pese a las circunstancias que nos rodean.
Me ha contado su proyecto de empresa, sus inquietudes y sus temores como estudiante, esos que todos tenemos, esas asignaturas atragantadas.

Yo con mi forma de ser alocada y dicharachera no he parado de decir estupideces, pero es que hay personas que me hacen sacar esta vena mía y desde que le conocí en el bar y me regaló una piruleta, que aún guardo pero no por cariño sino porque no la puedo comer, me despertó simpatía.

Pero lo que mas me gusta es hablar con ellos, verme reflejada en sus ojos, esas ilusiones aún en ciernes y esas ganas de comerse el mundo nada mas salir de la universidad.
Mi profesor nos contaba que en ocasiones no es necesario terminar los estudios, sino ser valiente y atreverse a enfrentarse al mundo.

Unos cuantos estudiantes chinos me han llamado la atención, llevan unos traductores de diversos colores, parecen maquinitas de videojuegos, yo de hecho mientras los veía pensaba que quizás estarían jugando a los pokemon. Lógicamente también he pensado que en esos chismes pueden apuntarse el temario entero y ni nos daríamos cuenta, pero qué hacer.
Durante el examen he visto a una chica copiar, muy disimuladamente tenía unas anotaciones en una regla con la que estaba dibujando un eje de coordenadas. Me ha resultado tan simpático el percatarme de ello que no le he dicho nada, al fin y al cabo con eso no se aprueba un examen sobre todo cuando es más práctico que teórico.

En el fondo creo que ha sido un buen día, me ha gustado revivir esta experiencia de nuevo y olvidarme por un momento de mis quebraderos de cabeza para ponerme en la piel de los futuros salvadores de la economía...

Nota mental: tengo que ir el fin de semana a cobrarme ese refresco que me debe un camarero muy simpático.

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