martes, 16 de septiembre de 2014

¿Otoño?

Llegan los días grises tan esperados después del calor del verano y algunos se afligen pensando en que las tardes se acortan, se acaban las cervezas en las terrazas y hay que ponerse la rebequita.
Otros aplauden la lluvia, como los de Alicante, que hoy decían que hacía años que no la veían.
Y a mi me ha dado por recordar, porque los días de lluvia traen nostalgia cuando la mantita del sofá con la que te cubres no la compartes con nadie.
Lo bueno de estas fechas es que al fin empiezan las series de televisión que quitaron durante las vacaciones, te da por coger los libros que tenías pendientes para leer y te metes a la cocina porque ya no da pereza encender el horno.

Esta tarde cuando he salido a dar una vuelta pensaba en todo lo vivido estos últimos meses. Locuras la gran mayoría, pero de las que siempre sacas anécdotas y vivencias.
He conocido mucha gente nueva que con el fresquete se ha recogido y se queda en casa saliendo para siempre de tu vida, o al menos hasta que vuelva el verano otra vez.
Sí, los días de lluvia y de cambios de temperaturas son propicios para mirar atrás y pensar: pues he hecho muchas idioteces, pero me he reído de lo lindo y no me arrepiento de ninguna.
Y con los pies mojados por los charcos, porque aún no has sacado el calzado de invierno, te miras los deditos sonriendo y piensas: míralos que graciosos ahí los diez.

Entonces suena un trueno y miras hacia arriba, se aproxima tormenta.
¿Y si me mojo? Bah, qué tontería. Mojarse no sirve de nada, incluso cuando te piden que lo hagas.
A veces es más fácil mirar al frente, escuchar el sonido del trueno, contar los segundos hasta ver el relámpago y salir corriendo.

                                                            (fotografía de C.Noguero)

No hay comentarios:

Publicar un comentario