miércoles, 12 de marzo de 2014

Antes todo esto...

Últimamente tengo la sensación de que nada es 100% real, es como si viviera en un mundo en el que todos nos moviéramos por razones que escapan de una lógica comprensible.

Esta mañana cuando volvía para casa vi la nueva tienda que han abierto, una pastelería y panadería donde se supone venden productos de aquí, de siempre, y su escaparate estaba lleno de "cupcacas", galletas con caras de Barrio Sésamo y otros engendros. 
He visto un pequeño apartado donde ponía "integral sin azúcar". Me hace gracia el término y que ambas cosas deban ir de la mano cuando eso no es que deba ser así, sino que lo hacen así por costumbre. 
Tras examinarlo todo con rigor y ver que de artesanal tenía lo que yo de rubia, he decidido salir sin comprar nada e ir a donde voy siempre a comprar el pan y donde el que me atiende lo hace siempre con una sonrisa maravillosa nada más verme. 
Hoy además me he encontrado a uno de los personajes más ilustres de nuestras calles, el pelocho heavy. Es un hombre que se dedica a ir por la calle con el pelo cardado a lo Jackson Five, una chupa de cuero negra y unas mallas cortas que dejan visible su pantorrilla y que suelen variar entre el estampado de leopardo, la bandera de EEUU o el rojo pasión. Todo ello combinado con unas zapatillas de colores fosforitos y un bolso. Al ir a pedir el pan él estaba ahí, apoyado en una mesa tomándose un café y leyendo un libro, o haciendo que leía porque estaba mirando a todas partes y hablando por el móvil. He podido escuchar una parte de la conversación y le decía al sujeto que estaba al otro lado que estaba tomándose un café y leyendo un libro mientras veía la gente pasar y que le parecía estar en la Gran Vía madrileña. No he podido evitar reírme de la situación tan grotesca que se estaba dando. 

Lógicamente ahí no se quedaría todo porque cuando me he pasado por el Mercadona a comprar unas verduras para la comida me ha sucedido algo tan sumamente tonto que no sabía si reírme o llorar a partes iguales. 
Estaba yo cogiendo unos calabacines cuando he visto un cartel que indicaba una oferta en el precio de los champiñones. Yo no soy una fan de este alimento, de hecho soy más de las setas, pero como en casa si que gustan pues he pensado comprar unos pocos. Hasta ahí todo correcto. 
El problema ha surgido cuando he ido a pesar lo que había comprado y los precios no me cuadraban. 
Imaginad la situación: Dos cajas de champiñones a granel, uno grande y otro pequeño. Debajo del grande un cartel que pone "Champión gr. 0,85€ el cuarto" y debajo del pequeño "Champiñón peq. 0,95€ el cuarto". Yo he cogido el más grande puesto que era más barato y tenía muy buena pinta. 
He mirado la etiqueta de lo que me ha pesado y me salían los 280 gramos por 1,23€. Y yo no es que sea un lince en matemáticas pero a simple vista si ponía que un cuarto, osease 250 gr costaba 0,85€ ahí algo no cuadraba. 
Se lo he dicho a la chica, y me dice es que llevas 280 gramos, claro que te va a costar más de 0,85. Entonces hemos entrado en un bucle. Primeramente le he preguntado cuál era el precio del kilo. Y levanta el cartel y me lo enseña, a 4,40€ me dice. Bien, ¿y el del pequeño? Pues a 3,80 responde. 
De acuerdo, entonces ¿cómo es posible que si el kg del grande es más caro que el kg del pequeño, el cuarto del grande sea más barato que un cuarto del pequeño? 
En ese momento de mi lógica freudiana aplastante la veo que empieza a dudar, se rasca el moño rubio y me contesta: es que en el kg de champiñón pequeño entran más. 
Creía que me iba a dar un perreque en ese momento. No sabía si tirarme al suelo, lanzarla un mango a la cabeza o bailar el aserejé. 
Como veía que no iba a entender nada he cogido un boli y encima de una etiqueta le he hecho una simple regla de tres. Tal que: 


Tras estos cálculos se ha empezado a sentir agobiada y me ha dicho que me apartara, ha cogido dos bolsas y ha empezado a meter un cuarto de champiñón pequeño en una y otro cuarto del grande en otra. Como no salían los 250 gr exactos cada vez se ponía más y más nerviosa. Yo no sabía si darla mi número de teléfono para unas clases particulares o volver a explicar de nuevo qué era una regla de tres. 
Finalmente ha ido a hablar con el encargado y yo he decidido seguir comprando. Cuando ha regresado ha quitado el cartel y me ha dicho: vale, tenías razón. Lo siento. 
¡Pues claro que tenía razón! O acaso me voy a tirar media hora explicándote unas matemáticas de primaria para no tener razón... 
Me he ido sin los champiñones y con la sensación de haber perdido un tiempo precioso en el que ya podría haberme hecho la comida, pero si he logrado que entienda algo de matemáticas pues algo es algo. 

Pero ahí no ha quedado la cosa, porque esta tarde que había quedado después de comer con un cliente para pasarle unas tarifas, íbamos por la calle cuando de pronto en la acera de enfrente una amiga mía empieza a gritar: ¡Hola chocho! 
Quería esconderme pero no hay arenas movedizas cuando las necesitas, así pues he saludado con la mano a mi amiga mientras explicaba la de gente curiosa que te puedes encontrar por la calle. 

Yo que siempre he sido del género "pasar desapercibida" si es que existe tal cosa, miro a mi alrededor y veo que nadie lo es, que todos podemos ser juzgados y objetos de críticas y que en lugar de mezclarnos con la sociedad nos meten en un triste hueco clasificándonos como los "integrales sin azúcar". 

Me pongo a pensar y me lleno de recuerdos, de historias lejanas, de tiempos pasados donde apenas existían problemas. Oigo las risas de fondo y las mezclo con las quejas presentes sin saber muy bien cuál será el sonido futuro que surja de esa fusión. 

Y tras tomar un café con leche con dos sobrecitos de sacarina mientras hablamos de la crisis y de cómo solucionar la economía, he salido a pasear por tratar de escuchar algo, o de escucharme a mi misma y lo único que hallo es un silencio contaminado, por los coches, por los recuerdos... y pocas veces se puede oír el sonido del viento entre los árboles o los pájaros... 


Y entonces sonrío y pienso... Antes todo esto era campo. 

2 comentarios:

  1. Ante este post tuyo, no puedo hacer otra cosa que reírme sin parar....... Jaaaaajajajajajaja, y es que te encuentras a cada negado por el camino.......... Que ni tan siquiera la regla de tres hubiera hecho falta para darse cuenta de que con 4,40 el kg., no saldría a 0,85 el cuarto de kg. ni de broma. Era una división bien sencilla, pero hay gente que siempre han sido negados para las mates..... en fin, si el fallo era de ellos, yo no me marcho de allí sin mis champiñones a 0,85 ni jarta de vino. Buenos días chocho!!!! Kiss.

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    1. Hoy volví a ir al mercadona y 13 días después de este suceso volvían a tener de nuevo el mismo precio. No he dicho nada por no tocar más las pelotas pero hay cosas que deberían denunciarse a los responsables porque esto al fin y al cabo es un engaño en toda regla. Luego dicen que Mercadona se hace rico... con razón.

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