jueves, 15 de mayo de 2014

A veces pasa

Y a veces pasa que te hacen una caricia en la mano y te rozan el corazón.
Intentas evitar sentir algo porque crees no poder, pero te gusta, ya que a todos nos encanta que nos quieran. Lo que no queremos es llorar de nuevo y sentir que nos rompemos pero también es verdad que esas sonrisas iniciales, esas que solo sabe sacarte él en cualquier momento, no son comparables con ninguna otra cosa. Aunque sepas que quizás no vuelvan a repetirse.
Y a lo largo de tantas noches de sonrisas e intercambios de historias te vas analizando, por dentro y por fuera sobre todo lo que ocurre, porque a veces no te das cuenta y pasa sin más.
Y el día que al fin te da un abrazo o te roza el hombro justo cerca de tu cuello, y te toca la mano debajo de la mesa y te mira, ese día algo dentro de ti cambia, pero al mismo tiempo sale el monstruo que llevas dentro y que te hace ver historias que solo tú ves y que no puedes hablar con nadie porque son tan absurdas que si lo hicieras se reirían de ti.
A veces me pregunto si alguien me entendería sin necesidad de tener que explicarme y embarullarlo todo. Pero es cierto que nadie nace leyendo los pensamientos de otra persona y que nuestro deber es explicarnos para mostrarnos como queremos que nos vean.
Durante toda esa mezcla de sentimientos hay palabras que te transportan a querer dejarte llevar, vienes a buscarme una y otra vez y hablas de algo que a mi me cuesta entender. Haces cosas poco habituales en tus rutinas y las haces conmigo y yo me siento feliz. Pero cometo el grave error de querer que todo eso sea solo para mi, el egoísmo humano. Y no me doy cuenta de que ya de por si, cada cosa que hiciste fue solo por estar conmigo, pero eso no lo veo y miro lo que te rodea. Quiero poseer algo que nunca fue mio, tan solo una pequeña parte, y surgen los problemas. Las risas se vuelven lágrimas que cubren mi almohada por la noche y me voy a la ducha creyendo que esos pensamientos se irán por el sumidero mientras el llanto se mezcla con el agua que cae sobre mi cabeza.
¿Qué pensarás tú? Me pregunto una y otra vez, y no encuentro respuesta. Sólo sé que estoy sola, secándome con la toalla y tú ya no me buscas como antes.
Pienso otras mil veces en si debería escribirte, llamarte o verte, pero abandono la idea porque no sé de qué forma hacerlo.
Antes todo era sencillo, no me paraba a pensar cuando quería saber de ti, simplemente lo hacía, al igual que tú conmigo.
¿En qué momento cambia todo? ¿Cuando me dijiste cielo, un te quiero o cuando me miraste a los ojos y quisiste darme un beso?
Hay heridas que nunca curan, y para un corazón como el mio al que apenas nadie intenta acceder, que de repente le digan algo que le haga temblar en ocasiones es demasiado. Y tengo miedo a volver a cerrar las puertas y darte con ellas porque no te lo mereces, porque nadie nos lo merecemos. 
Podría explicarte tanto de mi que siento que lo único que haría sería alejarte más si cabe. Y mientras tanto sigo llorando, pensando en todo y en nada, pero sobre todo en la nada.
Y hoy pese a ser festivo mi cabeza va por libre esperando algo que no llega y mi corazón se agita soñando que aún no te has ido.
A veces... A veces solo pasa que te encierras en ti mismo, y dejas de ver los colores de las flores de cada patio de vecinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario