jueves, 13 de febrero de 2014

Citas Irrepetibles

El irme de fin de semana a lo loco implica muchas cosas, entre otras que por mucho que intente planificar algo nunca va a salir como esperaba.
El sábado me fui a Madrid, no he podido escribir este post antes porque he estado muy ocupada preparando San Valentín, pero no quería dejar de comentar lo que me sucedió.
A eso de las 12 cogí el autobús y sentada al lado del típico niño americano gordito come donuts tuve un interesante viaje. A punto estaba de sentarme en el pasillo cuando el niño se apoyó en el cristal del bus y empezó a roncar y con disimulo yo empujé un poco y conseguí sentarme en mi asiento.
Al llegar a la estación una chica muy dulce y preciosa estaba esperándome para darme un enorme abrazo. Me encanta cuando lo hace y todo lo que me transmite. Estuvimos dando una vuelta por el centro comercial mirando tiendas y después nos fuimos a comer. Charlamos de todo un poco, contándonos nuestras cosas del día a día y riendo. Las risas que no falten. Adoro a mi amiga porque se preocupa siempre por mi y cada vez que voy a visitarla se desplaza hasta donde yo esté y me lleva hasta mi siguiente destino solo por estar conmigo unos minutos más. Y mientras viajamos juntas en el metro hacemos el tonto y hablamos de conejos, zanahorias y lo que vaya surgiendo entre apretones de la gente y movimientos del tren. Me deja en casa de mi primo, donde tuve que ir a cambiarme de ropa porque al llegar a la capital una lluvia me recibió.
Por la tarde quedo con un amigo para tomar café e ir a sacar unas entradas para ir al microteatro. Un amigo que conocí por las redes sociales y es único, especial como él solo y un verdadero amor. Me estaba esperando en sol, sin paraguas y muerto de frío. Nada mas verme me agarra del brazo y me dice: vamos a darnos calor. Y así durante un buen rato que estuvimos dando una vuelta por Gran Vía. Luego al ir a sacar las entradas nos encontramos con Darío Paso, uno de los actores de la obra "De la cocina al cielo".


Como mi amigo le conoce le saludó y ya pues me dio un par de besos y yo me quedé enamoradita, no de Darío sino de su compañero de la obra. ¡Qué guapo! Una pena no haberme hecho fotos con ellos pero es que estaba tan obnubilada que ni recordé que tenía la cámara en el bolso.
Entonces llegó mi cita a ciegas del sábado. Claro, no os he contado esta historia pero yo el sábado tuve una cita con alguien que no conocía, o al menos no conocía del todo. Y para romper el hielo pues decidí llevármelo al teatro a ver unas comedias gastronómicas. Porque digo yo, no hay nada mejor que llevar al teatro a alguien que no conoces porque así evitas tener que hablar o meter la pata como es mi caso habitualmente. Y allí estábamos, mirándonos y pensando "si, es como yo me lo esperaba" y entonces entramos a ver las obras. Elegí dos, la primera era la de Darío Paso que nos gustó bastante y mientras esperábamos para ver la siguiente nos quedamos cerca de la entrada y hablamos un poco. Entonces él fue a sacar algo de su cartera y de repente un objeto volador no identificado salió despedido por los aires. Era rojo chillón y tenía forma de... si, era un condón. En ese instante me entró la risa tonta y cuando vi a mi cita poner el pie sobre el condón para que nadie lo viera, me reí más aún. Lo miraba a la cara y no podía parar de imaginarme que en ese momento él solo pensaba aquello de "tierra trágame aquí y ahora". Entonces muy digno él se agachó, lo cogió y se lo volvió a guardar. Y en mi mente me imaginé una conversación subrealista donde le decía: "de ahí no te mueves ya hasta que caduques, por querer salir antes de tiempo."
A continuación y con las risas ya puestas, fuimos a ver la otra obra que me recordaba un poco a mi situación porque trataba de una primera cita. Un chico y una chica se habían conocido en una discoteca y el chico había decidido invitarla a su casa a cenar para conocerla un poco más. La cita era un desastre porque ellos no tenían nada que ver y era muy gracioso escuchar esos diálogos que hoy en día se dan tanto, porque muchas veces te fijas en un físico y luego te das cuenta que al hablar con la persona no tienes nada en común. Lo cierto es que no pudimos parar de reír y mientras lo hacíamos me di cuenta de la peculiar risa de mi cita. Y de reojo le miraba y pensaba: pues me gusta que sonría, se lo está pasando bien.
Cuando terminó la obra yo quedé para cenar con una amiga y su cita, que al igual que yo se iban a conocer por primera vez esa noche. Si, hicimos una mezcla un tanto extraña.
Y sin pensarlo mucho me agarré del brazo de mi cita, con la excusa del frío y mis tacones, y sentí ese calorcito que te da el abrazarte a alguien por la calle con quien te vas riendo y te cae muy bien y me sentí a gusto. Cuando llegamos al oso y el madroño, típico lugar de quedada madrileña, y mientras esperábamos a que los otros llegaran, nosotros seguimos hablando y conociéndonos, ese de todo un poco que va surgiendo sin pensarlo y sin saber cómo. Y detalles que te gustan y que no te esperas pero que te hacen sonreír.
Ya con mi amiga y su chico nos fuimos a cenar al sitio elegido por mi cita, pensado en mi por eso de que me gusta la comida sana. Durante toda la cena no paró de hablar, y de comer, porque es de buen comer, como yo, y nos dedicamos a decir tonterías y a hacer el payaso sin dejar apenas espacio a la otra pareja a conocerse. Y por debajo de la mesa intenté hacer piececitos con él pero me atrapó mi bota entre sus piernas y no me dejó escapar, y nos miramos y volvimos a reír.
Tenían que cerrar el sitio y el postre nos lo tomamos en la cafetería. Él al igual que yo, de café con leche, los otros dos chocolate. Y entonces saqué de mi bolso una sorpresa. La noche anterior había hecho magdalenas, de chocolate y rellenas de mermelada. Y como salieron con formas extrañas decidí decorarlas como buenamente pude y a mi cita le hice una con nariz, ojos y pelo. La envolví y le puse un lacito.


Y al abrirla y verla se echó a reír. Se la comió y me gustó cuando me miró y me dijo que estaba muy buena. Y pensé: "yo a ti te conquistaba seguro". Cuando salimos del restaurante nos volvimos a arrejuntar, como dicen en mi pueblo, y nos quedamos pegados y así el frío parecía menos. Fuimos hablando de la cena, de mis amigos y de lo bien que nos habíamos caído. Ese pensamiento de "¡qué fácil es todo contigo!"
Nos dirigimos a bailar. Yo tenía unas ganas locas por moverme a lo Beyoncé un rato y el resto quizás no tanto pero ahí estaban acompañándome.
Mi amiga y el otro chico se quedaron en la barra hablando, yo bailaba, miraba a mi cita y su baile al estilo pocoyó que me hacía reír. Y la música que poco a poco ves que te envuelve y te contoneas y te insinúas, pero solo un poco, para que no se note demasiado, y te acercas y le susurras algo y le tocas la cara con una ligera caricia y os miráis y ....
Dan las luces y se apaga la música, parece que van a cerrar. Tenemos que salir y regresar a casa. Podríamos ir a dar una vuelta, pero me quedo pensativa, mejor no, mejor cogemos un taxi y nos marchamos. Entonces volvemos al centro y paramos un taxi, nos despedimos... hablamos de volver a quedar, quizás. Y nos damos un rápido abrazo porque el taxi espera con la puerta abierta, y nos miramos, y en mi boca se quedan las palabras "me gustaría mucho volver a verte..." pero no las oye, él ya marcha y mi taxi se aleja. Miro a mi amiga y sonreímos. Ha sido una buena noche.

5 comentarios:

  1. Condón volador!!!! Yujuuuuu El condón te da alaaaas....
    Pibona in the air!!!

    ResponderEliminar
  2. Nena!!! Tienes que volver a quedar con él!!!!
    Eres única!! Mola!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uys, una segunda cita conmigo está muy cotizada... jajaja Es complicado, ya se verá. Pero si, me lo pasé muy bien. Gracias por lo de única, todas lo somos eh!!!

      Eliminar
  3. Al teatro, tomó nota pa mi próxima cita, buena entrada Gemi.
    \(#.#)/

    ResponderEliminar