jueves, 27 de febrero de 2014

Todo Llega

Hay días que simplemente sabes que todo lo que va a ocurrir será un recuerdo. Hoy es el último día que he tenido a mi amiga cerca de mi. Aquella que despedimos por San Valentín, si.
Mañana, último día del mes de febrero se embarca rumbo a Chile y yo me quedo sin ella. Y dentro de mi pasan miles de anécdotas y vivencias, suyas, mías, nuestras y de todos los amigos que a lo largo de todos estos años hemos compartido.
Ayer pasamos la tarde juntas, paseamos por el parque, vimos los patos y hablamos de nuestras últimas aventuras, de sus miedos y de nuestros deseos.


Hoy todo era más difícil, porque no es un adiós pero son muchos abrazos que echaré de menos. Durante el rato que he estado con ella no sé cuantas veces la he abrazado ni cuantos besos la he dado, pero necesitaba guardarlos para cuando me hagan falta.
Porque ella que siempre está, ahora me doy cuenta que será distinto. Que posiblemente nos veremos por internet, hablaremos o nos escribiremos, que no se va al culo del mundo pero que no podré sentir sus brazos rodeando mi cuerpo. Que no podré coger el móvil e ir a tomar con ella un helado de chocolate cuando me encuentre deprimida o quiera contarle algo importante.

Anoche empecé a escribir una carta, la idea era metérsela en el bolso para que la leyera durante esas 13 horas de vuelo.
La carta empezaba así:

¿Y qué decirte cuando ya está casi todo dicho? Aunque ese "casi" abarque más de lo que yo creía, porque por muy pocas cosas que no sepas de mi hay muchas otras que hemos vivido y otras tantas que nos quedan por compartir...

Han sido cuatro folios en los que he llorado, he reído y he acabado guardando en una carta de color rosa, su color favorito, todos aquellos momentos pasados, presentes y futuros que se me han pasado por la imaginación.
Y esta tarde cuando iba camino de su casa me he parado a comprar chuches, y en una bolsita he metido todos los corazones de nubes y de gominolas que he visto. También me ha dicho que llevase empanadillas de brócoli, que las hice ayer y quería probarlas. Así pues con las empanadillas en un tupper, las gominolas de corazones y una carta llena de letras he llegado a su casa. Hemos estado hablando, dándonos abrazos y algún que otro beso. Y no se me ha caído ninguna lágrima, solo cuando han llegado sus padres y he visto en sus ojos lo que dentro de mi corazón había, no igual porque es su hija, pero muy parecido.

Y por no llorar me he puesto a bailar una jota, para que se riesen, aunque fuera de mi. Ha guardado la carta junto a las golosinas y ha metido las empanadillas en el microondas.

Toca despedirse, ya es tarde y tiene que cenar, guardar las últimas cosas y estar con sus padres. Nos hacemos la última foto, que sale algo movida porque su madre no atina a acertar con la cámara, pero me gusta, salen nuestras sonrisas y ese último abrazo. Ese que recordaré hasta que vuelva a renovármelo.


Y cuando abro la puerta del ascensor y voy bajando los cuatro pisos es cuando una lágrima se me resbala. Salgo a la calle y apenas hay gente. Unos gitanillos juegan con un balón medio desinflado y cuando cruzo me golpean en los pies y me piden disculpas. No digo nada, voy mirando al suelo. De cuando en cuando me seco alguna lágrima y cuando estoy llegando a mi casa me quedo parada y miro atrás. Unos quince minutos separan su casa de la mía. Ahora serán unas trece horas de avión y sin hacer escalas.

Está claro que ya nada será lo mismo, que por mucho que quiera no podré sustituir sus abrazos, que poca gente me dirá un buenos días por la mañana, tomamos un café por la tarde y buenas noches antes de irse a la cama como lo hace ella. Nada de eso cambiaría si no fuera por los horarios diferentes, porque de momento no tendrá internet allí donde vaya y porque en definitiva me faltará su presencia.

Querida amiga, vuela alto, sé feliz y aquí te estaré esperando con los brazos abiertos cuando regreses.

3 comentarios:

  1. Nada es para siempre. Ni la alegría de tener a los que queremos a nuestro lado, ni la tristeza de la separación de ellos. tu amiga sabe lo mucho que la quieres y es muy afortunada de que sea así. Ella será merecedora de ese cariño y, seguro que también te lo devuelve con creces. Espero que lleves un poquito mejor eso de la distancia ya, y recuerda que queda menos para que te renueve ese abrazo. Kiss.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Últimamente estoy hablando algo más con ella. Es la amiga que más cerca tenía y ahora la que más lejos tengo. Echo de menos los abrazos y las quedadas con ella para tomar café pero al final no queda más remedio que acostumbrarte.

      Eliminar
  2. Al final valdrá la pena leerte por muy eunuco que sea uno. Un placer.

    ResponderEliminar