martes, 30 de septiembre de 2014

Sustitutos

Nos pasamos la vida entera conociendo a personas nuevas. De algunas te enamoras desde un principio, por todo lo que son y lo que te dan, otras simplemente pasaban por ahí. Las primeras cumplen una función primordial, convertirse en gente que crees que nunca te fallará y en la que pones toda tu confianza y tus sentimientos. Con el paso de las circunstancias, porque el tiempo aquí es lo de menos, te das cuenta que aquellos que un día fueron importantes van desapareciendo y da rabia pensar que la única opción para remediar ese dolor sea poner un sustituto. 
Sí, aquello de la mancha de mora con mora se quita y el clavo que saca a otro claro. 
De repente estás dolida por una pérdida y ves una lucecita al final del túnel y te aferras a ella como si no hubiera otra cosa. En ese momento es lo mejor que te puede pasar y decides ponerte en bandeja para evitar pensar en lo que aún te causa daño. Pero esa persona que está ahí ayudándote cada día y haciéndote reír no es para nada alguien que necesites, ni tan siquiera que quieras tener a tu lado. 

Estás intentando crear una media naranja de lo que posiblemente sólo sea un gajo de mandarina. 

Pasan los días, los meses y cuando acaba el verano, se enfrían las ideas y todo vuelve a su calma, te das cuenta de que no has hecho nada bien. De que es imposible que una mancha de mora se quite con otra porque lo que haría sería dejar una mancha más profunda o que no tiene sentido sacar un clavo con otro porque no hace palanca. Y para todo ello no hay que ser físico sino tener sentido común, algo de lo que yo personalmente carezco cuando veo que mi mundo interior se tambalea. 

Y cuando llegas al final de ese camino donde ya no hay carretera y no te apetece ensuciarte las zapatillas con el polvo, es cuando te planteas todo lo que hiciste anteriormente y sabes de sobra que lo viste venir, pero no realizaste nada para evitarlo porque en ese momento te convenía tenerlo, y luego ¿qué? Para acabar más lejos que al principio. 

Pues me siento mal, no sé si porque sé que he utilizado a alguien o simplemente por el hecho de haber ido dejando tanto tiempo cuando hace meses que sabía que no iba a funcionar. 
Lo bueno de esta historia es que creo que esa ausencia de feeling no sólo ha sido por mi parte sino que ha sido recíproco, porque es algo que se nota, o al menos yo lo noto desde el minuto uno de conocer a alguien, por sus gestos, sus palabras o la forma en que se expresa ya sabes si esa persona va a ser parte de tu vida o va a durar lo mismo que dura un brócoli en mi cocina. 

Hay una película llamada "Los sustitutos" en la que sale Bruce Willis donde las personas pueden adquirir robots que son clones perfectos y que acaban asumiendo sus roles, de tal forma que la persona real puede controlar lo que hace su otro yo desde el sofá de su casa y al final se acaban preguntando quién es real y en quién se puede confiar. 

¿Confiamos nosotros en los que nos rodean? Igual en un futuro todos estos robots nipones que vemos en los telediarios adquieran capacidades suficientes para hacer lo mismo que nosotros y así evitarnos sufrir. Ir al trabajo por nosotros, relacionarse con otras personas por nosotros... todas esas cosas que a la larga pueden dolernos. Y mientras tanto nuestra vida sería como el show de Truman pero controlado por nosotros mismos desde nuestro sofá. 
¿Aburrido verdad? 

Supongo que debemos aprender de nuestros errores, considerar que no somos perfectos para nadie ni nadie es perfecto para nosotros, que cada uno de los fallos que cometemos se nos queda grabado y eso hace que aprendamos o simplemente que cuando sigamos equivocándonos al menos reaccionemos a tiempo, que si utilizamos a alguien no sea sólo por el propio beneficio sino que al menos sea consensuado. 

Todo esto no hará que nuestra vida sea mejor ni que dejemos de sentir dolor pero mientras encontramos la forma de pensar con la cabeza dejando atrás el corazón igual sirve para entretenernos de la vida. 

2 comentarios: