domingo, 6 de julio de 2014

Desconocidos

A veces sucede que la vida está llena de casualidades y que lo que un día pudo haber sucedido y no pasó es porque así el destino lo quiso. Pero quizás sea este mismo destino el encargado de volver a juntar a dos personas que se cruzaron de refilón sin verse y ponerlas una delante de la otra un tiempo después.
El porqué esto sucede así es inexplicable y cuando te enteras no haces otra cosa que darle vueltas y pensar cómo es posible que se te hubiera pasado por alto.

Este fin de semana acudí a un acto muy bonito. Tengo una amiga que quería darle una sorpresa a su pareja y le había preparado una boda sorpresa en el parque de El Retiro. Los más allegados fuimos invitados y acudimos allí con mucha ilusión de ver tal evento.


Todo lo que vi allí era amor, yo intenté definirlo como un sentimiento que nadie percibe por igual pero que sin embargo las sensaciones que provoca son similares, aunque cada uno seamos diferentes y hayamos pasado por etapas muy distintas.

Ese mismo día dentro de mi estaba sucediendo algo, experimenté nerviosismo, alegría, tristeza, añoranza y sobre todo muchas ganas de amar. La noche anterior a mi viaje, hablando con alguien le comenté que yo lo único que hacía medianamente decente era cocinar, a lo que me respondió que querer también se me daba bien. Me guardé esa frase dentro de mi porque me pareció muy bonita.
Y el sábado mientras observaba dentro de mi misma me iba dando cuenta de que quizás fuera hora de que algo en mi interior cambiara.

Entonces un completo desconocido entró en mi vida, alguien que con su halo de misterio consiguió envolverme y hacer que me sintiera perfecta pese a mis pelos desaliñados y mi vestido arrugado. Pasamos un rato agradable charlando y conociéndonos y más tarde continuamos la fiesta. Rodeados de muchas personas, en ocasiones parecía que estuviésemos a solas.
Cuando sin querer o quizás queriendo rozaba mi mano y mi cuerpo temblaba, mi cabeza no lograba pensar demasiado y mi cuerpo sólo me instaba a reaccionar con los instintos primarios.
La gente nos servía de excusa para agarrarnos de la mano y perdernos entre la multitud, hecho que en algún momento se nos llegó a pasar por la cabeza. Y cuando me abrazaba sin yo esperarlo o me daba un ligero beso en los labios no podía evitar sentir que me gustaba esa sensación. Mucho.

Era la noche del amor, de toda clase de amor. Nos rodeaban parejas de gays, lesbianas y heteros, también solteros que buscaban quizás ese amor de una noche. Y luego estábamos él y yo. Como en otro mundo, como si nuestras miradas se buscaran y nuestras manos quisieran tocarse continuamente.
Y entonces un desconocido te hace sentirte bien, a gusto contigo misma y feliz. Consigue sacarte una sonrisa tras otra y querer conocerlo más.
Desde el principio temes que un mayor conocimiento implique la pérdida de ese misterio que envuelve la atracción inicial entre las personas, pero conforme todo va sucediendo te das cuenta que en el fondo ni siquiera tú mismo llegas a conocerte del todo, porque nunca sabes cómo vas a reaccionar ante diferentes situaciones, con lo que nada tiene porqué presagiar un final amargo.
Y te arriesgas y das un pequeño paso. Abres un poco tu corazón y susurrando le dices: "pasa, que igual podemos hacer algo juntos aquí dentro".
Pero siempre están las mismas frases de dudas y de miedos. De no querer verte atrapada por algo que quizás sepas que puede ser más o incluso que pueda quedarse ahí.
Todos empezamos de la misma forma, y es que desde que nos presentamos hasta que nos separamos somos unos completos desconocidos. Con el tiempo vas aprendiéndote los gustos de la otra persona, pero nunca se llega a conocer del todo por ese mismo sentimiento propio de desconocimiento.

Y tras algunos momentos de dudas acabas la noche con 138 razones por las cuales creer que te gusta ese sentimiento que se ha generado de la nada. No duermes porque no paras de pensar en todo lo que has vivido horas atrás. Y con las primeras luces del amanecer sueñas que un beso te despierta dándote los buenos días y haciendo que sonrías aún con las legañas en los ojos y el pelo a lo Rey León. Pero nada importa porque ya todo se ha dicho y esto sólo es un sueño. Un sueño que ojalá hubiera tenido lugar y que pudieras guardar en tu memoria para siempre.

Vas a desayunar con la esperanza de encontrarle, y mientras remueves el café y te tomas el zumo de naranja él te cuenta su historia, ese él invisible que sólo tú puedes ver.
Coges el metro y miras hacia atrás con la esperanza de que te acompañe, pero se queda en la puerta mientras sonríe y tú regresas corriendo para darle un último beso.
No sabes si volverás a verle o si tan sólo vivirás con ese recuerdo de algo que no pasó pero que te gustaría que hubiera sucedido.

El amor, o como sea que aquellos que lo sienten lo llaman, es ese sentimiento que nace entre dos desconocidos que tienen ganas de empezar a conocerse y seguir descubriendo cosas nuevas el uno del otro con el paso del tiempo.
Puedes definirlo como quieras, para cada persona tendrá un significado diferente.

Para mi, amor es ver a mi amiga feliz en los brazos de la persona que quiere y sentir que nadie puede arrebatar eso que poco a poco han construido.



2 comentarios:

  1. Qué post más dulce, me he puesto tonta al leerlo, ya ves...
    Al principio parece que es una historia que nace de tu imaginación pero no es real, y al final me parece lo mismo.
    No sé qué hay de real o de imaginativo, pero sea lo que sea: no tengas miedo.

    PD: la próxima vez regístrale al desconocido a ver si lleva comida para mariposas, que ya sabes, ¡son muy glotonas! :D

    Besitos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Realidad o ficción al final todo se resume en lo mismo, mera ilusión. Los miedos son difíciles de afrontar, más que nada por nuestro pasado y por no querer fastidiar un futuro, y tampoco depende de una persona solo sino de dos.
      Por cierto, la comida para las mariposas ya la llevo yo siempre en el bolso, por si cualquier día se me para una en el hombro. Muak

      Eliminar