jueves, 25 de septiembre de 2014

Fingir o no fingir, he ahí la cuestión

Llevo unos días viendo películas por todas partes, la televisión, las redes sociales y hasta en la calle.
Lo cierto es que parece ser que somos estupendos actores.
Hace tan solo unos días todo el mundo se indignaba por una supuesta violación a una chica en la feria de Málaga. Y en todos los medios trataban el suceso como una abominación y a los supuestos culpables como si no fueran supuestos. Cuando salieron del calabozo y algunas personas aplaudían tal hecho, muchas otras no entendían nada y se indignaban con los familiares por vitorear tal acción de la policía, que según la gran mayoría volvía a equivocarse.
Y no pensamos más, no creemos en la falsedad de quien puede estar contándonos una historia simplemente por aburrimiento o por miedo a alguna represalia. Y juzgamos sin más y sin tener conocimiento de la otra versión de los hechos.
Durante mi vida me han contado tantas historias que ahora cada vez que escucho alguna lo primero que hago es callarme, y luego escuchar la otra versión. Finalmente sacar conclusiones y prejuzgar, pero sin dañar a nadie.
Porque claro, es fácil que ante unos hechos tan obvios hagamos deducciones que posiblemente nos lleven a error.
Esta semana ocurrió algo en twitter, por lo visto un chico se hizo pasar durante mucho tiempo por chica, de tal modo que incluso respondía los mensajes como tal. Mucha gente se indignó, otra lo tomó como broma y le rió la gracia, yo sólo leí sobre el tema.
Unos días después, otro tuitero o tuitera, no defino sexo porque he leído de todo, escribió su epitafio. De tal forma que hizo creer a sus miles de seguidores que tenía cáncer y que al salir de una operación no lo había superado. Su supuesta hermana, y ya me repito con la palabra, escribió contando lo que había pasado y preguntó cómo cerrar la cuenta.
¿Acaso nadie ve lo rebuscado del asunto? Que igual es porque yo no tengo hermanos pero si se me muere uno lo que no estoy es pendiente de meterme en twitter para preguntar cómo cerrar una cuenta que me importa tres carajos en lugar de estar junto a mi familia.
Pero ya digo que igual soy yo la que no lo entiende o analiza todo demasiado.
La gente se puso muy triste y se acusó a quienes en su momento se reían de esa supuesta muerte, que parece ser ahora que mucha razón tenían.
Y cuando te enteras de la verdad, porque según dicen las mentiras tienen las patas muy cortas, te indignas y ya lo único que se puede hacer es perder la Fe en el ser humano y desconfiar de todo bicho viviente. Y a mi dadas las circunstancias me parece lo más lógico.
Sin embargo las personas somos tan retorcidas que en lugar de seguir esa mentira dan la cara, o no ellos sino a veces otros que puede que sean ellos mismos. Porque si no hemos dañado suficiente contando ese cuento, decimos la verdad para así ver la cara de panolis que se le queda a quien se lo cree.
Pero es que esto es el pan nuestro de cada día.
¿Acaso no conoces a alguien que vive los vientos por ti, te hace creer que eres una parte importante de su vida y al final resulta que no es cierto?
La diferencia de todos estos casos, a mi entender graves por igual, está en cómo dañes a quien te rodea. Quizás no se puede ser claro desde un inicio o puedes ir viendo que con el paso del tiempo lo que ves no es lo que quieres, pero eso no justifica dañar los sentimientos de esas personas que creyeron en ti sin tan siquiera conocerte.
Y esto sí que me indigna. Porque miro a mi alrededor y no paro de leer malos comentarios, y los que antes eran malos ahora son buenos y si te ríes eres mala persona y si lloras un imbécil de libro.
¿Podemos parar de una vez? A veces la vida es tan sencilla que lo único que queremos es complicarla, pero no sólo la nuestra porque entonces no tendría gracia, lo suyo es crear un círculo de confianza, hacer que todos crean en ti y luego desaparecer con un epitafio bonito.
El mío sería éste: Señores, me he cansado del circo de esta vida que Uds. crean, cuando sean conscientes de ello volveré. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario