jueves, 30 de enero de 2014

Ligoteos

Cada vez que voy al banco es inevitable que sonría. Pensaréis que es raro, pero no es así y tiene una explicación.
Esta mañana tuve que ir a hacer un pago y arreglar unas cosillas, en total tenía que visitar tres bancos diferentes.
En el primero fui directamente al cajero, había salido sin dinero encima y tenía que tomarme un café o me quedaría dormida por la calle. Me di cuenta que los cajeros tienen una especie de retrovisores muy cuquis por los cuales poder ver si te atracan o si como yo tienes unas ojeras que te llegan a los mofletes. Nunca me había fijado.
Después he ido al segundo. Allí había una cola enorme, sólo había un cajero y al ser día de pensiones pues un montón de abueletes estaban ahí esperando su paga. El hombre que estaba en la caja es amigo, o al menos conocido, porque fue con el que empecé cuando terminé la carrera. Estuve tres meses de prácticas en una caja y sino llega a ser por él que me enseñó, creo que aún estaría haciendo fotocopias y quitando grapas. Le tengo un cariño especial y él a mi también porque nos hemos reído mucho mientras trabajábamos.
La situación era la siguiente: unos siete viejitos en la cola, un chaval rubio joven detrás de mi, una señora dando el pecho en una silla al fondo, una de las comerciales de la mesa jugando con el móvil mientras se reía, la otra cogiendo el bolso para salir a tomar algo y justo delante de mi un hombre de unos cincuenta años con cascos escuchando a Iron Maiden.
Todo iba bien hasta que el abuelo de detrás del rubio se ha colado y como si fuera un picaruelo ha intentado quitarle la bolsa de la compra al abuelo situado delante del de los cascos. La verdad es que he sonreído con la situación, parecía que en cualquier momento se iban a poner a jugar al corro de la patata con la señora sentada de la muleta.
Entre tanto jolgorio el señor de los cascos se ha metido la mano en el bolsillo y se le ha caído un guante, que no ha recogido porque era imposible que hubiese escuchado el sonido al caerse por el volumen de la música. He pensado en agacharme y cogerlo, pero estaba justo entre sus piernas e iba a quedar un tanto extraño que metiera mi cabeza por ahí para coger el guante. Vamos, que he visto mi propia foto en ese momento y he dicho que mejor me esperaba a ver si se daba cuenta.


Pero obviamente no ha sido así e incluso le ha dado un ligero puntapié enviando el guante hacia delante. Yo no podía parar de reír y el rubiales a mi espalda me miraba raro. Cuando el señor ha caminado hacia delante he podido llegar a la altura del guante y recogerlo, lo que ha motivado que el abuelo que estaba sentado en la silla justo enfrente de mi me mirase y dijera: "¡vaya culito tienes guapa!". Yo he agradecido el comentario diciendo: "lo sé, muchas gracias" y me ha tocado mi turno. Mi amigo que estaba en la caja me ha dicho que me echaba de menos y que ahora mismo podría estar trabajando con él y ayudándole que estaba solo. A lo que el viejo que se me ha quedado mirando mi culito le ha contestado que me contrataran, que él daba una parte de su pensión si yo me ponía detrás del mostrador.
Si, todo muy normal. La verdad es que tengo que pensarme eso de echarme un novio jovencito, creo que en la tercera edad es donde tengo mis seguidores.
Tras los cumplidos y bastantes minutos de espera, me he dirigido al tercer banco, en el cual también estuve trabajando un tiempo y donde tengo amistades. Lo cierto es que me he llevado muy bien siempre tanto con los de dentro como con la gente, si no sigo en el banco es porque a los jefazos no les sentaba muy bien que quitase tantas comisiones.
Como tenía que tratar un tema de empresa me he sentado con el comercial jovencito. Llegó hace poco a la oficina y la verdad es que me resulta muy interesante ver cómo se pone rojo ante determinados comentarios míos. Y es que yo lo reconozco, que suelto de cada cosa que es para echarme de comer aparte, pero me lo paso pipa.
Esta vez el comercial me estaba comentando que han cambiado al director de la oficina, señalándome hacia un chico de unos treinta y tantos. He mirado y no he podido evitar decir: "pues es mono, pero un poco bajito". Él me ha mirado riéndose y asintiendo, pero claro, ya que estábamos allí pues habría que conocer al nuevo director, y cuando se ha quedado libre, el comercial lo ha llamado para presentármelo. Me ha resultado muy agradable y cuando me ha dado su tarjeta le he contestado que en su ordenador tenía mi teléfono, para tomar café también.
Cuando se ha marchado le he preguntado al comercial si sabía si tenía novia, pero claro, parece ser que en un mes que lleva allí no se conocen demasiado (de haber estado yo ya me conocería su vida entera). Y hablando un poco me ha comentado que lo importante es tener buen corazón, lo cual me ha hecho gracia viniendo de un banquero, pero como hablábamos de relaciones yo con una sonrisa muy burlona le he dicho que lo realmente importante era el dinero que tuviera en la libreta.

Yo reconozco que soy muy bruta. Mis amigas dicen que asusto a los chicos, yo no lo veo así porque me gusta decir tonterías y reírme pero si que es verdad que si no me conoces o no estás acostumbrado pues te choca encontrarte alguien como yo.
Recuerdo un día que estaba trabajando en el banco y eran casi las 2 de la tarde y no había podido salir, llegó un chico de mrw a hacer un ingreso comiéndose una bolsa de patatas fritas y le pedí que me diera unas pocas. Fui muy descarada pero cada vez que volvía a ir me llevaba ruffles de queso para mi.

La verdad es que me encanta ser como soy, sin trampa ni cartón, desenfadada y ordinaria a veces pero con una sonrisa perenne.

Ya por la tarde me ha dicho mi madre que teníamos que aprovechar los últimos días de rebajas para comprar unas sábanas nuevas. Me he ido con ella a una tienda cercana a mi casa y el chico que nos ha atendido era alto, ojos claros y con una voz muy bonita. Le he comentado, medio cayéndoseme la baba, qué era lo que buscaba y cuando lo hemos encontrado le he dicho que quería probar el tacto de las sábanas. Me ha abierto el embalaje y me ha dicho que tocara, la verdad es que por mi cabeza solo pasaba el decirle que lo que quería era probar el tacto de la sábana con el roce de mi piel mientras le guiñaba un ojo y me subía los pechotes, pero como venía mi madre conmigo me he cortado, y es que ya de por sí me tiene por loca así que no iba a quedar muy bien decir aquello.
He comprado las sábanas y el chico con una sonrisa me ha dicho que esperaba que me gustasen, mientras yo por lo bajini respondía "contigo dentro seguro que mucho más".

Vale, llamadme lo que queráis pero lo que me río yo con estos ligoteos no está pagado y a veces tengo que tomarme la vida a risa porque de lo contrario... todo tendría un color muy diferente.

5 comentarios:

  1. Jajajaja! Si ya decía yo que eres una joya en bruto!
    De entrada me imaginé yo con el chico de Iron Maiden, mi banda preferida, y por los viejetes que siempre tienen un piropo a punto, aunque no tan directos, y ya para acabar con los días de piropos que he recibido ya es fácil de imaginarte soltándome una perla. :-D

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  2. Esas sabanas hay que darlas uso!!!!

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    1. Anda que .... uso les daré seguro, conmigo misma y eso. Y mira, los viejetes aquí es que son muy piroperos la verdad. Los que me conocen de haber trabajado en el banco me tiran de cada una...
      Gracias por lo de joya en bruto :)

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  3. Querida Gem, no puedo escribirte mucho porque no puedo parar de reír. Yo creo que con esto ya te he escrito bastante. :D
    Quizás sea una de las entradas en las que más me he reído. Espero que la vida te regale muchos momentos graciosos para poder plasmarlos por aquí y así echarnos nosotros también unas risas.

    PD: quiero la foto de las sábanas.

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