jueves, 13 de junio de 2013

Desconexión Total

He tenido unos días bastante liados, y es que parece ser que en verano el trabajo escasea, y por eso hay que poner un mayor esfuerzo en buscar algo para no estar de brazos cruzados los tres meses.
Estos primeros días de junio he tenido reuniones y hasta una charla donde se nos juntó a varias pymes para asesorarnos sobre publicidad y marketing.
Mi madre me dijo que no fuera sola ya que no iba a conocer a nadie, pero lo cierto es que me gusta bastante ir a los sitios sin llevar refuerzos, porque precisamente asi es como se conoce a mas gente. Pasé una tarde agradable, nos ofrecieron un cocktail de bienvenida que no tuve el placer de probar puesto que de mi grupo llegué la primera y el hombre que nos atendía no paraba de hablarme y no era plan de ponerme a picotear delante de sus narices. Cuando el resto de empresarios fueron llegando, conocía de vista a mas de los que pensaba, incluso la chica que nos daba las acreditaciones había sido compañera mia de la universidad. Casualidades de la vida...
Nos trataron de vender sus productos, cuñas de radio que por lo visto eran de lo mas efectivo en temas de publicidad para nuestros negocios. Yo me reía, ahora con tantos soportes publicitarios y gratuitos como hay, el gastarme 250€/mes por 60 cuñas en una radio local pues como que no lo veo factible la verdad.
Vendían internet y las redes sociales como algo que no llega a la gente... yo tomaba nota mentales y me reía interiormente.
Tras exponernos todo aquello, le ofrecí mi punto de vista y me marché sin mas. A la salida vi como algunos de los allí asistentes picoteaban algo de la mesa camino al ascensor, y sonreía pensando en que les habría sucedido lo mismo que a mi.
El viernes acabé muy cansada, agotada mentalmente y el sábado de buena mañana decidí coger el coche e irme al pueblo. No lo pensé demasiado, solo quería desconectar.

Pues así a lo tonto me quedé tres días, y porque el martes de esta semana me llamaron que volviera. Durante esos días de desconexión casi total, con móvil y portátil en mano por si acaso, escribí algo que os dejaré a continuación y espero que os guste...

"Es por la tarde, de fondo tengo un montón de flores. En la casa de mi vecina que queda justo al lado de la mía, puedo ver el nogal que casi traspasa el muro que nos separa.


Un airecillo mas bien fresco mueve mi pelo y no me deja escribir. Me olvidé el coletero en mi habitación y me da pereza subir.
Unos cuantos perros corretean cercanos a mi y las avispas revolotean arremolinándose entre pequeños charcos de agua.
Tras el sonido de las teclas de mi ordenador oigo el canto de algunos pájaros que no logro distinguir.
Si, estoy en el pueblo.
He venido el fin de semana para pasar unos días con la familia y los amigos. Desde Semana Santa no había venido y lo necesitaba, una desconexión de unos días, sin el ajetreo de la ciudad, y no es que viva en un sitio donde haya demasiado estrés, pero quieras o no se nota.

Antes de llegar, por el camino me paré en un pueblo a visitar a una de mis amigas de la universidad. Ha tenido un niño hace cuatro meses y aun no había podido ir a verlo. Asi que le llevé un regalito y paré un par de horas para acunar al niño, y ver a mi amiga.
El resto del camino no paró de llover, odio conducir mientras llueve, pero qué remedio. Llegué sobre mediodía a mi casa. Nadie me esperaba, no había avisado a nadie de que venía, pero en casa de mis tías siempre hay comida para quien aparece de repente. Y a eso de las dos de la tarde estaba comiendo una rica sopa de cocido en casa de mi tía.
Por la tarde avisé a mis amigos de que ya había llegado y me dispuse a saludar casa por casa a toda la familia, tí@s, primos y animales de compañía.
Reunirme con todas a la vez es un no parar. Tengo 4 tías y cuando todas se juntan y se ponen a hablar es un no parar de risas y escándalos. Mi oído ya está hecho a escuchar sus formas de hablar y mis ojos a mirar de un lado a otro. Los típicos cotilleos de los vecinos y gente del pueblo... ¿A que no sabes quién se va a casar? Pues resulta que la fulatina ahora está con menganito... y todo con apodos, porque sino no nos enteramos de quién es quién claro.
Por la noche reunión con mis amigos, anécdotas y comentarios varios sobre las bodas y despedidas futuras. Cómo pasa el tiempo y como vamos evolucionando...

Y sin embargo yo sigo aquí, en el patio donde siempre venía de pequeña a esconderme, con el viento golpeándome la cara, sintiendo el olor de las azucenas de mi tía que llega hasta donde yo estoy... igual que cuando tenía 9 años, sólo que he cambiado mi libro de El barco de vapor por el mini portátil.


Algunas cosas han cambiado desde entonces, yo antes entre descanso y descanso de la lectura subía corriendo a casa de mi tía a que me diera un vaso de leche o jugueteaba con la fila de hormigas poniéndoles encima las migas de pan del bocadillo que me había preparado mi madre. Eso si, les daba solo las migas que no tenían nocilla, porque sino pesaban mucho y podría aplastarlas... aunque lo cierto es que me gustaba el chocolate y no se lo iba a dar a las hormigas por supuesto.

Ahora cuando voy a casa de mi tía me la encuentro pintando, relajándose de sus tareas matutinas e imaginando figuras imposibles...


Aún sigo viendo peleas de gatos que asoman por los tejados, aunque algunas cosas hayan cambiado. Han construido casas nuevas cerca y el patio de mi tía ha cambiado en parte, aunque esta primavera y a pesar del frío tiene un montón de flores y eso siempre alegra.
De pequeña teníamos un gallo americano y algunas gallinas, recuerdo que me daban algo de miedo. Ahora ya están en la huerta pero lo que si tenemos son huevos frescos a diario.
Y qué decir del pan, ese pan de pueblo. Esta misma mañana salí a dar una vuelta y ver a mi primo que trabaja en la farmacia, por el camino me he encontrado con tres furgonetas en las que ponía el nombre de la panadería. Y al rato ha salido el panadero, con su cuerpo redondo de panadero de toda la vida, gritando:  PANAEROOOOO!!!!  Y al abrir la puerta de atrás, un olor a pan y magdalenas me ha venido a la nariz. No he podido evitar comprarle un pan con la idea de hacerme uno de mis platos favoritos en la noche.


Mientras regresaba esta mañana con el pan en la mano me percataba de las calles, esa calles tranquilas que respiran sabores, esos que salen a través de las ventanas de las casas cuando es hora de comer y las mujeres están cocinando. Olores que te recuerdan a tu niñez cuando corrías con tus amigos o jugabas al balón y desde dentro te gritaban diciendo que pasaras que ya estaba la cena...

Y en homenaje a todos estos olores, como ya decía, esta noche voy a cenar uno de mis platos favoritos: huevo en cata. Tan sencillo como es cortar un trozo de este pan, sacarle toda la miga, freír un huevo, meterlo en el interior, echarle un pelín de sal y meter la miga de nuevo para mojar...


No es bonito, ni tiene una pinta estupenda, pero está rico rico...y más cuando el pan es un buen pan de pueblo y los huevos son recién cogidos de tus propias gallinas, con esa yema tan amarilla.

Durante la noche sucede algo maravilloso... puedo ver las estrellas. Lo único que tengo que hacer es abrir la ventana de mi habitación y empezar a contar. De cuando en cuando aparece algún gato caminando por el tejado de enfrente que se queda observando la luna al igual que yo lo hago.
Donde yo vivo dificilmente puedo ver las estrellas, los edificios altos, las luces y en ocasiones la contaminación hace complicado algo tan sencillo.
Sin embargo en el pueblo es alzar la vista y a no ser que el cielo esté nublado, tienes a tu disposición tantas estrellas como quieras o puedas contar. Y si te fijas, se pueden ver hasta las constelaciones, fácilmente visualizo el carro (Osa mayor) y el Cinturón de Orión.

Y así, con el aire fresco de la noche, el ruido lejano de los grillos y esta noche que me envuelve... cierro el ordenador hasta mañana."

Tras mi escapada, ya estoy de nuevo absorbida en la rutina, en este asfalto que me quema en ocasiones pero que hay que vivirlo lo mejor posible.
Pero esta vez no demoraré demasiado otra visita al pueblo, mas que nada porque dentro de algo mas de un mes tengo una boda por aquellos lares...

4 comentarios:

  1. Como entiendo todas las sensaciones descritas...... Yo también soy de pueblo. Si embargo ya ni los pueblos tienen el mismo encanto de antes. Ah!!! Y mi cuñao, que es panadero de toda la vida, tiene un tipo fino. Extremadamente fino. Y no exagero. Que maravilloso vivir en un pueblo. Kiss.

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    1. Eso es cierto, todo evoluciona... antes en las fuentes de mi pueblo yo me asomaba y veía los renacuajos de un lado para otro, ya no está ni la fuente. Pero siempre algo queda.
      Y tu cuñado tiene suerte, porque en mi pueblo de las tres panaderías que hay ninguno de los propietarios son delgados.
      Es un buen sitio para regresar en aquellos momentos que lo necesitas. Muacks

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  2. A mi me pasa que luego si me quedo mucho tiempo en el pueblo me agobio, me gusta la tranquilidad pero luego echo de menos la vorágine de la ciudad (y mira tú que Ávila no es que sea precisamente un caos)

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    1. Eso también es cierto, supongo que lo mejor es combinar un poquito de ambos sin que pase demasiado tiempo. Ávila es una ciudad muy chuli y tiene el encanto de ser tranquila como Toledo y tener de todo. Pero un pueblo siempre es un pueblo jejeje

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