martes, 7 de mayo de 2013

Mentiras...

Lo cierto es que no soy una persona que deteste profundamente la mentira, no me entendáis mal, defiendo la mentira cuando ésta se hace necesaria en un hecho determinado. Podréis decir que es una excusa, y podría ser cierto, pero... ¿acaso nadie miente cuando no le apetece hacer algo o para lograr algo que ansía?

Esta mañana estaba terminando de desayunar cuando han llamado al telefonillo de mi piso, y tras preguntar quién era y responderme "el cartero" he abierto la puerta.
Lo cierto es que me he quedado algo extrañada al escuchar una voz diferente a la de mi cartero habitual, y en un horario que no suele ser el suyo, pero como hay veces que los cambian de zona tampoco he pensado que me pudieran estar engañando.
A los diez minutos de abrir la puerta y con el bolso en la mano para salir de casa, he oído que la puerta de mi vecina se abría y posteriormente llamaban a la mía. Sin asomarme a la mirilla he abierto pensando que podría ser ella y de repente me he encontrado con un hombre bajito de unos 70 años que llevaba una mochila. Me ha empezado a contar que tenía diez hijos, llevaba en el paro bastante tiempo al igual que toda su familia, que tenía que ayudarles y que no tenía trabajo.
Me ha pillado tan de improviso que he reaccionado un poco mal diciendo que yo tenía muchas cosas que pagar y que en mi casa también había problemas, que lo sentía mucho pero que no le iba a dar nada.
Entonces tras cerrar la puerta he escuchado que mi vecina abría la suya de nuevo e iba escaleras abajo diciéndole al hombre si quería algo de comer. A la respuesta del "mendigo" ella le ha contestado que esperase en el portal que iba a comprarle un bocadillo.
Y esos cinco minutos o quince de espera tras la puerta me han hecho pensar...

Se te pasan por la cabeza cosas tales como lo mala persona que puedes llegar a ser o incluso que intentes ayudar a personas que no conoces y luego al que te pide ayuda enfrente de ti le cierres la puerta.
Esos minutos en los que apenas me he atrevido a salir por la puerta por miedo a enfrentarme a ese hombre desconocido, o incluso por vergüenza a que mi vecina me hubiera escuchado y verla luego en la escalera, he estado intentando analizar el por qué de mi actuación.
Mi raciocinio me llevaba a pensar que esa historia que me había contado era todo mentira, era casi imposible que tuviera diez hijos, de los cuales todos estaban sin trabajo, así como a su edad no me cuadraba que no tuviera una pensión, por mínima que fuese. Su aspecto físico me indicaba que quizás las monedas que iba contando posiblemente las gastase en el supermercado para comprar un cartón de vino... entonces, ¿por qué me sentía tremendamente culpable?
¿Quizás el hecho de que mi vecina saliera a preguntarle si quería algo de comer? Mis vecinos, esos que a su vez tienen una deuda con la comunidad por impago de las cuotas...
Sin embargo esa sensación me ha acompañado todo el día de hoy. Al salir a la calle me ha llegado un mensaje al móvil: "chicas, os invito a mi fiesta de cumpleaños el día 8 de junio, confirmad asistencia..."
Inmediatamente a mi mente acuden mil excusas para no ir, llevo unos años sin ir a esa fiesta de cumpleaños, sobre todo cuando te enteras de que esa amiga no es tal, aunque delante de ti sea la mejor.
Poner excusas se me da bien, curiosamente se me da fantásticamente bien, pero en ocasiones me gustaría poder decir: no voy a ir porque no quiero verte, porque no quiero saber nada de ti y porque me da igual lo que hagas con tu vida, hace tiempo que te saqué de la mía.
Lógicamente he puesto una excusa, que verdadera o no, no deja de ser una excusa porque cuando realmente quieres hacer algo nada te lo impide.
Estaba por la calle cuando me he encontrado con mi cartero y tras un escaso segundo de entusiasmo romántico le he preguntado si había ido a mi casa, y al responderme que no me he dado cuenta que quien había llamado era la persona que ha venido a pedirme dinero.
Él también había mentido para que le abrieran la puerta...

A lo largo de la tarde una serie de sucesos se me han ido acumulando, hasta tal punto que he querido desconectar de todo y desaparecer. Quizás irme lejos, donde nadie pudiera encontrarme, donde nadie pudiera provocarme esos sentimientos de culpa que tanto me dolían... pero es imposible escapar de la realidad a veces.

Si, días en los que un sol radiante lo ilumina todo pero una gran nube negra se deposita sobre tu cabeza sin dejar de pensar en nuestras acciones hacia el mundo.

En ocasiones me pregunto por qué nos cuesta tanto decir que no y nos conformamos con poner excusas baratas.

Hablamos de libertad de expresión y nos enfadamos cuando nos la coartan, sin embargo somos incapaces de tener esa libertad de sentimientos, de decir lo que verdaderamente pensamos y escudarnos tras esas mentiras disimuladas por miedos absurdos.

Para que sonriáis un poco y hacerlo yo misma también os contaré una anécdota. Esta gran "amiga" que me ha invitado a su cumpleaños aun no sabe que el chico con el que yo salía ya no está conmigo desde hace un año. Cuando oyó rumores de que las cosas no iban bien quiso tirarme de la lengua y mi respuesta fue quedar con todas mis amigas, de las cuales la única que no lo sabía era ella, y decir que nos íbamos a casar por lo civil este año. Casualidades de la vida coincidía mi boda con una misión que tenía ella en el extranjero... pero yo por supuesto le mandaría fotos.
Llegó ese día y al final de nuevo otra excusa graciosa me vino al pelo. Verás, resulta que Bankia se ha desplomado y están cerrando oficinas (yo trabajaba por aquel entonces en el banco), al no tener trabajo los planes se han venido abajo y hemos tenido que volver a plantearnos todo de nuevo.
Pasaron los meses y la vi antes de irme a las fallas. Ella me volvió a preguntar si iba a ir a las fallas y esperaba que le contase algo mas de cómo estaba la situación. Yo saliéndome por la tangente le dije que iría a fallas y que todo seguía igual. El hecho es que él es valenciano, de ahí el tema fallero claro.
Lo siguiente que se me viene encima es la boda de una de nuestras amigas comunes y la quedada oficial para hablar sobre la despedida.
En un alarde de ingenio y locura hasta he pensado en contratar un boy buenorro para que me acompañe a la boda, otra idea era decirle que durante las fallas él fue a tirar un petardo, le explotó en las manos y se ha quedado sin dos dedos, con lo cual está en proceso de recuperación y no puede asistir a la boda...

Soy imaginativa hasta niveles insospechados, pero esta imaginación, a parte de venir de serie en mi, se acentúa cuando personas de este tipo me hacen mi existencia mas complicada.

Dejando todo esto de lado... no se qué haré el día de la boda, supongo que iré con mi mejor amiga que también está soltera, y no se qué le diré cuando de nuevo me vuelva a preguntar, debería decirle la verdad, es cierto, pero... ya sabéis.

Se que este tema puede provocar conflictos e incluso podréis decirme que no estáis de acuerdo conmigo, lo entiendo. Aún así, posiblemente seguiré opinando que unas mentiras imaginativas nunca vienen mal.

P.D. No os lo vais a creer, pero esta tarde vi una vaca volar...

2 comentarios:

  1. Como tú bien has dicho, no estoy muy de acuerdo contigo, anque no habrá ningún tipo de conflicto. Creo que todos mentimos en un momento dado. Puntual. Pero odio al mentiroso complusivo. A la mentira con mayúsculas. He vivido muy de cerca con una persona así. Mentía a su marido, sus hijas, sus padres........ a todos. A veces, casi siempre por chorradas. Por cosas que te preguntas.... "para qué?" pero así lo hacía. También me mentía a mí. Por supuesto. Aunque una, acostumbrada a su forma de ser, se las cogía casi todas. Desgraciadamente es parte de mi sangre y me duele. Pero gracias a Dios, el facebook nos ha distanciado un poco. Se ha montado una vida "ideal" y no le gustaban mucho mis comentarios. Me llamaba, mandaba mensaje e, incluso se plantaba en mi casa para que rectificara alguno o lo borrara directamente. Hasta el punto que he tenido que decir, "hasta aquí". Y he quedado "aliviada". Por eso odio la mentira. A veces puede doler la verdad, pero es momentaneo. Luego se pasa. Cuando te das cuenta de la mentira, de duele doblemente y ya nunca podrás vover a confiar en esa persona.

    Con lo del mendigo yo pienso lo mismo que tú. Seguramente que todos dicen mentiras y ponen cara de piedad para que les eches algunas monedas. Pero, quizás para aliviar mi conciencia o para que la vida no me castigue por ello, yo siempre echo alguna. Prefiero echarla, aunque la malgasten, a tener que ser yo quien la pida.

    Y no siempre que se quieren hacer las cosas se puede. Por mucho que lo desees. No somos omnipresentes. "Non se pode estar dando misa e repicando".

    Muchos besos amiga. No seas de las compulsivas. Y, si te decides a ponerle las cosas claritas a esa cotilla de "amiga" ya verás que a gusto te quedas. Kiss.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y nada me gusta mas que leer tus consejos y aplicarme el cuento, porque si de algo sabes mas que yo es de la vida, de la que a mi aún me queda por aprender.
      Pondré en práctica algunas de las cosas que me indicas y esperaré a ver el desenlace, pero sobre todo espero sentirme aliviada y feliz conmigo misma. Gracias Sonia.

      Eliminar